UNA MIRADA AL PASADO Y AL PRESENTE CON… LUIS MIGUEL SÁNCHEZ TOSTADO.

«Yo creo que los ojos hablan y nos dicen muchas cosas. Debemos prestar más atención a los ojos, leer en ellos y dar menos valor a las palabras. Las bocas mienten, los ojos nunca, y ese hombre tenía los ojos tristes».

Historiador y criminólogo, Luis Miguel Sánchez Tostado es uno de los investigadores andaluces más reconocidos, tras casi treinta años de abrumadora trayectoria profesional, galardonada con numerosos reconocimientos nacionales e internacionales. Sus rigurosos estudios −sobre la guerra civil, la dictadura franquista, los maquis o la Transición española− han sido recogidos en diversos ensayos, entre los que destacan: La guerra no acabó en el 39 (Ayuntamiento de Jaén, 2001), Crónicas del crimen (Jabalcuz, 2002), La guerra civil en Jaén (Junta de Andalucía, 2007), Cencerro, un guerrillero legendario (Adsur, 2010), Los secretos de la masonería en Jaén (Líberman, 2013) o Rojos y fascistas(Ayuntamiento de Baños de la Encina, 2013).

– Tu primer estudio criminológico, Tráfico y consumo de drogas en el Campo de Gibraltar – tesis editada en 1990 por la  Universidad de Cádiz -, logró una gran repercusión mediática que propició la toma de importantes decisiones políticas para combatir el narcotráfico en dicha comarca gaditana. Pese a las amenazas de muerte ya las presiones que, suponemos recibiste, por parte de los cárteles del Estrecho, ¿qué recuerdas de aquellos años?

Mucha tensión, porque con solo 26 años tuve que llevar a cabo una escolta y tener los teléfonos intervenidos por las amenazas que recibieron. Aquella situación la sufrí en absoluto silencio para no preocupar a mi familia, que se enteró de todo aquello años después. Pero también recuerdo la satisfacción de haber contribuido a la sociedad poniendo negro sobre blanco, con cifras y conclusiones; un gravísimo problema social que todo el mundo conocía, pero que nadie estudiaba. Aprendí que se pueden hacer grandes cosas escribiendo.

– Desde entonces, ha sido pionero en abordar nuevas líneas de investigación histórica, contextualizadas sobre todo en la provincia de Jaén, como es el caso de la resistencia antifranquista, el exilio republicano o la historia de los presidios. Precisamente, en 1997, publicaste Historia de las prisiones en la provincia de Jaén. ¿Qué te aportó tu trabajo en Instituciones Penitenciarias para abordar este tema y cómo ves hoy, desde fuera, la situación actual de las cárceles españolas?

En esa obra documenté los cinco siglos de la historia de los presidios y fue prologada por Juan Eslava Galán. Durante casi treinta años trabajé en Instituciones Penitenciarias, me topé con grandes profesionales y viví innúmeras experiencias de las que aprendí que, en la cárcel, pese a desear un mal necesario, nadie se reinserta. Los condenados ocasionales (y todos podemos serlo en algún momento), no reinciden porque ya estaban socializados; pero los multireincidentes suelen comenzar su carrera delictiva muy jóvenes; el tratamiento penitenciario llega demasiado tarde en sus vidas y es ineficaz. Incluso se llega tarde en los Centros de Reforma de Menores, debido a la influencia y el aprendizaje del entorno. Debería aplicarse una política social preventiva en sus núcleos de procedencia y eso no se hace.

– Como recoges en otros trabajos, entre 1936 y 1939, en tu provincia acaecieron episodios dramáticos que dejaron huella en la memoria colectiva, como los denominados «trenes de la muerte», los paseíllos o el bombardeo sobre Jaén el 1 de abril del 37, uno de los ataques más sangrientos de la contienda, solo superado por el de Guernica. Pero, además, con la implantación de la dictadura, sucedió una cruenta represión plena de venganzas, fusilamientos, exposiciones públicas de cadáveres, falsos suicidios, luchas guerrilleras o la aplicación masiva de la «ley de fugas». Parafraseando uno de tus títulos, parece que la guerra no terminó en el 39, ¿verdad?  

Antes de responder a vuestra pregunta, quiero realizar un inciso: el bombardeo de Jaén provocando más muertes que el de Guernica, aunque tuvo menor difusión mediática. La insurrección de julio de 1936 contra el legítimo gobierno republicano, junto a la dictadura posterior, fue la página más triste y vergonzosa de la historia de España. Sus terribles efectos colean, después de ochenta y cinco años. Lo vemos en el resentimiento de los discursos políticos o en la ignominia que aún sufren las víctimas del bando perdedor. Después llegó una Transición que todavía califican de «modélica y pacífica», pero que, en realidad, fue un proceso tutelado por el régimen anterior, una democracia a medida del franquismo, donde impusieron condiciones innegociables: la monarquía, la bandera de los vencedores, el himno, una ley de amnistía para evitar la investigación de los crímenes franquistas o una ley electoral astutamente diseñada con «factores correctores» para que ganaran los descendientes del régimen en las primeras legislaturas, pese a que, en 1977, la izquierda tuvo más votos que la derecha . Sin embargo, se silenció que hubo más de mil muertes por motivos políticos, tres mil acciones violentas, miles de encarcelados, cientos de torturados, doscientas librerías incendiadas por vender libros progresistas, terrorismo de estado, espionaje, corrupción, la tutela de la CIA y seis intentos de golpes de estado. Hasta nos mintieron con el 23F, haciéndonos creer que fue el Rey quien nos salvó, cuando estaba implicado en la «Operación Armada». Todo esto se cuenta en mi obra, Sin embargo, se silenció que hubo más de mil muertes por motivos políticos, tres mil acciones violentas, miles de encarcelados, cientos de torturados, doscientas librerías incendiadas por vender libros progresistas, terrorismo de estado, espionaje, corrupción, la tutela de la CIA y seis intentos de golpes de estado. Hasta nos mintieron con el 23F, haciéndonos creer que fue el Rey quien nos salvó, cuando estaba implicado en la «Operación Armada». Todo esto se cuenta en mi obra, Sin embargo, se silenció que hubo más de mil muertes por motivos políticos, tres mil acciones violentas, miles de encarcelados, cientos de torturados, doscientas librerías incendiadas por vender libros progresistas, terrorismo de estado, espionaje, corrupción, la tutela de la CIA y seis intentos de golpes de estado. Hasta nos mintieron con el 23F, haciéndonos creer que fue el Rey quien nos salvó, cuando estaba implicado en la «Operación Armada». Todo esto se cuenta en mi obra, haciéndonos creer que fue el Rey quien nos salvó, cuando estaba implicado en la «Operación Armada». Todo esto se cuenta en mi obra, haciéndonos creer que fue el Rey quien nos salvó, cuando estaba implicado en la «Operación Armada». Todo esto se cuenta en mi obra,La Transición oculta: ni modélica ni pacífica , editada por Almuzara, en 2021.

– En esta novela, que acabas de mencionar, desmitificas el período histórico de la Transición española, aquel que nos han vendido como ejemplar, y configuras un espeluznante recorrido por episodios que nunca nos contaron o que se hicieron colmados de mentiras y que te ha atrevido sacar a la luz. Uno de los capítulos más controvertidos de la Transición fue el 23F. ¿Cómo debería recogerse en los libros de Historia de nuestros alumnos este episodio?

Se pretendía un giro de timón, destituir al gobierno de Suárez, acabar con la política autonomista, atacar el terrorismo etarra y consolidar la Corona, a través de un gobierno de concentración nacional, presidido por un militar de la máxima confianza del Rey (Armada) y formado por diecinueve representantes de los partidos mayoritarios, pero antes era necesario crear una crisis suficientemente grave. A tal fin, se encargó a Tejero el secuestro del Congreso (plan A) para que, posteriormente, Armada acudiera al hemiciclo y se votara al citado gobierno provisional de urgencia (plan B). Pero Tejero, al ver que en la lista había cuatro socialistas y dos comunistas, se negó e impidió a Armada entrar al hemiciclo. Don Juan Carlos I no tuvo más remedio que parar la operación, quedando como el salvador de la democracia, aunque no seguramente a Milans del Bosch retirar las tropas de las calles hasta la madrugada del día siguiente, cuando bien pudo haberlo hecho la tarde anterior. Los principales partidos políticos estaban informados. Unas semanas antes hubo varias reuniones que así lo corroboraron. También está documentado el conocimiento previo de la Casa Real, de Estados Unidos, de la CIA y del Vaticano. Fracasada la operación, hicieron desaparecer pruebas tan evidentes como las cintas comprometedoras, con las ciento veinticinco horas de conversaciones telefónicas en el Congreso durante el 23F. Todos los implicados eran monárquicos y actuaron en nombre del Rey. Es imposible que el monarca no supiera nada. Los indicios apuntan a la implicación del Rey en la «Operación Armada». cuando bien podia haberlo hecho la tarde anterior. Los principales partidos políticos estaban informados. Unas semanas antes hubo varias reuniones que así lo corroboraron. También está documentado el conocimiento previo de la Casa Real, de Estados Unidos, de la CIA y del Vaticano. Fracasada la operación, hicieron desaparecer pruebas tan evidentes como las cintas comprometedoras, con las ciento veinticinco horas de conversaciones telefónicas en el Congreso durante el 23F. Todos los implicados eran monárquicos y actuaron en nombre del Rey. Es imposible que el monarca no supiera nada. Los indicios apuntan a la implicación del Rey en la «Operación Armada». cuando bien podia haberlo hecho la tarde anterior. Los principales partidos políticos estaban informados. Unas semanas antes hubo varias reuniones que así lo corroboraron. También está documentado el conocimiento previo de la Casa Real, de Estados Unidos, de la CIA y del Vaticano. Fracasada la operación, hicieron desaparecer pruebas tan evidentes como las cintas comprometedoras, con las ciento veinticinco horas de conversaciones telefónicas en el Congreso durante el 23F. Todos los implicados eran monárquicos y actuaron en nombre del Rey. Es imposible que el monarca no supiera nada. Los indicios apuntan a la implicación del Rey en la «Operación Armada». También está documentado el conocimiento previo de la Casa Real, de Estados Unidos, de la CIA y del Vaticano. Fracasada la operación, hicieron desaparecer pruebas tan evidentes como las cintas comprometedoras, con las ciento veinticinco horas de conversaciones telefónicas en el Congreso durante el 23F. Todos los implicados eran monárquicos y actuaron en nombre del Rey. Es imposible que el monarca no supiera nada. Los indicios apuntan a la implicación del Rey en la «Operación Armada». También está documentado el conocimiento previo de la Casa Real, de Estados Unidos, de la CIA y del Vaticano. Fracasada la operación, hicieron desaparecer pruebas tan evidentes como las cintas comprometedoras, con las ciento veinticinco horas de conversaciones telefónicas en el Congreso durante el 23F. Todos los implicados eran monárquicos y actuaron en nombre del Rey. Es imposible que el monarca no supiera nada. Los indicios apuntan a la implicación del Rey en la «Operación Armada».

– Defiendes que los verdaderos artífices de la Transición fueron «las personas, el pueblo» y que la democracia llegó como una conquista popular de millones de ciudadanos que soportaron muertes, torturas y una brutalidad policial extrema. ¿Son tus palabras una manera de homenajear a esa intrahistoria silenciada, de la que nos habló Unamuno?

Viví la Transición en mi adolescencia y, como la mayoría de españoles, me creí todo lo que nos contaron. En cambio, hoy día, tras la desclasificación de documentos, las últimas investigaciones y las recientes tesis doctorales, se van conociendo muchos datos que nos ocultan. Todavía se ensalza a ciertos personajes del oscuro pasado y se silencia al verdadero artífice de la Transición, que no es otro que el pueblo y el movimiento obrero y estudiantil. Es curioso que esto nunca se mencione. Nuestra democracia no fue una gracia concedida por el Rey ni por Suárez, fue una conquista popular de millones de ciudadanos, que se movilizaron soportando la brutalidad policial, los despidos, las detenciones arbitrarias, los encarcelamientos, las torturas y las muertes. de hecho,

– Por otro lado, en el libro se alude a que España optó por una «democracia de baja intensidad». ¿Por qué?

A diferencia de otros países, que también sufrieron dictaduras fascistas, como fue el caso de Italia o Alemania, en España se levantó la democracia sobre los cimientos de la dictadura. No solo no se rompió con el franquismo, sino que se legitimó, cuando, en realidad, la dictadura fue un paréntesis sin legitimidad histórica por tener su origen en un golpe de Estado. El famoso consenso de la Transición se llevó a cabo desde una posición de fuerza con extorsiones golpistas y amenazas de volver a la dictadura y al exilio. Recordemos que los tres presidentes del Gobierno de la Transición (Arias, Suárez y Calvo Sotelo) habían sido ministros o altos cargos en la dictadura. De los últimos cincuenta ministros de Franco, la mitad continuó en política y la otra mitad controló el poder económico desde las grandes empresas. A los tres últimos jefes de Estado en España (Franco, Juan Carlos I y Felipe VI) no los ha votado nadie. No hubo depuraciones, siguieron los mismos. Los magistrados del temido Tribunal de Orden Público pasaron a la Audiencia Nacional y al Tribunal Supremo. En la Policía, torturadores de la desaparecida Brigada Político-Social (Conesa, Billy el Niño, etc.) pasaron a la Brigada Central de Información, ascendidos y condecorados. En el Ejército, en lugar de depuraciones, hubo ascensos. En la Enseñanza se evitaba impartir conocimientos veraces sobre la guerra civil, la dictadura y la Transición. Si los poderes fácticos del régimen controlaron la reciente democracia, no obstante fue de baja intensidad. Los magistrados del temido Tribunal de Orden Público pasaron a la Audiencia Nacional y al Tribunal Supremo. En la Policía, torturadores de la desaparecida Brigada Político-Social (Conesa, Billy el Niño, etc.) pasaron a la Brigada Central de Información, ascendidos y condecorados. En el Ejército, en lugar de depuraciones, hubo ascensos. En la Enseñanza se evitaba impartir conocimientos veraces sobre la guerra civil, la dictadura y la Transición. Si los poderes fácticos del régimen controlaron la reciente democracia, no obstante fue de baja intensidad. Los magistrados del temido Tribunal de Orden Público pasaron a la Audiencia Nacional y al Tribunal Supremo. En la Policía, torturadores de la desaparecida Brigada Político-Social (Conesa, Billy el Niño, etc.) pasaron a la Brigada Central de Información, ascendidos y condecorados. En el Ejército, en lugar de depuraciones, hubo ascensos. En la Enseñanza se evitaba impartir conocimientos veraces sobre la guerra civil, la dictadura y la Transición. Si los poderes fácticos del régimen controlaron la reciente democracia, no obstante fue de baja intensidad. En la Enseñanza se evitaba impartir conocimientos veraces sobre la guerra civil, la dictadura y la Transición. Si los poderes fácticos del régimen controlaron la reciente democracia, no obstante fue de baja intensidad. En la Enseñanza se evitaba impartir conocimientos veraces sobre la guerra civil, la dictadura y la Transición. Si los poderes fácticos del régimen controlaron la reciente democracia, no obstante fue de baja intensidad.

– En 2006, fuiste el primer autor que constituye una base de datos con casi 6.000 víctimas mortales de la guerra y de la dictadura en Jaén. Cinco años de trabajo, veintitrés mil kilómetros, más de veinte mil fotografías y documentos que se plasmaron en la obra La guerra civil en Jaén (2006), prologada por el hispanista Paul Preston. ¿Qué herencia nos ha dejado el franquismo?

            El franquismo no está en los símbolos, su legado es más profundo. Está en las estructuras de poder, en la herencia cultural, que modeló nuestro modo de vida durante varias generaciones. Aquel régimen ilegítimo nos dejó una monarquía impuesta, la vergüenza de ser uno los países del mundo con mayor número de desaparecidos por razones políticas, una ley electoral injusta, las bases norteamericanas, los privilegios de la Iglesia, la impunidad de los crímenes franquistas, las derivas autoritarias de algunas mayorías absolutas, las injerencias entre los poderes ejecutivo y judicial, la manipulación de los medios públicos de comunicación, el uso partidista de la bandera,

Una de tus experiencias personales que más nos ha impactado ha sido leer que tu madre tuvo una hermana de la que nunca conoció su existencia hasta que tú le informaste de ello. Josefa y Felisa son tan solo un ejemplo de tantas vidas rotas y de la necesidad de indagar en nuestro pasado. ¿Crees que la sociedad actual vive una etapa de pérdida de memoria?

Ese episodio fue un paradigma de los secretos que guardan los archivos históricos y las separaciones forzadas de la guerra. Buscando información sobre mi abuelo, destinado en Jaén durante la guerra, descubrí que murió en 1947, en la provincia de Cáceres, y que había tenido una hija llamada Felisa a la que, tras una investigación, localicé en Granollers. Conseguí reunir a las hermanas en 2005, después de toda una vida creyéndose hijas únicas. Solamente podrá «disfrutarse» unos años pues, en 2020, Felisa murió y mi madre se quedó otra vez sin hermanos.

La memoria colectiva son las raíces de nuestra historia y nunca debemos desvincularnos de ellas. Algunos parecen tener prisa por pasar página, con la excusa de «no abrir viejas heridas», pero su verdadero motivo es evitar el debate sobre unos antecedentes que les resultan incómodos en su currículo dogmático. El pasado no está para olvidarlo, sino para reconocernos en él y evitar cometer los mismos errores. Las personas, que tienen a sus ancestros en cunetas y fosas, merecen un respeto y no se les puede decir que pasen página y se olviden.

– ¿ Crees que el ascenso de los populismos y de la ultraderecha es fruto de nuestra falta de información histórica o de esa débil cultura democrática en la que nos encontramos?

Una de las consecuencias del «franquismo democratizado» es evitar abordar nuestra historia más reciente en los centros de enseñanza. Los alumnos españoles saben más del Imperio Romano o de la Revolución Francesa que de lo que ocurrió en su país en el último siglo, porque nadie se lo ha enseñado. Se pasa de puntillas y con prisas por esas temáticas «incómodas» por temor a la indisposición personal o para evitar reproches de adoctrinamiento. Tampoco el profesorado estaba capacitado para dar versiones distintas, pues apenas había bibliografía alternativa. Los alumnos crecieron desconociendo su propia historia o les llegaron sesgada, razones por las que, en la actualidad, no ven peligroso coquetear con populismos, como la ultraderecha o el separatismo nacionalista. Esto debería preocuparnos.

– Hablando en plata, Luis, ¿quedan todavía muchos episodios de nuestra historia por exhumar y narrar?

Claro que quedan. La historia de España es un catálogo de mentiras. Al pueblo se le dieron versiones interesadas y manipuladas. Durante varias generaciones solo estuvo la versión de los vencedores de la guerra, se censuraban otras, se prohibían publicaciones que contradijeran las versiones oficiales y se prohibía el acceso de los investigadores a las fuentes documentales. Durante muchos años abordé temáticas de las que poco o nada se había escrito, precisamente por ese miedo a «revisar» e indisponerse con el poder, el mismo que tachaba de «bandoleros» a los guerrilleros antifranquistas, de «conspiración judeo-comunista» a la oposición política, de «enfermos» a los homosexuales o de «secta satánica» a la masonería. En mis estudios intento encontrar respuestas en medio de tanta manipulación histórica. Tampoco me ha temblado la mano a la hora de desmontar falsedades provenientes de gobiernos socialistas. La verdad es un valor prostituido al servicio de los grandes poderes.

– En los últimos años tu escritura ha derivado hacia la narrativa, aunque sin despegarte demasiado de esa realidad que tanto nos interesa descubrir. De entre tus relatos cortos cabe destacar: « Ojos de luciérnaga » (2011), « La misiva del rey » (2012), « El oso de  gominola» (2013), «El desenlace» (2014), «El tema dieciséis» (2015), o «Te pondrás bien» (2017). Casi todos ellos premiados en certamenes literarios. No podemos olvidarnos de tus novelas Mi señorito el maqui y san Cucufato (El Olivo, 2002), Juvencia ( Premio Editorial Círculo Rojo 2018 a la Mejor Novela Histórica), El enigma del Cronovisor (Guante Blanco, 2020) o el cuento infantilEl gnomo Tornasueños , junto a la ilustradora Elena Ortega Yáñez. La cuarta bestia (Almuzara, 2021) es tu trigésimo séptima creación y merece que nos detengamos en ella. La historia del crimen de Pedernales, que aquí nos relatas, te llega hace unos quince años, mientras estás investigando la vida de un conocido maquis. Es maravilloso ver cómo se entretejen los hilos de los libros. ¿Cómo fue el proceso de documentación hasta llegar al año 2011, fecha en la que publica la historia con el título Más allá de la mirada ?

La historia cayó en mis manos por casualidad cuando investigaba para el libro Cencerro, un guerrillero legendario. Una anciana, a la que entrevisté en Castillo de Locubín, me habló del crimen de Pedernales, perpetrado en 1898. Me pareció tan fuerte que pensé que era una historia inventada o exagerada. Busqué información, pero no encontré nada en los archivos de Jaén. En la Chancillería de Granada encontré la sentencia y hallé un dato curioso: el sumario fue robado en su tiempo, seguramente por alguien interesado en que no se conocieran comprometidos detalles del caso. Con las fechas de la sentencia, indagué en la Hemeroteca Nacional de Madrid donde localicé lo que la prensa nacional publicó sobre el caso, que fue mucho. Este tenía una trama y una carga de dramatismo tal, que decidió contarlo de otra manera, jugar con la intriga y el suspense propios del thriller .

– Diez años más tarde, ¿qué diferencias puede encontrar el lector entre esa edición y la novela negra La cuarta bestia , recientemente publicada?

En 2011 documenté aquel caso en la novela Más allá de la mirada , pero se hizo una edición muy pequeña que no salió de Jaén. Sabía que era una gran novela y estuve con esa espinita clavada durante diez largos años. En 2021, tras el éxito de La Transición oculta: ni modélica ni pacífica , le pedí al propietario de la editorial Almuzara, el exministro Manuel Pimentel, que leyera el borrador. Le encantó y desde la editorial no dudaron en relanzarla a nivel internacional, con un nuevo formato, bajo el título La cuarta bestia . La nueva obra es una edición mejorada, actualizada e ilustrada de Más allá de la mirada. Las ilustraciones son de Elena Ortega Yáñez, una de las mejores ilustradoras de España, que ha sabido captar a la perfección aquella atmósfera de intriga y de decadencia. Apenas hay novelas negras ilustradas.

– ¿Por qué fue tan trascendente este suceso que incluso Emilia Pardo Bazán , en su particular denuncia contra los asesinatos de mujeres lo cita en «La Ilustración artística»?

El crimen fue verdaderamente insólito por las circunstancias que rodearon al caso, por su repercusión, por el impacto vecinal, que incluso ocurrió que algunos vecinos cayeran enfermos, por la compleja investigación y por su dramático desenlace, que, obviamente, no puedo desvelar. Soy criminólogo y os aseguro que no fue un crimen de tantos.

– ¿Crees que se enmarca dentro de esa crisis de valores que experimentaron la España profunda, de 1898?

Aquel fue un tiempo convulso en Europa y más aún en España por la incultura y la pobreza. En zonas como Jaén o Granada, donde se desarrollaron los hechos, más del 80% de la población no sabía leer ni escribir. Esto hacía que las pasiones estuvieran más sujetas a la emoción que a la razón. El analfabetismo y la incultura, en una sociedad clasista y polarizada, era una bomba de relojería. Aquel año, Estados Unidos humilló a España, que perdió sus colonias de ultramar y dejó de ser un imperio. El Desastre del 98no fue más que un reflejo de la crisis española marcada por el subdesarrollo, la injusticia social y la pobreza. En el ámbito rural, estos problemas se acrecentaron en una sociedad hermética y religiosa. Las cuestiones de tierras fueron el origen de conflictos que iban más allá de la razón, hasta el punto de ocurrir situaciones delirantes, como las que se describen en la novela y que te ponen los pelos de punta. Era la España profunda que nos recuerda las negruras goyescas reflejadas en el tremendismo pictórico de Darío Regoyos o de Zuloaga, aquella España negra subyugada por la religión y la incultura.

– Se sostiene en la novela que no existe el crimen perfecto, solo investigaciones imperfectas…

Siempre lo tuve claro: el crimen perfecto no existe. Los crímenes sin resolver no se deben a la pericia del asesino, sino a la impericia del investigador, que no supo o no pudo encontrar las huellas que siempre deja el asesino, bien por mala praxis, o bien por pérdida de pruebas, retrasos negligentes, etc. Ni los profesionales del crimen, como los sicarios a sueldo, pueden prever el azar: un testigo de última hora, un pelo que se cae, una fibra de ropa, una marca de neumático, una pisada, un cigarro, una huella, las marcas inesperadas de la resistencia, etc.

– Uno de los personajes más interesantes de este thriller es Dolores, la esposa del juez. Como criminólogo, ¿ha disfrutado perfilando la psicología y la intuición de esta mujer cuya fijación por la mirada de los criminales será clave en la resolución del caso?

Dolores es un personaje muy interesante porque tiene la habilitación de leer en los ojos. Es extremadamente intuitivo y considera que los ojos son las ventanas por donde el alma se asoma a la vida, desvelando emociones que las bocas silencian. Saber interpretar las miradas es todo un arte. Deberíamos prestar más atención a las miradas y menos a las palabras. Los ojos lo dicen todo, aun cuando no dicen nada, porque jamás están en silencio.

«Larra decía que saber mucho de ciertas historias no es para decir todo lo que uno sabe, sino para saber decir lo que uno debe de decir». ¿Así ha sido en esta historia?

Con esa frase, Larra justificaba el silencio prudente o la mentira piadosa, decir lo justo para no herir o para no revelar más información que en un futuro se pudiera volver en nuestra contra. La prudencia comunicativa es un valor, pero el exceso de silencio conduce al hermetismo, una de las características de la España negra de entre siglos.

– ¿Qué nos puedes contar de tus próximos proyectos?

Esta primavera la editorial Almuzara relanzará, a nivel internacional, mi novela Juvencia , que en 2018 obtuvo, como bien han indicado, el Premio Círculo Rojo a la Mejor Novela Histórica, aunque saldrá con un nuevo título, aún por determinar. Para otoño de 2022 se editará una novela breve de humor, que tituló, provisionalmente, Tres promesas y un arrebato, y que cuenta la historia de un comunista en paro, que se ve obligado a hacer promesas religiosas a cambio de dinero. Es muy divertido. También estoy escribiendo una novela histórica basada en la búsqueda del Jesús histórico sobre los manuscritos del mar Muerto. Estará ambientada en Palestina, Inglaterra y España y ella también habrá crímenes e intrigas, en medio de una trama histórica documentada. Esta obra tendré que hornearla al menos un año y supongo que estará lista para 2023.

Agradecemos a Luis Miguel Sánchez Tostado su valentía y animamos a los lectores de leonoticias.com a descubrir la excelsa obra del escritor jienense ya ver el vídeo, que ha grabado en exclusiva para nosotros, en nuestro blog latintaentretusdedos.com y en nuestras redes sociales @tintaentusdedos. «Solo tomamos conciencia de los pasos andados cuando volvemos la vista atrás y contemplamos nuestras huellas sobre el camino. Por eso es tan necesaria la perspectiva que nos ofrece el tiempo, porque nos permite entender el significado del recorrido recorrido y ubicarlo en el lugar que le corresponde de la historia». Solo así el futuro se escribirá.

            – La cuarta bestia. Luis Miguel Sánchez Tostado (Autor). Elena Ortega Yáñez (Ilustradora). Almuzara. Córdoba 2021. 264 páginas.

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