«Podrías pensar que soy lo que escribo, pero, en realidad, soy lo que sientes al leerme…» (Marina Díez).
«Soy maestra. Soy leonesa. Amo la palabra…» (Vanesa Díez).
«A María José, llariega de una mañana de verano».
Marina Díez no necesita presentaciones. Esta mente inquieta, fundadora del grupo literario #Plataforma y activista cultural en nuestra tierra, ha utilizado en infinidad de eventos poéticos como el Festival Ollagoru, Urollago, Versos en Busmayor, Poesía para Vencejos, Poemas en el Claustro o Coronio, entre otros. «Viajera incansable con mirada de niña a la que le fascina aprender a través de las letras», un buen día, decidió, tras cuatro poemarios autoeditados, embarcarse en un apasionante proyecto, para evitar que otros pasen por las dificultades de edición que ella tuvo que pasar y, sobre todo, para ofrecer alas a autores con talento. Con este objetivo nació, en 2019, Mariposa Ediciones.
Su primera obra, de temática amorosa, Solo sonrisas y pensamientos, nos «habla de un amor idílico, soñado, que no sabes si va a llegar a algo, pero que aun así te ilusiona». Tras «vomitar purpurina», apareció Volar sin mariposas, con versos «un poco más canallas», donde se muestra un amor sin etiquetas. Posteriormente, publicó Despierta, un poemario en la voz de una mujer maltratada, cuyo propósito era «remover un poco a la sociedad». Con el libro-objeto Allá, en el año 2019, realizó un viaje emocional, que se plasmó en una exposición itinerante por una buena parte de la geografía española. Cajón desastre, que recopila casi toda su obra conocida hasta el momento, y Será la luna constituyen sus últimos poemarios.
– «Nací un mayo nevado… Desde aquel día si veo copos / sonrío». ¿Cómo llegó a ti la poesía?
Desde niña, he tenido una mirada poética. Os diría que en mí están los poemas de Gloria Fuertes o de Lorca, pero la verdad es que mi libro favorito siempre fue El gato del mago, de Colón Hawking. ¡Ojalá se siguieran escribiendo libros así para peques! No obstante, parte de culpa también la tienen mis antiguos profesores y la herencia familiar. En casa somos devoradores de libros.
– Como decía Gómez de la Serna, ¿crees que «solo el poeta tiene reloj de luna»?
Existe mucho lunático, en el buen sentido de la palabra; personas que bailan al compás del influjo o la atracción de la luna. También la gente del campo y del mar sigue a la luna por los plazos de los cultivos y de las mareas y, por supuesto, sin olvidarnos de los brujos o las meigas…
– Cuéntanos que ha aportado a tu escritura la experiencia vivida en como grupos #Plataforma y en los numerosos eventos poéticos en León, en los que ha logrado.
Son parte de mí; he crecido bajo su abrazo y espero continuar mi senda al lado de todos esos compañeros de los que tanto aprendo ya los que admiran. Tenemos la suerte de vivir en una provincia muy rica, culturalmente hablando. De esas raíces, se nutren tanto mi persona como mis escritos.
– ¿Qué crees que ofrece la editorial Mariposa al panorama cultural de nuestra ciuda?
Un soplo de aire fresco, la visibilización de poesía de calidad de la mano de gente joven y la proximidad a todo tipo de lectores hacia uno de los géneros más recónditos de la Literatura.
– Háblanos de esas nuevas voces que debamos descubrir, a través de la editorial.
Comenzaría por Tharez, un rapero asturiano que me tiene enamorada, seguido de Andrea Campos o Rafael Carvajal, de quien existen varios documentales sobre su vida. De nuestra provincia apostaría, como ya lo ha hecho La tinta entre tus dedos (@tintaentusdedos), por Irene Fidalgo o Elvira Martínez (esta última aún no es de la editorial, pero lo será). Además, no perdáis la pista de nuestra próxima antología Meigas, con voces más que interesantes de la poesía nacional.
– ¿Hay espacio para la edición independiente en España?
Si nos fijamos en la evolución del sector editorial en los últimos años, yo diría que sí. Hay que darle tiempo al tiempo, ya que existe demasiado intrusismo y un ego desmedido de autor, pero las editoriales independientes, que apuesten por la calidad, tendrán su sitio. Sellos leoneses como Ediciones Menguantes, Marciano Sonoro o Cultural Norte crecerán y Mariposa con ellos. El mayor problema de la edición pura, como la nuestra, es la distribución, pero con libreros predispuestos y defendiendo nuestros títulos en ferias y presentaciones vamos capeando el temporal.
– Actualmente, te encuentras inmersa en la presentación del libro, Filandonas / Volandas, escrito junto con Vanesa Díez, y publicado en la colección Llariega, de Mariposa ediciones. ¿Qué ha supuesto para ti este nuevo trabajo «de noches y mañanas»?
Ha sido un salto al vacío, cogida de la mano de una gran mujer y escritora, como es Vanesa. Nunca había publicado ningún relato, pero este libro doble es un homenaje a nuestras raíces. Me encanta ir de pueblo en pueblo con Vane para contar nuestros textos, a modo de filandón.
Vanesa Díez Rodríguez, nació en León. Es maestra y durante varios años ejerció su pasión en Andalucía. En el año 2012 volvió a tierras leonesas, donde se afincó definitivamente como maestra en el ámbito rural. Firme defensora de la montaña, la cultura y las tradiciones que están a punto de desaparecer, «le encanta rodearse de cuenteros, contadores y cuentistas». Hasta la fecha, ha publicado con Lobo Sapiens, Un lugar llamado Colinaverde, Casos y cosas de Colinaverde, La Vieja del Monte y Antruejo, sobre las mascaradas en nuestra provincia, además del álbum ilustrado Estoy aquí, con Emonautas, Un Lobo no tan Feroz, con Bichos Editorial, Abuela Roble, con Libros Indie o Gélida, editado por Mariposa. Sus historias sirven «para despertar la curiosidad, para refrescar recuerdos, para calmar añoranzas…»; historias que nos remiten a nuestro acervo cultural, donde el amor por los árboles, los animales o el paisaje, se entretejen con otros elementos de la tradición oral como retahílas, refranes, adivinanzas e incluso recetas tradicionales, como una forma de mantener los vivos en la memoria y en nuestra vida. Sin duda, un homenaje a la naturaleza que nos rodea y que, tan a menudo, castigamos,
– ¿Haber nacido en León ha influido en tu literatura?
Sin duda. Por un lado, me gusta escribir sobre nuestras costumbres, tradiciones o leyendas. Y por otro, de forma inconsciente, todo lo que me rodea acaba apareciendo en alguno de mis textos: la montaña, el faedo, el roble, los caminos, el lobo… son palabras que aparecen cuando escribe.
– ¿Qué te llevó a escribir cuentos?
No lo sé… He escrito desde siempre, no me recuerdo sin un papel y un lápiz, sin un poema, una historia o una obra de teatro entre las manos. En cuanto a escribir «en serio», es decir, con idea de publicar, surgió hace un montón de años, concretamente, la primera vez que tuve un grupo de primero de primaria. Escribe cuentos para ellos; algunas mamás me fueron pidiendo copias y así surgió la idea de un libro. No obstante, pasaron varios años (y muchos cambios) hasta que una editorial me dio el «sí quiero».
– ¿Cómo hay que escribir para atraer a un público tan exigente como los niños?
Seguramente tratándolos con respeto y como lo que son: seres con inteligencia, con gustos propios y una gran capacidad de discernir. En cuanto a lo que es el mercado de la literatura infantil, ese es otro cantar… O, como dice Abuela Roble, «esa es otra historia y merece ser contada cuando tengáis mucho tiempo parala».
– «¿Dónde va a estar mejor una cuenta que en un lugar de cuento?». ¿Por qué tenemos que seguir luchando por la escuela rural?
Porque el estado ideal de una persona es estar donde quiere estar. Los que queremos seguir en los pueblos y luchamos por ellos guardamos, de alguna forma, legados que de otro modo se perderían. Si perdemos las escuelas, desarraigamos a las familias, los pueblos se mueren y, con ellos, todo un patrimonio social, económico y cultural.
– Vanesa, reivindica la necesidad de «aprender siendo felices». ¿Qué cambiarías del sistema educativo actual?
Casi todo.
– ¿Hay posibilidades culturales para los niños en los pueblos de León?
Constantemente. Los pequeños ayuntamientos, las juntas vecinales, las asociaciones e incluso grupos de vecinos estamos, cada día, en la lucha de ofrecer un ocio cultural tan variado como maravilloso. Y si no me creéis, pasó, por ejemplo, este otoño por el bar Shambhala de Villalfeide, uno de los centros culturales más potentes del valle del Torío o por la Asociación «La Mediana», de Cármenes. A mí, normalmente, se me acumulan los eventos chulos, de tantos como hay, y tengo que ir eligiendo. Es cuestión de preguntar y de estar un poco atento.
– «Gélida nace de mi gran pasión por las brujas, las brujas en general, pero las brujas malas en particular». ¿Qué tienen de atractivo para estos personajes?
Me gustan todas las brujas. La bruja «real», la antigua, la sanadora, la sabia, la revolucionaria, la perseguida… Este personaje es mi ejemplo de mujer y, por supuesto, la bruja verrugosa de los cuentos me encanta. Me chifla su mal humor, sus ganas de fastidiar y, si es tierna por dentro, como Gélida, me enamora.
– El invierno en la montaña es el tiempo por excelencia de la tradición oral, de la conversación al calor del fuego, de los cuentos para niños y mayores. ¿Corre peligro este patrimonio?
Cada vez mas. Nos comunicamos poco, nos vemos poco, tenemos poca paciencia… Todo los «pocos», que os imaginéis, se aplican aquí. Y si a esto le sumamos una pantalla delante de la cara… ya ni os cuento.
– ¿Cómo ha sido trabajar con Marina en este proyecto conjunto?
Marina es maravillosa. Si ella me dice «¡ven!», lo dejo todo.
A todos los lectores, que respiran hogar a través de la palabra, la palabra de nuestra tierra y de nuestra historia, acérquense, en este cálido otoño, a descubrir en los libros que «no hay vida sin papel / ni lágrima sin tinta».
– Filandonas / Volandas. Marina Díez y Vanesa Díez. Ilustrado por Noelia García Hernández. Mariposa Ediciones. León. 2021. 170 páginas.