«Todos somos, antes o después, el secreto de alguien».
Un espacio:
Según el Diccionario de la Real Academia Española, «Edén» es «en la tradición judeocristiana, el paraíso terrenal, la morada de Adán y Eva antes de ser expulsados por su desobediencia». Este jardín idílico, «simboliza la posibilidad perdida de beatitud y un estado de perfección al que se trata de regresar porque donde hubo un jardín queda la interrogación», pero, al mismo tiempo, también puede convertirse en un espacio distópico, con una naturaleza desbordante y desbordada, a pesar de tener la apariencia de estar ordenada, dirigida y cuidada, pues al jardín exterior hay que unir la naturaleza interior de los seres humanos que lo cohabitan, irracionales, caprichosos, sedientos de venganza, destinados a un fatalismo inmisericorde…
Un número:
El siete es el «número que en muchas culturas antiguas representa lo sagrado porque está compuesto por el tres (la tríada) y el cuatro (la tétrada); es decir, el siete combina y vincula el mundo de arriba y el mundo de abajo. Y, por lo tanto, convoca también su síntesis, el Jardín del Edén del que fuimos expulsados».
Un libro:
Hubo un jardín (2022), de la escritora argentina Valeria Correa Fiz, contiene siete relatos −titulados, «La Celestial», «Así en tu cuerpo como en el mío», «Las comisiones», «Hotel Edén», «El invernadero de Eiffel» , «Un amor imaginario» y «Donde mueren las perras»−, que «exploran diferentes momentos de la vida de sus personajes en los que la naturaleza (la propia o la exterior) se desborda: un matadero bajo un diluvio, un invernadero de Eiffel en la pampa, un departamento junto a un cementerio, un hotel de propietarios filonazis, un bar que fue posada de un patriota anticolonialista, el Parque del Retiro de Madrid o el de España, frente al río Paraná». En todas las historias, la condición humana corrompe, de forma inevitable, el espacio exterior que acaba creciendo sin control. Según la propia escritora, «la maleza impide la visión de futuro: el ojo es cegado por el verde salvaje y el hombre deambula a la deriva», animalizado, siendo casi un monstruo, sin atisbo de empatía ni humanidad, con un lenguaje tan expresivo como desconcertante, que se aprecia desde el primer relato del libro, el titulado «La Celestial»: «Había viento norte y me revoloteaba. El viento lo excitaba tanto que a veces hasta se bañaba en el Mar Rojo, como le decíamos a la laguna donde los del matadero La Celestial vertían los deshechos cárnicos. Después corría desnudo y teñido de sangre por el pueblo, los ojos celestes brillándole en la cara roja».
Varios interrogantes:
Casi todas las historias de Hubo un jardín están contadas desde un presente marcado por la culpa, con saltos hacia el recuerdo de un pasado tan oscuro y grave que no puede ser eliminado de la memoria, ni de la individual ni, mucho menos, de la colectiva. Solo siendo conscientes de que únicamente vemos lo que miramos, o de que miramos sin ver, y de que nuestra visión del mundo y, por ende, nuestro conocimiento, es fragmentario y sesgado, en los cuentos de Correa Fiz, debemos cuestionar lo que nos cuenten los personajes, pues siempre nos tienen que resultar sospechosos. Secretos y culpas entretejen todos los relatos del libro, en el que las preguntas se suceden al hilo de los acontecimientos de los personajes: «¿Por qué abandonamos esa acción racional y ordenadora que habilita la vida pacífica? ¿Qué fuerzas oscuras, deseos y violencias nos desbordan e impulsan a perder ese espacio civilizado? ¿El jardín del que fuimos expulsados o del que requirió exiliarnos es un paraíso perdido o uno a medio construir que nunca terminó de levantarse?».
Una autora:
Valeria Correa Fiz, según la escritora Marta Sanz, logra crear en sus libros «una topografía de algunas de las expresiones literarias más poderosas de la última narrativa escrita por mujeres». Es también la autora del libro de relatos La condición animal (2016), seleccionada para el IV Premio Hispanoamericano de Cuento «Gabriel García Márquez» y el Premio Setenil 2017, y la poeta de los poemarios El álbum oscuro, finalista del I Premio de Poesía Manuel del Cabral (2016), El invierno a deshoras (2017), XI Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez, Museo de pérdidas (2020) y Así el deseo (2021). Además, algunos de sus relatos y poemas han sido recogidos en diversas antologías y también han sido convertidos al inglés, al italiano, al hebreo y al rumano. En la actualidad, Correa Fiz coordina el Club de Lectura del Instituto Cervantes de Milán.
Os recomendados, estimados lectores, a descubrir que lo fantástico, tan presente y reconocible en la literatura hispanoamericana –en los textos de Borges, García Márquez, Esquivel, Cortázar, Carpentier, Volpi, Padilla, Allende…−, puede ser también un espacio lúdico, que permite hacer posible lo imposible, que viabiliza la vivencia en espacios extraños, que liberen a lo cotidiano de sus barrotes, y que tuerce los límites de lo que, por tradición, se considera estable, normativo y aceptado. De la misma manera, os animamos a no ser inmunes a la violencia, al dolor ya la fatalidad, propia y ajena, tan presentes en los cuentos de Correa Fiz, para impedir así que el horror pueda convertirse también en una (funesta) costumbre…
– Hubo un jardín. Valeria Correa Fiz. Editorial Páginas de Espuma. Madrid. 2022. 152 páginas.