Y CUANDO DESPERTÓ, EL TEATRO TODAVÍA ESTABA ALLÍ.
«Mi madre me enseñó lo que significa amar incondicionalmente, a ser libre a través de su libertad y a llegar a mi centro para poder entender el suyo».
«Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace». Esta hermosa frase, que se atribuye a Edgard Jackson, sintetiza, perfectamente, lo que Ana Rayo, autora e intérprete del monólogo Despierta, pone en escena ante el espectador: una mirada autobiográfica no solo a lo que la vida ha hecho con ella, sino a lo que ella hizo con lo que la vida le brindó.
Dirigida por Natalia Menéndez, con Ana revivimos cuatro décadas de nuestra historia para encontramos con una mujer que se desnuda emocionalmente ante el público, despojándose de su historia personal de educación y estereotipos, de insultos y vejaciones, de trastornos y terapias, de avatares sentimentales y económicos, que culminan con el intento de asesinato de su madre, a manos de su compañero sentimental. Las voces y los pensamientos de su madre, Luz, una mujer culta y sensible, iluminan este monólogo, tan tierno como trágico, entre risas y amarguras, zapatos de tacón y pies descalzos, en un escenario minimalista, que nos invita a imaginar los diferentes lugares por los que transcurre este viaje. Un relato terapéutico en torno a la pérdida, inspirador y emocionante, que transita entre el difícil equilibrio de recordar el pasado y la necesidad de mirar hacia el futuro. Una construcción que necesita de los otros para que la realidad que vivimos sea realmente el refugio que nos permita comprender el trayecto de nuestra vida, sin odio ni rencor.
«¡Despierta!», la palabra que le susurraba Ana Rayo a su madre tetrapléjica, en coma, no solo es un grito hacia el maltrato, sino también un clamor hacia una educación en igualdad, porque como ella misma dice, al final de la función: «No me voy a callar nunca…ni muerta».
Tras los aplausos, La tinta entre tus dedos pudo conversar con la actriz Ana Rayo y con la directora Natalia Menéndez, dos mujeres que «respiran teatro»:
– Ana, ¿cuál es la enseñanza más valiosa que te brindó tu madre?
Me enseñó lo que significa amar incondicionalmente, a ser libre a través de su libertad y a llegar a mi centro para poder entender el suyo.
– Natalia, cuéntanos un recuerdo imborrable de tus padres, Juanjo Menéndez y Noelle Miquel:
Me inculcaron el poder curativo de la cultura, su gran belleza y su fuerza, y también la necesidad de disfrutar de lo sencillo y del humor.
– Ana, ¿cuánto costó poner en papel cada una de tus palabras, sabiendo lo que estas pesaban?
Muy poco, lo que verdaderamente ha costado es vivirlo. Escribí la obra «del tirón», durante dos meses. Con la ayuda de Natalia, fui dándoles forma a las más de sesenta páginas, hasta sintetizar el texto en las treinta y cuatro páginas que tiene en la actualidad.
– Natalia, ¿cuántas palabras se borraron y cuántas se quedaron para curar las heridas?
Con el texto de Ana, pensamos en el montaje de la obra teatral, en dónde poner los acentos, una mezcla de tragedia y de comedia. Casi no recuerdo ninguna parte eliminada, eso es porque las que quedaron son las que debían estar.
– ¿Cómo ha sido trabajar con Natalia?
Ha sido una feliz experiencia; nos entendemos casi sin palabras, me he dejado guiar por ella en todo momento, no hay nada que me gusta más que me dirijan con talento, cariño y mucho trabajo.
– ¿Qué te enamoró de este proyecto, Natalia, para embarcarte en su dirección?
El disfrute es lo que me enamora y también el dolor que te lleva hacia la luz. Me pone el bello de punta el atrevimiento, el arrojo y las risas de trabajar junto a Ana Rayo.
– Para hacer presente lo ausente y aprender de las pérdidas, ¿necesitamos perdonar?
(Ana Rayo). Sin perdonar no hay evolución posible; el que no perdona a los demás tampoco sabe perdonarse a sí mismo. Si no te perdonas, no avanzas.
(Natalia Menéndez). Hay que pulir la rabia para poder transformar los traumas. Al liberar esos bloqueos, puedes llegar a una cierta paz y valorar el aprendizaje contigo y con los demás. Encontrar el acuerdo con los momentos dolorosos y aligerar su peso, ese es el proceso que he llevado a lo largo de mi vida.
– El humor, entre sarcástico y terapéutico, tan presente en este monólogo, ¿nos ayuda a distanciarnos de nosotros mismos o a enfrentarnos a nuestras propias tragedias?
(Ana Rayo). El humor es una forma de vivir, de no tomarse en serio, de relativizar… No concibo vivir sin humor. Para hacer un «chiste» necesitas ver tu problema desde fuera y reírte de ti mismo.
(Natalia Menéndez). El humor te permite ver la vida desde otro prisma. Si te ríes, te activas y reduces la carga para caminar con liviandad.
– Pese a todo el horror, ¿cómo habéis conseguido, autora y directora, crear un diálogo tan lleno de amor entre una madre y una hija?
(Ana Rayo). Porque esa era la historia. Mi madre me enseñó a amar. Este proyecto está hecho desde el amor, el cuidado, el cariño… Ha sido un proceso intenso y muy amoroso.
(Natalia Menéndez). El amor es la clave para que la vida tenga un sentido apetecible y bello. Es la manera que establezco para poder trabajar con ilusión. Así hemos ensayado, así es la historia de Luz y de Ana, ese era el motivo principal para embarcarnos en Despierta.
– Como responsables de la ambientación escenográfica habéis elegido a grandes profesionales. Habladnos, por favor, de la escenografía de Alfonso Barajas, de la iluminación de Juanjo Llorens, del vestuario de Lorenzo Caprile… Sin olvidar a Mónica Runde como coreógrafa, a Mariano Marín, el creador del espacio sonoro, y las voces en off.
(Ana Rayo). Natalia fue la que reunió a este maravilloso equipo. Creo que una de sus virtudes principales es que se entiende con un creador y luego le deja crear, es respetuosa con el trabajo de los demás hasta el final. Respecto a Mónica Runde, trabajé con ella hace tiempo, pues bailé en su compañía 10&10 Danza. La propia Natalia Menéndez nos juntó en la obra Las cuñadas. Mónica siempre me animó para escribir, ha sido imprescindible para crear el personaje desde el movimiento. Y también puedo hablar del trabajo de Mariano, que le ha dado voz a mi madre con el sonido, y de Juanjo con la luz. Ambos han estado muy presentes en los ensayos y han hecho suyo el texto. La escenografía de Alfonso ha sido un absoluto hallazgo que me hace volar y el vestuario de Lorenzo me acompaña en toda mis etapas, sencillo y maravilloso.
(Natalia Menéndez). Era muy importante elegir un equipo que empatizara con la obra de Ana y con ella misma. Alfonso Barajas y yo teníamos claro que necesitábamos un espacio simbólico, mezcla de texturas y de colores, y que se abriera, como lo hace Ana con su vida. Barajas es un gran creador, humilde y generoso. Junto a Mariano Marín, construimos el sonido desde la cocina de nuestras respectivas casas. Nos conmovió profundamente escuchar a la madre de Ana y buscamos ese lenguaje, clave en la obra, a la que se sumó Juanjo, para ponerle la luz que la madre sugería, y Mónica, que creó el movimiento, con la que llevo años trabajando y con quien me entiendo casi sin hablar. Juntos debíamos encontrar ese código entre la risa y el dolor. Con Lorenzo Caprile abarcamos las épocas vitales y concretamos el homenaje al teatro apuntado por Barajas. En definitiva, entre todos buscamos arropar a Ana desde la imaginación y la poesía.
– En relación con el espacio, ¿la representación de la obra en la Sala Margarita Xirgu, del Teatro Español de Madrid, contribuye a crear esa atmósfera intimista que acompaña a tus palabras?
(Ana Rayo). Es un sueño poder llevar mi texto a una sala pequeña, aunque creo que igualmente podríamos crear esa intimidad en salas enormes, pues la calidad que tiene el montaje lo soportaría perfectamente.
– Hemos escuchado decir a Ana que «nos han programado para ser machistas, homófobos y racistas», pero, ¿cómo abordar la necesidad de educar en la empatía?
(Ana Rayo). Yo diría que, más que en la empatía, habría que criarnos en la diversidad, en la libertad de ser diversos, y, sobre todo, sin etiquetar a nadie. Si no existieran los géneros ni las etiquetas, la empatía sería absoluta. Pero, desgraciadamente, hay demasiada gente que no es libre y que no tolera la libertad del otro, cuya razón de ser es imponer su forma de ver el mundo a los demás, a través de cualquier medio, sin respetar a la persona que no cree o piensa como ella.
(Natalia Menéndez). Considero que deberíamos avanzar hacia la civilización y abandonar al animal, aunque no sea una tarea fácil.
– «Nadie dijo que fuera fácil, pero perpetuar los estereotipos perpetúa las desigualdades, perpetúa los abusos y perpetúa las muertas». ¿Despierta es un homenaje que debemos a todas ellas?
(Ana Rayo). La obra es un homenaje a todas las mujeres y también a todos los hombres que creen en la igualdad y trabajan por ella, porque saben que el patriarcado nos hunde a todos, a ellos y a nosotras.
(Natalia Menéndez). Es un homenaje en forma de grano de arena homenaje, que, no obstante, es de gran utilidad para todas aquellas personas dispuestas a transformarse.
– Ana, en la función expresas que, de pequeña, te habría gustado ser hombre. ¿Y de mayor, qué opináis a este respecto?
(Ana Rayo). En realidad, no quería ser hombre, lo que quería era tener la libertad de los hombres, la libertad de ser, de elegir, de salir, de vivir… Ellos podían hacer cosas que me estaban prohibidas. Hoy veo las limitaciones que tienen ellos y pienso que ser mujer en el siglo XXI, en un país como el nuestro, que está inmerso en un cambio profundo, es un privilegio. Ser mujer me ha obligado a mirar para adentro, a conocerme y a reconocer lo que siento y lo que me pasa. Esto tiene que ver con haberlo tenido muy difícil. Bendigo cada paso que he dado como mujer, pues cada uno de ellos me ha traído hasta aquí.
(Natalia Menéndez). Pedí a Ana que lo expresara de una manera que fuera un símbolo y que se entendiese que una mujer como Ana deseó ser hombre, cuando el hombre no supo ser persona civilizada.
– ¿En qué medida afecta la crítica a la interpretación, a la escritura, a la dirección de una obra de teatro como Despierta?
(Ana Rayo). La crítica es importante para que la gente se acerque a ver una obra u otra. Por lo demás, es el criterio de una persona, que tiene su ideología, su forma de ver el mundo, un criterio propio y único. No me afecta mucho, la verdad.
(Natalia Menéndez). Es necesario que se hable de la obra. Luego, hay que valorar también la forma como se critica, el para qué, el tipo de crítica que se está haciendo, el medio en el que sale, etc.
– ¿Qué retos nos quedan pendientes, en materia de igualdad, en esta sociedad del siglo XXI?
(Ana Rayo). En España, quedan pendientes muchos retos, pero, en otras partes del mundo… Creo que el tema que más me afecta es el derecho al aborto. Hoy sabemos que, en muchas comunidades autónomas de este país, donde el aborto es un derecho legal, es imposible abortar en la sanidad pública. Esto no puede ser: me parece increíble que todos los ginecólogos de esas comunidades sean objetores, no me lo creo. Parece que lo que está pasando es otra cosa. No podemos dar ningún avance por consolidado, hay fuerzas en contra de nuestra libertad de elección por todas partes.
(Natalia Menéndez). Estoy de acuerdo con Ana. Los retos son permanentes, cada día, en todos los sectores y profesiones. La igualdad no se debe dar por hecho, es muy frágil y tenemos una gran responsabilidad, que debemos ejercer en cada momento. En este proceso, sin duda, la educación es fundamental.
– ¿Nuestros jóvenes están preparados para solucionar el problema que se trata en Despierta mejor que los jóvenes de generaciones anteriores?
(Ana Rayo). Nuestros jóvenes no están ni mejor ni peor preparados. Desgraciadamente, mujeres de todas las edades se identifican con alguno de los peores momentos del monólogo, sobre todo, con lo que nosotras llamamos «la lista», cuando enumero los abusos recibidos. Esto parece que no cambia, es terrorífico. De todas formas, creo que, como me dijo Natalia, aunque lo pueden ver mujeres menores de veinte años, es a partir de esta edad el momento adecuado para entender, en profundidad, lo que plantea el monólogo.
(Natalia Menéndez). Es bueno ver esta obra para descubrir que no estás sola, para saber qué hacer en el caso de que te pase algo, para darte cuenta de qué les pasa a otras mujeres… Nadie está preparado para el abuso, pero cuando se habla en alto, cuando se ve una obra con esta temática, se puede ayudar a alguna persona que los haya sufrido.
– Actriz, directora ecléctica de escena, traductora, autora teatral, directora artística del Teatro Español y sus Naves… Natalia Menéndez confiesa que ve el teatro «como un espacio donde, en un mundo plagado de mentiras, se puede decir la verdad». ¿Qué es el teatro para Ana Rayo?
Creo que soy incapaz de mejorar la definición de teatro dada por Natalia. El teatro que me gusta es la verdad absoluta. No porque se tenga la razón, sino porque se presenta la realidad, desde lo artístico, para que te reflejes en ella.
– ¿El teatro permite esa cercanía e inmediatez en tratar asuntos como el abordado en Despierta de una forma más directa que en una película o en una serie de televisión?
(Ana Rayo). El teatro te cuenta la acción en directo. Creo que, después de la reciente pandemia mundial, todos hemos sentido el poder de ver algo en directo que está pasando delante de ti, en ese minuto y que compartes con un grupo de extraños. Es, simplemente, magia.
(Natalia Menéndez). El directo permite creer en la posibilidad de crear ante ti para que sepas que ese momento compartido es irrepetible. Además, viendo Despierta, se puede comprobar que Ana Rayo está llena de luz, de coraje y de ganas de vivir, algo que nos debe aportar esperanza.
– ¿Qué sensaciones os han transmitido los espectadores que ya han visto la representación?
(Ana Rayo). Sería eterno enumerar todas las sensaciones recibidas, porque han sido muchas, pero me quedo con lo que más me ha sorprendido: cada noche, alguna mujer me ha dicho: «Estás contado mi vida». Me parece alucinante cómo lo que nos han hecho a las mujeres es tan sistemático que, contando una historia tremendamente personal, en realidad, estás hablando de la historia de las mujeres en un país y, posiblemente, en el mundo.
(Natalia Menéndez). Hay personas que se han sentido reflejadas, otras se han dado cuenta de la educación y de los comportamientos machistas que intentan remediar. Está siendo una experiencia curativa.
– Un personaje que os gustaría ver sentado en el teatro y poder despertar, con esta obra, su conciencia:
(Ana Rayo). Me gustaría ver sentada, como espectadora, a Isabel Díaz Ayuso, aunque, en realidad, lo que me gustaría sería despertar a los jueces y juezas de este país, invitarles a que se sentaran, despertaran y pudieran llevar esa conciencia a sus sentencias.
(Natalia Menéndez). Por mi parte, me gustaría ver sentadas en el teatro a todas las personas que elaboran los programas educativos de este país.
– Muchas gracias, Ana y Natalia, por vuestra entrega y por vuestro amor al teatro. Esperamos volver a reencontrarnos muy pronto.
Gracias a vosotras.
Abrazando a las madres, La tinta entre tus dedos aventura que, en las próximas publicaciones, dialogaremos con diferentes maneras de entender la maternidad y las relaciones materno-filiales, en compañía de las que son portadoras de vida y el origen de lo que se espera con gran ilusión… Por el momento, os invitamos a descubrir el vídeo promocional de la obra de teatro Despierta, de Ana Rayo.
– Despierta. Ana Rayo (Dramaturgia). Natalia Menéndez (Dirección). Una producción de Teatro Español y Barco Pirata. 2021.
*Imagen de portada y vídeo de la obra Despierta tomados de www.teatroespanol.es.