“Como el niño que enseña lleno de asombro a su madre vestida de color vivo para la fiesta, así quiero mostraros hoy a mi ciudad natal. A la ciudad de Granada”. Así quiere el poeta y dramaturgo, Federico García Lorca, que lo acompañemos por los lugares en los que dejó su esencia. Lorca es Granada con sus dos ríos, el Darro y el Genil, sus ochenta campanarios, sus cuatro mil acequias, sus cincuenta fuentes, con Sierra Nevada y la Alhambra como escenarios poéticos, reflejos de emociones y de historias. El poeta, el dramaturgo, el hijo, el hermano, el amigo, el alumno vivió tantas vidas como las de aquellos que lo apreciaron y odiaron. Su intensa existencia se resume en dos etapas vitales: la de la niñez y la de la juventud. Su localidad natal, Fuente Vaqueros, y la ciudad de la Alhambra son los lugares que le vieron nacer y morir.

En Fuente Vaqueros se encuentra la casa natal del poeta en el marco del paisaje rural de la Vega de Granada. En dicha localidad pronunció su Alocución a Fuente Vaqueros, escrita con motivo de la inauguración de la biblioteca y donde destacó “el trabajo que ha costado al hombre llegar a hacer libros para ponerlos en todas las manos” y explicar a sus paisanos el orgullo que sentía, pues: “cuando en Madrid o en otro sitio me preguntan el lugar de mi nacimiento, yo digo que nací en Fuente Vaqueros, para que la gloria o la fama que haya de hacer en mí caiga también sobre este simpatiquísimo, sobre este modernísimo, sobre este jugoso y liberal pueblo de la Fuente”. Entre el reconocimiento y el elogio, en ese mismo discurso también existen afirmaciones llenas de reivindicación social, como cuando Lorca anuncia: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales”.

El escritor y su familia se trasladaron de Fuente Vaqueros a la Asquerosa, pueblos muy próximos, debido a los negocios agrícolas del padre de Federico, pues la Asquerosa era una tierra fértil con un desafortunado nombre producto de la derivación defectiva de su auténtica denominación: Aguarosa o Acuerosa. Aprovechando que fue el primer pueblo de Europa en el que se sembró tabaco rubio procedente de América y para evitar el hecho de que sus habitantes siguieran siendo conocidos por el gentilicio de los asquerosos, el pueblo cambió su nombre a Valderrubio. Allí se encuentra la que fuera la casa de Frasquita Alba y sus hijas, en quienes Lorca se inspiró para su obra de teatro La casa de Bernarda Alba, convertida, desde 2018, en Casa-Museo.

En 1908 Lorca, junto con sus padres y hermanos, se trasladó a Granada, a una casa de la Acera del Darro. La familia también compró la Huerta de San Vicente donde construyó una casa de campo en la que pasar los calurosos veranos granadinos. El nombre original de la Huerta era de los Mudos, pero el padre de Federico se lo cambió como homenaje a su mujer, Vicenta Lorca Romero. En la Huerta de San Vicente, el poeta y dramaturgo escribió las obras más importantes de su carrera literaria y de allí escapó, tras la sublevación del 36, a la casa de los Rosales. Yerma, Bodas de sangre, Romancero gitano, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, El Público o Así que pasen cinco años nacieron o maduraron en esa casa. En este lugar Lorca pasó muchas de sus mejores y peores horas de juventud: las rupturas amorosas, el deseo insatisfecho, el desasosiego por las críticas a algunas de sus obras, y sobre ese lugar se cernió, a partir de julio de 1936, la tragedia.

Antes de su funesto final, en la ciudad granadina Lorca también llevó a cabo una intensa vida social, como cuando acudía a la tertulia de El Rinconcillo, en el café Alameda, ya desaparecido y cuyo solar ocupa hoy el restaurante Chikito, espacio donde, guardando fidelidad a la memoria de lo que fue, sigue sentado Lorca en un rincón, a punto de escribir sobre un papel, como si acabara de llegar de la casa de su amigo Manuel de Falla, convertida en Museo desde 1962, en el Carmen de la Antequeruela, lugar que Lorca visitaba frecuentemente.

La participación en las tertulias literarias de la ciudad y la compañía de sus buenos amigos alimentaron el espíritu creador de Lorca, junto con los bellos paisajes que su ciudad le ofrecía, como el Mirador de San Nicolás, un elemento constante de inspiración para Federico, gracias a las excursiones que emprendía por el Albaicín y las largas paradas que realizaba para contemplar la Alhambra: “San Miguel lleno de encajes / en la alcoba de su torre, / enseña sus bellos muslos/ ceñidos por los faroles” (Romancero gitano, Federico García Lorca).

En la Carrera del Darro se encuentra también una placa en recuerdo a Mariana Pineda, “que murió en defensa de la libertad”, sobre la fachada de su casa familiar, que el Ayuntamiento de Granada le dedicó, con motivo de la celebración del bicentenario de su nacimiento, a esta heroína emblemática de la Granada liberal y romántica, cuya historia trágica animó a Lorca a escribir su célebre obra de teatro: “Yo soy la misma Libertad. Doy mi sangre, / que es tu sangre y la sangre de todas las criaturas. […] El hombre es un cautivo y no puede librarse. ¡Libertad en lo alto! Libertad verdadera” (Mariana Pineda, Federico García Lorca).

En la ciudad andaluza también se localiza el Centro Federico García Lorca, una institución cultural destinada a la investigación y difusión de su producción literaria. El edificio vanguardista, inaugurado en 2015, cuenta con una biblioteca dotada con una cámara acorazada, construida en acero, que alberga los cinco mil manuscritos del legado de Lorca, así como otros tres mil de diferentes autores.

La vida sentida con emoción, vivida con urgencia, convertida en literatura, conjugando tradición y vanguardia, aunando biografía y creación literaria. En Granada se enlazan la escritura de Lorca y los paisajes que le maravillaron. Pero la ciudad también es un cancionero de ausencias, de pérdidas, de demoliciones como la de la Librería Ganivet, situada en la Avenida Reyes Católicos, donde Gabriel García Maroto editó el primer poemario de Lorca; la del Ateneo Científico, Literario y Artístico, en la Plaza del Campillo, al que el poeta acudió en 1926 para participar en el acto inaugural de la nueva sede con la conferencia titulada Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos; o la del Teatro de Isabel la Católica, en la Plaza Campos Elíseos, donde, en 1932, La Barraca ofreció una representación de La vida es sueño, de Calderón de la Barca.

En este viaje hemos conocido otra Granada, la de su poeta y dramaturgo más admirado. Hemos creído cerrar un círculo que nunca se agota porque siempre habrá algo que descubrir en la bella ciudad de la Alhambra. “Nos vamos y Granada se queda. Eterna en el tiempo y fugitiva en estas pobres manos del más pequeño de sus hijos” (Granada. Federico García Lorca. Mapa literario 1909-1936. Granada en un poeta).

Esperamos que este cuaderno de viaje por la Granada de Lorca anime a los lectores de leonoticias.com a seguirnos en redes sociales (@tintaentusdedos), a continuar la aventura literaria en nuestro blog latintaentretusdedos y a descubrir todas las lecturas que Granada entraña o simplemente a viajar por los lugares que la convierten en una ciudad única:

“Del olivo,

me retiro,

del esparto

yo me aparto,

del sarmiento

me arrepiento

de haberte querido tanto”.

(“Los reyes de la baraja”, Federico García Lorca).

Granada. Federico García Lorca. Mapa literario (1909-1936). Granada en un poeta. Un proyecto original de Aventuras literarias.

12 poemas de Federico García Lorca (ilustrados por Gabriel Pacheco). Editora Kalandraka. Pontevedra. 2014. 36 páginas.