«A nuestra edad ya somos demasiado viejos para morir jóvenes».

Mar Izkue nació en Pamplona, ciudad en la que estudió Derecho. Ha vivido en varios países europeos como Reino Unido, Holanda o Alemania. Después de años dedicada al comercio internacional, decidió volcarse en su auténtica pasión: la escritura de historias que a ella misma le gustaría leer. Su novela El ático, publicada por Ediciones Versátil, nos permite conocer al inspector de policía Mario Elizondo y a cuatro mujeres –Lucía, Marilia, Rebeca y Elena−, la mujer y las amigas de Martín Sanabria, el hombre que se ha precipitado desde la terraza de un ático en el centro de Madrid. Todos ellos cuentan la historia compartida desde su propia voz narrativa. Esta visión pluriperspectivista de un mismo hecho conduce al lector por una trama llena de intriga que le hace cuestionarse los límites de la amistad y la necesidad de contar o callar la verdad.

La tinta conoció a la escritora Mar Izkue en pleno centro de Madrid, una calurosa tarde de finales de este verano de 2021, cuando su novela acababa de publicarse. Junto a ella nos cuestionamos cuán de intrincado es el universo femenino de la novela, que parece inescrutable, y cómo las mujeres podemos parecer cómplices y ser, en realidad, rivales…

– ¿Recuerdas el primer libro que leíste, Mar?

En mi casa había bastantes libros y poco control sobre lo que leía. Aprendí muy pronto a leer y me lancé de lleno. Así que no recuerdo el primer libro, pero sí que muy pequeña andaba leyendo Tres ratoncitos ciegos que, pese al título, no es un libro infantil sino una novela de Agatha Christie. Imagino que no entendí mucho.

– ¿Y la primera historia que escribiste?

Lo primero que recuerdo es que a los seis o siete años por desgracia nos dejó una compañera de colegio, María Pilar. La profesora nos pidió escribir unas letras recordándola y eligieron mi redacción para dársela a la madre quien, tiempo después, vino a mi casa y me mostró con cuánta emoción la había recibido. Aún recuerdo con claridad lo que sentí en ese momento.

– ¿Qué personaje literario te hubiera gustado crear?

Tal vez Ismael, porque, aunque no es el gran protagonista de Moby Dick, ese comienzo: “Llamadme Ismael” es uno de los más reconocidos universalmente en la literatura.

– Un momento, un lugar y una canción para escribir…

Cuando puedo, mi escritorio, silencio.

– ¿Cómo surgió la novela El ático?

Quería contar una historia que atrapara al lector, que la intriga le impulsara a pasar página tras página y que, al mismo tiempo, nos mostrara las múltiples caras de la verdad.

– ¿Por qué has publicado tu novela en Ediciones Versátil?

Por la buena selección de libros que editan y porque desde el principio les apasionó la novela y apostaron por mí.

«Más que sitios que visitar o libros que leer, lo que hay en este mundo son mujeres que conocer antes de morir». ¿Qué va a encontrar el lector si se asoma a la terraza de este ático?

Primero que tenga cuidado por si cae… o le empujan… Después, encontrará suspense, intriga, una trama que le atrapará de principio a fin y le impulsará a no parar de leer, aunque, de vez en cuando, quiera detenerse a subrayar algunas frases. Y mientras pasa rápido las páginas hallará una historia sobre la lealtad, los entresijos de la amistad femenina, los sueños rotos.

– Los relatos en primera persona de cuatro mujeres y del inspector que investiga el asesinato o suicidio de Martín, un profesor –«flaco, [de] aspecto enfermizo, ojos pequeños de color indeterminado»−, nos permiten comprender la trama de la novela. ¿Son estas mujeres amigas o enemigas?

Que sea el lector quien lo juzgue, pero yo estoy convencida de que son amigas. Es una larga amistad entre mujeres que perdura, o no, frente a los embates de la vida. Claro que la amistad no es algo simple sino complejo y, por tanto, muy preciado.

– «Más daño hacen amigos necios que enemigos descubiertos». ¿Qué opinas de esta frase que Marilia le dice a Lucía?

La gente a la que permites entrar y quedarse en tu vida son los que más daño, pero sobre todo más bien, pueden hacerte.

– «Si algo tienen en común las personas, es que todas mienten. Solo se diferencian en las distintas razones por las que lo hacen». Un rasgo que defina a Lucía, Marilia, Rebeca y Elena…

Tomo las palabras de Elena: «Él no sabía lo que es querer como yo quería a Lucía, con sus aires de superioridad y su cariño maternal; a Marilia, con sus contradicciones y su afán protector; a Rebeca, con sus envidias y su nobleza. Yo las quería a todas, las quería de verdad». Y de Elena diría que es una gran amiga.

– «Hay mentiras que cuidan más la amistad que la verdad desnuda». ¿El universo femenino es tan complejo como se teje en la novela?

Supongo que depende de la perspectiva. Yo creo, más bien, que es un universo muy rico en matices y en valores.

– «Hay cosas que no se dicen, ni siquiera entre amigas». ¿Compartes esta acusación que Elena le lanza a Lucía?

Más que una acusación es una opinión. El ático está contado en primera persona por varios personajes que expresan sin filtro sus opiniones y sentimientos buscando la reacción y, a menudo, la empatía del lector, quien en ocasiones compartirá estas opiniones y sentimientos, y otras no. Personalmente, pienso que algunas personas callan o callamos cosas, aunque no siempre sea la opción correcta.

– «¿A qué sabía el primer beso […]? Sabía a hambre, a piel, a saliva, a prisa». ¿El amor es nuestra mayor debilidad?

Tal vez lo sea, el amor en todas sus formas. Solo moriríamos por aquellos sin los cuales no podríamos vivir, así que supongo que sí.

– ¿Cómo es el inspector de la novela, Mario Elizondo?

Es un policía del norte que vino a Madrid por amor. Acabó siendo policía por buscar una salida laboral ante la crisis, así que su vocación, como él mismo dice, no es husmear entre las miserias de la gente. Pero es bueno en su trabajo porque es empático, inteligente, tiene sólidos principios y una sed inagotable de la verdad. Le han hecho daño en el amor y se enfrenta a cierta crisis personal. Se da cuenta, como el resto de los personajes, de que en definitiva «hacerse mayor era esto», que los sueños de adolescencia no siempre se cumplen, sobre todo si no luchas por ellos.

– «Si no quieres decepciones, no te hagas ilusiones». ¿Cómo sobreponerse a una traición?

Creo que primero es necesario un periodo de duelo. Y luego convendría analizar si estás realmente ante una traición o es otra cosa, y si pierdes más que ganas apartando de tu vida al responsable de esa traición.

– «Dudará más, dudarán de ella, se sabrá frágil; peleará más cada victoria y así elegirá mejor sus batallas; será valiente para atreverse a llorar, a dar vida, quizás». La maternidad tiene un peso fundamental en la intriga, ¿qué papel crees que juega en esta sociedad del siglo XXI?

Por primera vez, y sin cuestionar planteamientos morales y de todo tipo, es una opción. Es una opción el decidir sí o no, cuándo y cómo. También hay cada vez más modelos de cómo ejercer los roles de mujer y madre. Al mismo tiempo, juega un papel muy importante y supongo que lo hará siempre, porque el tener hijos afecta mucho a nuestras vidas y el no tenerlos también las define en cierta medida.

– ¿Madrid es un personaje más de esta historia? ¿Qué tiene de especial la ciudad para ser un escenario tan potente en tu novela?

Es sobre todo Mario Elizondo quien, al compartir conmigo ese origen foráneo (ambos somos del norte, de Navarra para ser exactos) tiene una mirada más fresca ante la ciudad, que le permite disfrutar de sus rincones. El Madrid que aparece en El ático es, principalmente, el Madrid antiguo en torno al Museo Reina Sofía, un Madrid muy reconocible para cualquiera, aunque sea de fuera: el Barrio de las Letras, Lavapiés, la estación de Atocha, el Paseo del Prado, el Retiro… Es un Madrid con mucha vida y mucha historia también, de calles estrechas y viejas casas de poca altura en el que te topas con edificios de varios siglos; te maravillas ante la mezcla de lo moderno y lo tradicional que se da, por ejemplo, en sus mercados; pasas de curiosear los escaparates de pequeños locales con encanto a alzar la vista ante un museo de renombre internacional… En realidad, a quien visite Madrid le aconsejaría hacer una ruta y perderse por los lugares mencionados en El ático.

«Los recuerdos son siempre vulgares cuando los vivimos, es solo la memoria quien los hace especiales al rescatarlos». El pasado tiene un peso fundamental en las relaciones interpersonales que has construido, ¿qué clase de poder posee para volver siempre una y otra vez a nuestra vida?

Creo que tiene más poder cuando te relacionas con gente que comparte tu pasado, como es el caso de la novela. Su poder radica en que es de allí de donde venimos y nuestros orígenes tienen siempre peso en nuestras vidas. Pero, al mismo tiempo, a veces la vida nos sorprende con un hecho inesperado, como les pasa a los protagonistas, que nos ayuda a dejar atrás el pasado y enfrentarnos al futuro de un modo renovado.

– Nuevos proyectos literarios…

Estoy corrigiendo una historia con la que volveremos a saber más de los personajes de El ático enfrentándose a nuevas intrigas… y con alguna sorpresa, por supuesto.

Agradecemos a Mar las respuestas a nuestras preguntas e invitamos a nuestros lectores a descubrir esta novela de intriga e investigación policial y a ver el vídeo que la autora grabó en exclusiva para La tinta.

– El ático. Mar Izkue. Ediciones Versátil. Barcelona. 262 páginas.