«Gran parte de los misterios de la Literatura para adultos está en la Literatura infantil y juvenil».

Patricia García-Rojo Cantón es una mujer que ama la novela y la poesía. Su familia le regaló una infancia llena de cuentos y lápices de colores, así que pronto comenzó a jugar con las palabras y a dibujar mundos imposibles. Se le iluminan los ojos cuando recuerda que sus inicios como escritora se los debe a un profesor del instituto, de Lengua y Literatura, que despertó su vocación y la alentó a presentar sus relatos a diversos concursos literarios.

Tras estudiar Filología Hispánica en la Universidad de Jaén, deseosa de conocer su herramienta de trabajo, en 2007, ganó el Premio Andalucía Joven de Narrativa con la novela La Fábrica Creátor (Berenice), lo que le permitió publicar la saga Los Portales de Éldonon, formada por Los Cines Somnios (2011), La última Musa (2013) y La Sede de los Imaginatos (2014). En 2012, tras casi siete años dando a conocer sus versos en el blog «Ridícula Calamidad», publicó, con Ediciones Torremozas, Amar es aquí. Posteriormente, comenzó a desarrollar una nueva faceta como escritora para niños, con el proyecto Esto no es (solo) un diario, de la Editorial SM. En 2015, ganó el Premio Gran Angular con la novela El mar y en 2016 obtuvo el Premio Hache con Lobo. El camino de la venganza. En 2018, Las once vidas de Uria-ha fue finalista de los Premios Kelvin. En 2019 vio la luz Yo soy Alexander Cuervo, finalista también de los Premios Kelvin y los Premios Templis, en 2020. En el campo de la narrativa infantil disfrutamos, a partir de 2017, de su serie La pandilla de la Lupa (Barco de Vapor) y en 2019 la novela El secreto de Olga o «la aventura de una niña en un mundo cubierto de basura» fue reconocida con el Premio Ciudad de Málaga. Unos meses después del lanzamiento en 2018 de El asesino de Alfas, la primera parte de una trilogía de ciencia ficción que, según nos relata la propia autora, nació de varios sueños, se publicó La cámara del monarca, historia que se ha completado este 2021 con El duelo de sucesión.

– Patricia, ya desde tus comienzos literarios, mostraste predilección por el público juvenil.

Así es. Precisamente, mi primera novela carecía de pretensión de difusión pública. La escribí para regalársela unas Navidades, a mi prima Marina, que, por aquel entonces, tenía once años. A partir de ahí comencé a descubrir la fantasía, que es el género en el que me siento más cómoda. Pronto me di cuenta de que era un mercado abierto, con propuestas más innovadoras que el mercado adulto, que el mundo de la Literatura infantil y juvenil era un mundo cálido, donde todos los autores son familia y los lectores, tremendamente apasionados. «Y esto es amor, quien lo probó, lo sabe…».

Teniendo en cuenta este género en el que te mueves, creemos que podemos adivinar cuáles han sido tus referentes…

(Risas). Desde Tolkien, pasando por Louise Cooper, Michael Ende, Laura Gallego y tantos grandes maestros de la Literatura… Pero también me ha influido mucho Jostein Gaarder, por esa capacidad magistral de crear mundos imaginarios a partir de la realidad. 

Tú te mueves también en esa dicotomía, ¿no?

Sí, durante toda mi infancia me acompañaron las historias de Tolkien, el espíritu del Capitán Planeta o el mundo de Los Cinco, de Enid Blyton, de los que aprendí el manejo de los tiempos o el placer de la aventura y la reflexión. 

– ¿Hay un poco o mucho de esa filosofía de Gaarder −a la que antes aludías− también en tus novelas?

La Filosofía y las Bellas Artes son mis dos carreras frustradas; son los caminos que abandoné para dedicarme a la Filología. Las dos me apasionan y me han tentado siempre. Al final, uno refleja lo que le mueve y lo que le conmueve.

– Sin duda, ambas disciplinas, están en tus palabras. Tú eres una escritora visual.

Cuando escribo, veo lo que estoy narrando como si estuviera preparando el escenario de una obra de teatro. Sí, mi Literatura es tremendamente visual.

– Te defines como una escritora de mapas…

¡Totalmente! Si no, no podría trabajar. Vosotras ya sabéis que, durante el curso, disponemos de muy poco tiempo.

– Tu literatura rebosa optimismo, combina la aventura, con la cotidianidad y con el medio ambiente. ¡Qué elementos tan importantes para la formación de los jóvenes!, ¿no crees?

Totalmente de acuerdo, aunque de todo esto somos conscientes «a posteriori». Yo lo descubro a través de los lectores, a través de la crítica. Todavía me siento una niña cuando escribo en esa permanente búsqueda de aprendizaje. Creo que se trasluce en mis letras lo que soy y lo que pienso. En este sentido, prefiero una Literatura de contravalores, que genera un lector mucho más crítico.

– Patricia, háblanos de El mar y de cómo te sumerges en esta maravilla que comienza así: «Vivo en un tejado, tengo un barco hecho en su mayor parte de corcho blanco, una piedra mágica y una novia que no me lo creo. Aunque eso no siempre ha sido así. Por eso lo cuento». 

El mar es un libro mágico, que surge, un verano, tumbada, al lado de Nacho, en la playa de Fuengirola. Al darme la vuelta y ver todo ese horizonte de edificios, me imaginé qué pasaría si hubiese un tsunami, hasta dónde llegaría el agua, cómo vivirían los supervivientes en los tejados de las casas y vi a Rob, con la piedra rosa, a Gino, a Mamá Medusa… Es el libro que he ideado más rápido; se concibió esa misma mañana. El mar es un libro muy especial para mí porque lo escribí un año antes de casarnos y recoge toda esa filosofía que queríamos mantener en común.

Un canto a la vida sencilla, a la búsqueda de la felicidad en los pequeños detalles, donde lo extraordinario se hace cotidiano y lo cotidiano se hace heroico. Una historia de amor, de tejados y de alta mar. Una novela para amar el mar y enamorarse de Patricia y de las bellísimas ilustraciones de Iratxe López. ¿Qué supuso para ti el galardón de Gran Angular?

A lo mejor suena tópico, pero fue un sueño hecho realidad. Después de comenzar a publicar, mi siguiente meta era trabajar con SM y, una vez que Lobo. El camino de la venganza lo consiguió, me planteé seriamente obtener el Premio Gran Angular. ¡Pero, no lo esperaba! Cuando el jurado me llamó, me senté en el suelo para tranquilizarme. Nacho y yo estábamos en Budapest, en nuestra luna de miel, y ganar este premio supuso la confirmación de que podía seguir apostando por mi camino y por construir mi voz como escritora.

El mar podría ser una novela distópica, pero va mucho más allá, porque Rob es un superviviente. Sin dramas, sin sueños atormentados, construye una vida humilde, con el único deseo de «pensar caminos fáciles para la felicidad». Rob es un ser humano enamorado, durmiendo en un tejado. «Yo soy feliz. Y en el mar eso es lo único que importa al final del día, poder acostarse bajo las estrellas con el espíritu en paz, aunque te rujan un poco las tripas». ¿Hay mucho de Patricia en Rob?

Yo siempre digo que Rob es quien yo quiero ser de mayor. Me gustaría ser como él. Es uno de mis personajes predilectos. Me encanta su frescura, su apuesta continua por lo sencillo, su clarividencia y su optimismo después de haberlo perdido todo. Me fascina. 

– Centrémonos ahora en tu poesía. ¿A qué le sabe El café de por las tardes a Patricia?

El café de por las tardes es mi café preferido del día. Y, además, es un café que ganó un significado especial para mí cuando Nacho vino a vivir conmigo, porque ya no era un café en solitario. Es un momento de recogimiento entre los dos, cuando, al final de la tarde, se ha acabado el ruido del día y nos sentamos juntos a compartir cómo hemos vivido la jornada. El café de por las tardes sabe a nuestros primeros años juntos, a superación, tras la muerte de mi abuelo o de algunos amigos, pero todo ello desde un punto de vista luminoso, porque, como nos enseñó Gloria Fuertes, el dolor y el humor combinan de una manera magnífica.        

– ¿Y qué recuerdos guardas de ese Cumpleaños número 15, editado por Ediciones Torremozas e ilustrado por Nacho?

Es un poemario que funciona como el diario de una adolescente, un conjunto de micropoemas que decido realizar para acercar la poesía a los adolescentes. Es una apuesta que surgió en una de mis clases, cuando me di cuenta de que mis alumnos recibían la poesía como algo lejano y extraño a lo que no se podían acercar, algo que, cuando se entendía, no podía ser poesía porque, por ejemplo, no rimaba. Esa tarde comencé a fantasear con crear un puente y, poco a poco, se fueron desgranando los poemas breves y directos, con imágenes sencillas y juegos de palabras cercanos, para que cuando los leyesen pensasen que algo parecido podría salir de sus manos, que todos en algún momento somos poetas. Cumpleaños número 15 es mi particular intento de hacer sentir a mis alumnos que las palabras no solo describen el mundo o relatan acciones, sino que pueden definirnos, dibujarnos, explicarnos, convertirse en pregunta o en respuesta y que con quince años somos más poetas que nunca. 

– ¿Qué crees que nos queda todavía por aprender de la Literatura infantil y juvenil?

¡Tanto!  ¡Qué pena que haya tantos prejuicios en España con la Literatura infantil y juvenil! Aquí sigue primando la concepción de que es una Literatura menor y seguimos creyendo que es un género adoctrinante. Este error, que muchas veces fomentan las editoriales de la Literatura infantil y juvenil como «Literatura de prospecto», creo que es muy nocivo para la visión que el mundo adulto tiene de esta, cuando tenemos joyas magníficas como Pedro Mañas, Ana Campoy, Diego Arboleda, Sara Cano, Begoña Oro, Mónica Rodríguez o el maestro Roberto Santiago. Yo leo muchísima Literatura infantil; de hecho, «mi café de las tardes» va acompañado, en otoño, de un libro de Literatura infantil. Y regalo muchos de estos libros. Gran parte de los misterios de la Literatura para adultos está en la Literatura infantil y juvenil, con una sencillez aplastante, como si se tratara del trabajo de un orfebre.

– ¿Qué nos falta a los docentes para saber acercar estos diamantes al aula?

Primeramente, sería necesario separar, en dos materias diferentes, la Lengua y la Literatura, darnos cuenta de que tenemos un currículo excesivamente gramatical y de que hay muchas cosas que no estamos trabajando bien porque nos fiamos excesivamente de los libros de texto. Eso requiere tiempo, riesgo, una gran dosis de compromiso y de trabajo en equipo. 

– ¿Qué proyectos tienes ahora mismo?                 

Este año va a ser un año infantil. Tengo proyectos muy bonitos. Estoy muy contenta porque vuelvo a trabajar con mi marido para la editorial Algar, una novela ambientada en Copenhague, y, además, tengo un proyecto con un colega, que va a ser un bombazo….

– Un ritmo frenético…

Desgraciadamente, en el mundo del libro actual, si no publicas a un ritmo determinado no existes. Es terrible, porque participamos todos de una vorágine incoherente con el medio ambiente, incoherente con el lector y con la realidad lectora de este país. Pero, al final, si no entras en este carrusel de locura, desapareces y dejan de llegarte ofertas. 

La entrevista llega a su fin. Nos despedimos de Patricia, en El Retiro, con la complicidad que nos brinda Madrid, una cálida tarde de septiembre, mes, que como ella misma escribe «tiene un algo de deseo, de encender el té y apagar las olas, de leer hasta que la luz se caiga, de sillón blanco y ventanas entrecerradas. Comienza a oler a otoño y a jengibre, a clavo y a canela entre el salitre. Hay un algo de estirar las horas para poner de puntillas el último rayo de sol que llega hasta el pino de la terraza».

Y nosotros, los de entonces, ¿seguiremos siendo los mismos tras ese verano que se fue? Con el recuerdo aún presente de una conversación amena y distendida con Patricia García-Rojo, invitamos a nuestros lectores a mirar, como ella, nuevos tejados…

El mar. Patricia García-Rojo. SM. Madrid. 2015. 264 páginas.

– Cumpleaños número 15. Patricia García-Rojo y Nacho Pangua Méndez. Ediciones Torremozas. Madrid. 2016. 68 páginas.

El café de por las tardes. Patricia García Rojo. Editorial Universidad de Jaén. Jaén. 2018. 56 páginas.

– ridiculacalamidad.blogspot.com y trampasycarton.blogspot.com.