«Nada −ni en el comportamiento, ni en la actitud, ni en el lenguaje, ni en la forma de pensar, moverse o vestir, ni nada que una mujer pueda hacer o ser− justifica que sea agredida, abusada, violada o asesinada. Nada».

Miguel Sáez Carral es periodista, guionista y escritor. Ha sido redactor de la agencia EFE, jefe de guion de la serie Al salir de clase (1997. Premio Ondas a la mejor serie de televisión en 2001), creador de las series de ficción Sin tetas no hay paraíso (2008), Homicidios (2011) y Apaches (2017), de la que fue, además, productor ejecutivo, y coguionista de la serie televisiva Sequía (2022). Como novelista, ha publicado El tiempo de las arañas (1997), Apaches (2014), Una mujer infiel (2018), El niño que perdió la guerra , en formato audible, y Ni Una Más, ambas novelas publicadas en 2021.

Ni Una Más es una novela trepidante, que desorienta al lector y le hace replantearse sus ideas preconcebidas, impulsándolo a seguir leyendo cada capítulo bajo el prisma de lo que no pensaba que podría ocurrir. «Todos piensan que es mentira. Solo ella sabe la verdad». Alma, la protagonista de la novela, tiene diecisiete años y estudia 2.º de Bachillerato en el Liceo Martín B. Fuma hierba y se emborracha de vez en cuando, tiene sus primeras experiencias sexuales, está enamorada de David, el hermano de su mejor amiga, tiene problemas de comunicación con sus padres, se siente una incomprendida, pasa mucho tiempo malhumorada, no va bien en los estudios y camina peligrosamente por el limite de lo prohibido.Greta también es una adolescente que comparte con Alma su tiempo y que se enamora de una persona mayor que ella. Natacha, Nata, sale con Alberto, con quien mantiene una relación tan tóxica y adictiva. Pablo y Vero son los padres de Alma, perdidos y asustados en el universo adolescente que los atrapan y del que muchas veces les gustaría salir huyendo. David es un dealer que se ve obligado a traficar con hierba debido a la mala situación económica que hay en casa; Hernán siempre ha querido ser algo más que un amigo para Alma;Kevin y Jota son dos tipos peligrosos, al igual que Christian… Todos estos personajes forman las piezas de un rompecabezas en el que lo anecdótico también es importante para poder cicatrizar las heridas y seguir viviendo, y en el que es necesario focalizar la atención en los problemas psicológicos que padecen los adolescentes ante la violencia sexual, intimidadora, agresión, a veces silenciada y ocultada por miedo, por vergüenza, por inseguridad, por una sociedad que aún debe gritar más alto «¡NI UNA MÁS!», creyendo a las víctimas y actuando sin reservas, con una justicia efectiva, contra aquellos que acosan, abusan, violan o matan a las mujeres, pues «¡NO ES NO!»  

El creador de todo este universo de instantes cruzados, de realidades violentas, de denuncia social, Miguel Sáez Carral, ha hablado para La tinta entre tus dedos :

– «En el descanso de media mañana los alumnos del último curso de secundaria se agolpan junto a la valla que rodea el instituto y observan con envidia la libertad de los de bachillerato, que pueden salir a la calle, ir a fumar tabaco o hierba oa tomar algo al café cercano. En sus mentes se materializa el deseo de ser como ellos. Casi lo pueden tocar con la punta de los dedos». ¿Cómo ha sido «meterte» en la mente de unos adolescentes y narrar con tanta precisión y realismo sus vivencias y pensamientos?

Observar es una de las mejores armas de un escritor. Estar atento a lo que se dice y lo que se hace a tu alrededor te da la posibilidad de trasladar después al papel escenas y personajes que contienen verdad. Y, además, tengo una hija que acaba de dejar atrás la adolescencia. Son muchos años de haber vivido en primera persona ese momento tan efervescente y al mismo tiempo tan atormentado. Muchos años de observar y de escuchar para llevar a cabo, a continuación, la reflexión sobre lo visto y lo escuchado. Con ejemplos cercanos es como he construido el mundo de Alma y sus amigas.   

– «En ese tiempo ha recibido millas de solicitudes de amistad de gente que solo quiere insultarla. La llaman «asquerosa», «puta», «guarra», «perra» y «basura». Muchas chicas la acusan de jugar con algo muy serio: «No tienes perdón». La acusan de ser una «puta que solo quiere llamar la atención». Otros escriben que deben ser castigados por lo que ha hecho. Algunos mensajes dan miedo». ¿Las redes sociales son campos de tiro en los que se disparan sin piedad?

Se sugiere que es el anonimato que proporciona las redes sociales lo que provoca la violencia, la agresividad, los insultos y los comentarios crueles. Pero las redes sólo son un reflejo de lo que ocurre en la sociedad civil. Esa ira, ese resentimiento, ese odio por el que es diferente a nosotros, esa necesidad de juzgar con dureza todo lo que no está dentro de nuestros parámetros, ese disfrute que proporciona el despedazar emocionalmente al otro, todo eso está en la conducta humana. Las redes sociales lo hacen más notorio, mucho más público, pero insisto en que es algo que ya está presente en la sociedad. En este sentido, siempre he defendido que la pedagogía es el camino para cambiar las cosas, ahora bien, ¿cuánta pedagogía hace falta para cambiar a toda una sociedad? Creo que la respuesta sin reservas es que hace falta mucha pedagogía para promover y lograr el cambio social.   

En ocasiones, las chicas reproducen una imagen hipersexualizada en sus perfiles de las redes sociales, en lo que modelos suben diariamente en los reels , en lo que publican en sus muros de Instagram… «Esos que imitan a chicas famosas, esas imágenes hipersexualizadas de adolescentes son una mierda y solo atraen la mirada de gente mala». ¿Qué hacer ante esa sobreexposición mediática?

Las adolescentes repiten estereotipos que reciben a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Y no es una casualidad que uno de esos roles que se les incita a repetir sea el de unas modelos hipersexualizadas. Creo que forma parte de la respuesta del sistema patriarcal a la revolución feminista. 

En cuanto a la frase entrecomillada, es parte del diálogo de uno de los personajes masculinos de la novela. Con ella el personaje quiere justificar «una futura y posible agresión» sobre la víctima, pretende sugerir que tener un comportamiento determinado justifica una agresión cuando, en realidad, jamás puede ser así. Además, a los depredadores sexuales no les hace falta ninguna incitación para motivar su comportamiento. La culpa nunca es de las víctimas.

– Alma, Berta o Nata son víctimas de verdugos que a veces se desdibujan porque no conocemos su nombre propio. ¿Es más necesario hacer uso de las víctimas, nombrándolas, definiéndolas, mostrándolas tal y como son, vulnerables, que en sus acosadores, violadores, depredadores o asesinos?

Sí, creo que la idea de quitar el nombre propio al depredador sexual responde a la intención de quitarle un atributo de un ser humano.

– Uno de los personajes le recrimina a Alma lo siguiente: «No puedes hacer algo así, ¿me entiendes? No lo vas a hacer. No puedes jugar a ser una víctima. Esto no es un juego». Alma, después de una discusión familiar, siente el peso de la culpa sobre sus hombros y se llega a preguntar: «¿Por qué tiene que disculparse? Al fin y al cabo, no ha hecho nada malo, ella es la víctima». En otro momento, se cuestiona a sí mismo al preguntarse: «¿Y si tienen razón? ¿Y si todo eso le estaba ocurriendo porque ella lo había provocado?».¿Qué hacemos con las víctimas de las que se pone en duda su versión de lo que les ha pasado, de las que son insultadas, apartadas, humilladas, a las que la justicia no cree o no encuentra pruebas para condenar a sus verdugos…?

Como ocurrió con los casos de Nancy Coleman y Daisy Miller –y muchos otros, aunque solo cito estos porque la combinación de apellidos es la que usa Alma para su identidad falsa en Instagram–, el infierno comienza tras denunciar a sus agresores y eso es terrible. Cuando  una mujer denuncia, lo primero que ocurre es que su testimonio se pone en duda. Enfrentarse al sistema judicial ya la exposición mediática es muy dura, pero supongo que no más que la mirada de amigos, familiares y conocidos. Y gestionar el miedo, la vergüenza y la culpa, que son sentimientos comunes en todas las víctimas, debe de ser una de las experiencias más duras del mundo. Por eso entiendo que haya víctimas que decidan guardar silencio, aunque esto no debería ser una opción.Como dice Marai Larasi en la cita que abre la novela: «Hay un muro de silencio en torno a la violencia contra las mujeres y las niñas y casa vez que una mujer habla, crea una pequeña grieta en ese muro».

Considero que el mensaje que deberíamos repetir es que «la culpa nunca es de las víctimas». Nada −ni en el comportamiento, ni en la actitud, ni en el lenguaje, ni en la forma de pensar, moverse o vestir, ni nada que una mujer pueda hacer o ser− justifica que sea agredida, abusada, violada o asesinada. Nada.

– «Me hubiera gustado gritar. Pero no podía contar nada. Nadie me hubiera creído. Nadie. Era mejor terminar con todo». Según datos publicados por el INE, en España, a falta de los datos del año pasado, en 2020, «el suicidio se mantuvo como la primera causa de muerte externa, con 3.941 muertes, un 7,4% más que en 2019». Según se ha publicado en los medios de comunicación, el suicidio ya es la principal causa de la muerte entre los jóvenes en nuestro país, por delante incluso de los accidentes de tráfico. Un personaje de la novela lo intenta hasta en dos ocasiones y afirma que el buscador de internet más utilizado «ha purgado la red para que nadie responda a esa pregunta», refiriéndose a la ingesta de pastillas.¿Cómo se puede prevenir esta tragedia desde la política, la educación, la sociedad?

El tema es demasiado complejo y no soy una voz autorizada. Nancy Coleman se quitó la vida años después de ser violada. Supongo que no pudo con el peso de la culpa, la vergüenza, el miedo y el rechazo social que sufrió después. No debería repetirse. Si el sistema tratara de manera diferente a las víctimas, casos como el de Coleman no ocurrirían.

– «La sociedad la culpabiliza a ella y en días pasa de ser una víctima a una puta. Sufre el acoso de sus vecinos, los medios de comunicación difunden detalles de su vida privada y cuestionan los hechos, ya través de las redes sociales le llegan manifiestos de «haber ido buscando que la violaran». Es sometido al escarnio público. Las consecuencias de denunciar una violación son pasar por un auténtico calvario social. Es obligado a mudarse de ciudad. Una vida truncada. Un alto peaje. Es una historia de perdida y sufrimiento. Una historia de miedo». A pesar de la dureza de lo narrado, ¿son posibles los finales reparadores?

Ni Una Más es la historia de un adolescente muy valiente que, en contra de las normas establecidas, decide desenmascarar a un depredador sexual que se mueve por las aulas y por los pasillos de su instituto. Alma, que al comienzo de la novela está totalmente desmotivada, que no cree en nada, que con 17 años ya está aburrida de la vida, encuentra una causa y decide luchar por algo que considera justo. No sé si el final es reparador pero la historia es muy motivadora.

– «La verdad es que elegimos, escogemos, nos acercamos a unas personas en lugar de otras. Puede que lo que nos atraiga sea una mirada, una sonrisa, la armonía de un rostro; o puede que sea un carácter, una manera de expresarse, de comportarse, una actitud frente al mundo». ¿La amistad es una apuesta segura frente a este mundo de mentiras, de cobardía, de aislamiento, de miedos…?

La Amistad −con mayúsculas− es uno de los temas de la novela, como no podría ser de otra manera tratándose de una historia de adolescencia. La amistad nos hace mucho más fuertes y es más necesaria en momentos, como son la infancia y la adolescencia, en los que un abrazo, una palabra de consuelo o un beso son capaces de levantar la autoestima y lograr que se siga caminando.

– «Él cumple el rol heroico y se sacrifica por la familia, mientras que yo debo permanezca a salvo… no sea que me vaya a romper». «Una chica está mucho más centrada cuando tiene novio. Y ella lo sabe bien». «Le gustaría ser un hombre. Pero su cuerpo es el de una mujer pequeña y se siente indefensa». «Al mismo tiempo se pregunta si va a estar a la altura. Es verdad, porque ha leído y escuchado que hay chicas que lo hacen mejor que otras. Se trata de cumplir los deseos de ellos». ¿Qué tipo de problemas y peligros están detrás de los roles que se siguen perpetuando y cosificando, principalmente, a las mujeres?

Múltiples estereotipos siguen vigentes. Intuyo que son los últimos coletazos de un sistema de creencias, que se ha mantenido durante siglos, pero que cada día se muestra más obsoleto. Las mujeres conquistan a diario nuevos territorios y, con cada paso, uno de esos estereotipos salta por los aires.

– «Las escucha hablar sobre derechos civiles, desigualdad, brecha salarial, discriminación laboral, techo de cristal, acoso y violencia sexual. Habla sobre su lucha. Sobre su vida». «Millones de mujeres unidas bajo un mismo grito». ¿Es necesario que las mujeres sigamos siendo «guerreras» hasta el final, sin rendirnos, peleando «a sangre o lágrimas»? ¿No crees que puede ser un reto demasiado ambicioso?

No hay demasiados retos ambiciosos. Una nueva revolución feminista se está produciendo en estos mismos momentos. Creo que el siglo XXI es el siglo de las mujeres. Mi hija y muchos adolescentes como ella van a cambiar el futuro.

– «No la quiere. O al menos no la quiere como a ella le gustaría que la quisiera». ¿Por qué es tan necesario que a las personas nos quieran bien, y no solo mucho, para nuestra autoestima y nuestro bienestar?

El Amor no puede provocar dolor. Será cualquier otra cosa, pero si provoca dolor no es amor. No hay otra forma de querer que aquélla en la «que nos quieran bien».

– ¿De qué temas hablan los Chicos de la Hierba de la novela? ¿Qué futuro les espera?

Hablan, por ejemplo, de trap –un subgénero del hip hop−, de zapatillas deportivas, de vídeos de YouTube, de semillas de hierba, del riego automático para plantaciones, de los módulos de FP… Su futuro no es ni mejor ni peor que el de sus padres, pero al menos son honestos con ellos mismos y no quieren participar de un sistema en cuya base hay un gran puñado de mentiras. No se han tragado lo de la meritocracia. Son conscientes de que el camino de lo socialmente admitido –estudiar una carrera universitaria, lograr un trabajo a la finalización de sus estudios superiores, casarse, comprarse un chalé adosado o un piso−, ha llevado a sus padres a ser unos individuos insatisfechos, frustrados y con inclinación al abuso del vino blanco y de las benzodiacepinas.

– ¿Cómo se cura el «virus de la adolescencia»?

No se cura, pero, como de todo, de eso también se sale.

– Hablemos ahora del proceso de escritura de tu novela. Cuando hemos leído esta novela, nos parecía estar frente a una pantalla de cine o de televisión, con multitud de secuencias narradas por minuto, y hemos «devorado» las páginas como si ocurriera capítulos de una serie televisiva. ¡Enhorabuena! ¿Cómo lo ha hecho y por qué ha elegido esta forma de narrar? ¿Tienes en mente o existe ya algún proyecto de adaptar tu novela a una serie de televisión, por ejemplo?

En la primera escena de la historia, Alma extiende una pancarta frente a la fachada de su instituto y denuncia que en su interior hay un violador. Pero no se contesta a preguntas como ¿quién es el violador? o ¿cuándo y dónde se ha producido esa violación? Después de esta escena inicial, la novela da un salto atrás de varios meses y entramos en la vida cotidiana de Alma y de sus amigas. Cada acción o movimiento de Alma está cargado de suspenso. ¿Será ese el momento en el que ha sido agredida? ¿El agresor será ese personaje masculino que quiere ser su amigo o ese otro con el que tiene un conflicto? La estructura narrativa de la novela responde a la idea que quería transmitir desde el principio: una mujer, solo por el hecho de ser mujer, puede ser agredida, abusada, violada o asesinada en cualquier momento y en cualquier lugar. Es como si llevara una diana en la espalda. Por eso, aunque mi novela Ni una Más argumentalmente estaría dentro del drama, su lectura tiene más en común con las novelas de suspenso o los thrillers.

Además, os puedo anticipar que ya está en marcha un proyecto para adaptar la novela como serie de televisión y creo que no pasará mucho tiempo hasta que leáis la noticia.

– La historia sucede en el extrarradio de una ciudad, en una urbanización, de la que tampoco conocemos su nombre, donde vive gente trabajadora de clase media, de unos «cuarenta y tantos años», que «pertenece a la generación X», llamada así por la novela homónima de Douglas Coupland, quien «no predijo lo que se les vino encima». ¿Qué buscabas conseguir al no concretar los nombres propios de lugares en los que se suceden las acciones de los personajes?

Vivo en una urbanización a las afueras de una gran ciudad y muy cerca de un pequeño pueblo en las estribaciones de una sierra. Los escenarios de la novela son muy cercanos y me ha sentido muy comodo escribir sobre ellos. No tienen nombre porque eso me permite mantenerme dentro de cierto anonimato. Además, no hay muchas novelas españolas que hayan escogido un escenario parecido para contar una historia y aprecio esa singularidad. Alma y sus amigas son personajes con una idiosincrasia que solo tienen aquellos adolescentes que viven en urbanizaciones a las afueras de una gran ciudad.

– «Las paradas de autobús, como las estaciones de tren o los aeropuertos, son escenarios de adioses. Es tan obvio que ese mar el lugar donde van a romper que hasta se reiría si no tuviera ni puta gracia». ¿Qué aprendemos de las ironías que nos «regala» la vida?

Me gustan esos momentos en los que la vida se ríe de nuestras tristezas. 

– En la novela también existen afirmaciones, casi filosóficas, que nos encantaría que nos comentaras como, por ejemplo, «Diferente es ser especial. […] Nunca vives en lugares comunes como los demás. Y me encanta ese deseo de dejarlo todo y escribir tu propio camino»; «Es consciente de que ese tipo de declaraciones de principios solo se hacen para poder romperlas un tiempo después»; o «Las mentiras más creíbles son las que contienen algo de verdad».

La primera frase se refiere a Alma. La protagonista tiene el deseo de no seguir un camino que hayan recorrido antes: no quiere ir a la universidad y buscar otros un trabajo, no desea formar parte de una rueda social que sí desea seguir a sus compañeros de instituto. Y nadie puede decir que va a equivocarse, porque lo cierto es que no hay manera de adivinar cuál será su destino. Creo que Alma ha hecho un ejercicio que muy poca gente hace: se ha parado cinco minutos a pensar dónde quiere ir, en lugar de coger el primer bus que pasa.

– Temas como el acoso escolar, el suicidio, las redes sociales, las relaciones afectivas, las drogas, la crisis económica, la educación… están magistralmente abordados en Ni Una Más . ¿Qué nos espera a los lectores en tus próximos proyectos?

De momento estoy centrado en la adaptación de la novela como serie de televisión. Quizá dentro de un tiempo me plantee escribir algo sobre Alma y Greta. Me gustaría saber qué fue de ellas después de Ni Una Más .

Deseamos que Miguel Sáez Carral siga contando historias como las de Alma, Berta, Nata o Greta y animamos a nuestros lectores a descubrir la novela Ni Una Más y a ver el vídeo que el escritor ha grabado en exclusiva para La tinta, en este 8M, Día Internacional de la Mujer.       

– Ni Una Más. Miguel Sáez Carral. Barcelona. Ediciones B. 2021. 416 páginas.