«El tiempo amordaza / cuando se viste de seda blanca / y derrama lágrimas de oro».

Con solo veinte años, Loreto Sesma ya tenía publicados tres poemarios: Naufragio en la 338 (2014), sobre la soledad, el dolor y el deseo de superarlo; 317 kilómetros y dos salidas de emergencia (2015), sobre el amor y la vida como viaje que nos hace madurar; y Amor revólver (2016), con noventa y nueve poemas dispuestos a modo de juego. En 2017, la poeta zaragozana ganó el XXXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla con Alzar el duelo, un libro de poemas dividido en cinco partes, siguiendo las fases del duelo: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.

No bastó con querer (2021) es su quinto poemario publicado. Como reza la contraportada, la obra «es un claroscuro de versos que hablan del poder que ejerce sobre nosotros el recuerdo, el olvido imposible, que nos destruye, pero a la vez nos ha construido como lo que somos, en la resiliencia». Compuesto por cincuenta y un poemas, cuya numeración correlativa es el título de los mismos y, a la vez, parece referirse a los años de una persona, como si cada uno de los poemas evocara sentimientos relacionados con el dolor del recuerdo que una persona siente en cada una de las edades que va cumpliendo, «dibuja el perfil de la dulce derrota del que ya sabe perder, de la victoria amarga del que conoce que todo es finito».

La memoria, bajo la condición de la hipertimesia, esto es, la capacidad extraordinaria de algunas personas «para recordar eventos específicos del pasado en general y personal», reúne el conjunto de poemas que nos hablan del «dolor que llevamos en la maleta, el bagaje de las heridas del amor, pero también sobre la posibilidad de la luz», a pesar de que, en ciertos momentos de la existencia, a causa de los reveses de la vida, una persona pueda dedicarse a hacerse daño, a través de la memoria, utilizando «una cantidad anormalmente grande de tiempo en pensar sobre su pasado personal».

No obstante, al igual que en todo recuerdo o evocación de lo que ocurrió, de lo que fue, de lo que se amó, los versos de Loreto Sesma también nos hablan de las contradicciones, porque, junto con la memoria, se halla el necesario olvido, como nos recuerda el yo lírico en el poema que abre el libro, titulado «Uno»: «Olvida que ayer fuiste herida / y todavía late si cierras los ojos / aquel dolor que en cambio ya no llora»; aunque acaba por convertirse en un homenaje a la memoria: «Todos me obligan a olvidar, / cínica paradoja, / que nací sin más dones / que mi memoria».

Términos asociados al tiempo y al dolor, al amor y al desamor, a la desilusión y a la pérdida, a las heridas, abiertas aún o por fin cicatrizadas, aquellas que han protagonizado nuestras lágrimas: «Llórame un río de ausencias / en esta vida hecha de silencio y de maletas» (poema «Dos»); puesto que «se olvida la caricia / cuando se empieza a intuir la herida» (poema «Tres»); en ese olvido que pretende conseguir «quien ya olvida para sobrevivir» (poema «Cuatro»), a pesar de que la herida se mantenga «todavía caliente, / como un cuerpo recién muerto, / durante toda la vida» (poema «Ocho»).

Este diálogo constante, que se establece entre los versos de los poemas, crea un universo especialmente sensitivo para el lector, que también se ve impelido a replantearse ciertas frases hechas, porque «Quien bien te quiere», al contrario de lo que pensamos, «querrá creer en las sequías» (poema «Nueve»), aunque se pregunte, de forma insistente, «Quiénes somos / si ni siquiera sabemos / quiénes fuimos» (poema «Trece»), «en la resaca de un llanto» (poema «Veinte»), casi eviterno, porque pasar la página de los recuerdos y escapar de ellos, es imposible, cuando, en lugar de «olvidar el recuerdo, / yo quise olvidar la memoria» (poema «Veinticuatro»).

La desesperanza, el miedo y la soledad acompañan al «muerto viviente», que tiene como deberes impuestos «asumir la frecuencia cardiaca / de las despedidas inminentes» y el aprendizaje de que «el dolor se acumula, el sufrimiento se elige, la decepción / te mata» (poema «Veintinueve»). Resulta inevitable, por tanto, en el ciclo vital del amor y del desamor, en la dicha y en la agonía, «volver a empezar / sin saber ya / si volver a amar / no será / otro error, / el punto final / definitivo» (poema «Treinta y cinco»), pues «la vida sí permite erratas / y recomienzos. / La memoria, / mi amor, / ya no» (poema «Cuarenta y uno»).

Y, a pesar de que «lo daría todo por ti, / excepto el perdón (poema «Cuarenta y ocho»), siempre es necesario «apostar / para poder ganar» (poema «Cuarenta y nueve»), con un hilo de esperanza y una tenue luz, dejando «el corazón por el camino / por si un día descubrías / que no sabías cómo volver» (poema “Cincuenta y uno»).

No bastó con querer. Loreto Sesma. Editorial Aguilar. Colección Verso & Cuento. Barcelona. 2021. 80 páginas.