«Ocurre muchas veces que las cosas no son como nos gustarían, pero tampoco podemos hacer nada al respecto, salvo escribir un poema para desahogarnos un poquito, a pesar de que sigamos sin entender nada».

Alba Flores Robla nació en Madrid, pero siendo niña se mudó a la tierrina de sus padres, León, ciudad en cuya universidad se graduó en Filología Inglesa. Actualmente, compagina su actividad poética con la docencia y es miembro fundador del proyecto literario #Plataforma. Además, tiene un blog llamado Desequilibrios de medianoche, en el que, «si no entiendes algo, puedes hacer que signifique cualquier cosa» y ha participado en varias revistas literarias, como Piedra del Molino, Anáfora o El Fuego. En 2020, participó en el libro Antología de las mejores poesías de amor en lengua española, en el que se aprecia que «en todo el mundo y en todas las épocas, el amor ha sido y es la médula de la poesía».

Con 25 años, Alba Flores ganó el 71 Premio Adonáis de Poesía y, en 2018, el Premio El Ojo Crítico de Poesía, con su poemario Digan adiós a la muchacha. Es autora también de Tu hueco supraesternal y Autorregalo, publicados en 2017, y de AZCA (2021). «No es un libro de poemas, es un libro de recuerdos» dolorosos, punzantes, eviternos, tanto que parecen ajenos, pensando en la persona amada «como piensan las personas en sus muertos». La naturaleza envuelve la levedad del ser, la esperanza por volver a ser (juntos): «Hay haberes. / Tú eres tú. / Yo soy yo. / Pero nosotros es tan solo / un pronombre personal / primera persona del plural».

La tinta entre tus dedos habla con la poeta y con su yo lírico, curiosamente se llaman igual, como ecos de un «Amanecer» que nos avisa: «Ya verás que vendrá quien te hizo sabio a cobrar su / deuda», deseando descubrir a la voz que no se esconde tras los versos.

– ¿Quién es Alba Flores Robla?

Cumplo 30 este año y aún me siento un poco niña. Una niña que solo quiere estar tranquila y contenta, aunque no consigue ni lo uno ni lo otro.

– ¿Quiénes son tus referentes poéticos?

Entre muertos y vivos, os diré que mis referentes son Ángel González, Gloria Fuertes, Idea Vilariño, Pedro Casariega Córdoba, Berta García Faet, Óscar García Sierra, Pablo Monforte y Guillermo Marco Remón.

– ¿Por qué elegiste el nombre de AZCA para tu último poemario?

La historia detrás del título es mucho más aburrida y triste de lo que puede parecer. A mí no me convencía ningún título y mi editor, Yago, sugirió dejar AZCA como provisional ya que era el título de un poema dentro del libro que, a su juicio, resumía muy bien de qué trataba el poemario. Al final, ya que a mí no se me ocurría ninguna alternativa que me satisficiera, se tituló AZCA.

– ¿Cuál consideras que es el marco teórico del amor?

Las películas, las novelas, las historias que nos han contado sobre qué es, cómo ha de ser, y que se puede esperar del amor.

– «Terrible de morirse» es escribir «este poema porque no entiendo por qué no me quieres». ¿Hay solución para ello?

Ocurre muchas veces que las cosas no son como nos gustarían, pero tampoco podemos hacer nada al respecto, salvo escribir un poema para desahogarnos un poquito, a pesar de que sigamos sin entender nada.

– ¿Es posible «Tener 30» y no tener miedo «a que te cases / y que ya siempre sea tarde para estar contigo»?

Sí, claro, aunque, por desgracia, me pasa un poco como a Ana Iris Simón y tiendo a romantizar demasiado las formas de organización familiares tradicionales. Y, de repente, llego a esta edad, a los 30, y me parece que quiero tener un marido y una hija, aunque igual no…

–  Según Alvin Toffler, el autor de La tercera ola (1971): «los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no sepan leer ni escribir sino aquellos que no sepan desaprender». ¿También en el amor hemos de desaprender para volver a amar(nos)?

Es posible que todos los amores se parezcan mucho entre ellos, pero es cierto también que todos los amores son muy diferentes. Coger la mano de alguien siempre es diferente. Cosas, como ir al cine, salir a cenar, a pasear, se repiten en cada relación, pero siempre son diferentes. ¡Lo que hemos de hacer es ir a terapia si vemos que la experiencia de relaciones pasadas no nos deja disfrutar la que estamos viviendo!

– En AZCA aparecen referencias constantes a la naturaleza: el verano, los bosques, las setas, el rocío, el agua, las zarzamoras, los juncos, la lluvia, el viñedo silvestre… ¿Se podría decir que eres creadora de «ecopoemas»? ¿Por qué la naturaleza está tan presente en tus versos?

Nunca había pensado en el concepto de escribir «ecopoemas». Cuando más feliz y más libre me he sentido siempre para amar ha sido cuando he tenido verdaderamente tiempo de calidad para hacerlo, para distraerme y curiosear, para observar con calma. Y eso ha pasado casi siempre en mi pueblo, «lejos del mundanal ruido».

– En el poema «No quiero nada de ti», el lamento de la voz poética se siente en rotundas afirmaciones como la siguiente: «cuando callo / te sigo hablando con los ojos». ¿Cómo es posible no querer saber nada y callar y hablar a la vez ante quien amas?

Llega un punto en el que ya no esperas reciprocidad, ni siquiera que tu amor sea valorado, solo entendido, percibido y aceptado.

– En otro poema, «Dinero», la voz poética se pregunta: «De qué me vale la poesía si ni con ella me atrevo a / decirte la verdad. / De qué me vale la poesía si ni con ella te das por / enterado». ¿A qué conclusiones ha llegado la Alba poética sobre el poder de la palabra? ¿Y sobre el amor?

Supongo que, en su momento, pensé que un amor declarado así no podría ignorarse. Ahora he descubierto que claro que se puede ignorar. (Risas). En conclusión, la palabra sirve para decir cosas (que ya es bastante), no para conseguirlas. Y el amor… El amor hace lo que puede cuando puede y, con que exista, es más que suficiente.

AZCA es un poemario que explora la diversidad de sentimientos y desencuentros que nos genera el amor, da igual la edad y poco importa el tiempo vivido, de forma delicada, sencilla y directa, a veces sin esperanza –«Qué hago con la vida que me sobra, / con la vida que no cabe en esta vida»-; con cierto enfado –«no quiero pasarme la vida escribiéndote estos / estúpidos poemas»−; en otras ocasiones, con resignación –«no es mi culpa / que sea mentira / lo que quiero que sea verdad»−, y también, cómo no, con contradicciones constantes –«Si pudiera escribir, / te haría con palabras / aquello que el tiempo no me dejó hacerte con las / manos».

Invitamos a nuestros lectores a disfrutar de la Poesía y a rememorar, junto a los versos de Alba Flores Robla, aquellos primeros amores, amores lejanos, amores olvidados, amores poco posibles, amores oscuros, amores amables…

AZCA. Alba Flores Robla. Ediciones Venera. 2021. 86 páginas.