«Comprendiendo el pasado podemos prevenir un desolador futuro».

La cacereña Beatriz Maestro Mateos es Licenciada en Historia y una enamorada de la belleza de su tierra. Cronista oficial de San Martín de Trevejo, compagina su labor investigadora para el Proyecto de Recuperación de Memoria Histórica de Extremadura con su vocación por la escritura. En este sentido, ha llevado a cabo numerosos estudios sobre la citada localidad −considerada en 2019 como «uno de los pueblos más bonitos de España»−, entre los que destacan los recogidos en los Coloquios Históricos de Extremadura: San Martín de Trevejo: historia de una villa olvidada (1930-1939) y Cofradías Mañegas: un recorrido histórico sobre las antiguas fraternidades de San Martín de Trevejo, cuya labor fue reconocida, en 2016, por la Fundación Xavier de Salas con el Premio Jóvenes Investigadores. Además, su ámbito de actuación se ha centrado en la Historia de la Educación en la Sierra de Gata y en el papel de la Inquisición en diversos lugares extremos, como Peraleda de la Mata, trabajo por el que recibió el premio de la Fundación Concha de los Coloquios Históricos de Campo Arañuelo.

En el verano de 2018, Beatriz Maestro nos dio a conocer la novela El Fuego de la Hereje, el primer volumen de la saga Sacrílegus, a la que siguió, en 2019, Las Cenizas del Inquisidor, ambientadas en territorios extremeños.

¿Cómo nace esta saga de éxito internacional?

Nace de una ilusión que, desde muy pequeña, crecía en mí. Con tan solo once años, escribí un libro de poesías utilizando mi máquina de escribir, la cual era prácticamente de juguete. Siempre fui una niña muy fantasiosa, con mucha imaginación, y una vez que concluyó mi formación universitaria, supe que, algún día, escribiría libros. Un día, a principios del mes de enero del año 2018, me desperté y supe que ese era el momento. Esa misma mañana comencé a escribir El Fuego de la Hereje .

– ¿Qué papel juega la ciudad de Cáceres en una época tan complicada como es el siglo XVII ?

En mis obras, Cáceres juega un papel fundamental. Para mí, la parte antigua de mi ciudad ha sido muy especial, por mi primera pasión por la Historia. El Tribunal de Llerena y sus jueces-inquisidores hicieron su labor en esta ciudad, así como en tantos otros del territorio extremeño, y quería dar a conocer, de un modo novelado, cómo era la vida cuando la intolerancia se camuflaba de bondad y caridad. Asimismo, es una premisa dar voz a la microhistoria, esa que envuelve la vida cotidiana de quienes nunca tuvieron voz.

– Ambos títulos recogen la historia de amor surgida entre el inquisidor don Álvaro de Valcárcel y la judía errante cacereña, Ana María Juárez, condicionada por la peste, el hambre, la muerte y la represión. ¿Qué nos espera a los lectores, en la próxima obra de esta trilogía, además de un cambio de escenario?

Efectivamente, el cambio de escenario va a ser uno de los aspectos más rompedores de esta saga. La historia, que comenzó en la ciudad de Cáceres, se verá concluida en el País Vasco. La protagonista de la segunda parte de la saga, titulada Las Cenizas del Inquisidor , va a atravesar Castilla y León, hasta llegar a la ciudad de Hernani. En consecuencia, la tercera parte se verá envuelta en ese halo de misterio y brujería que solamente el País Vasco conserva, en la actualidad, con esa magnitud.

Además, en la tercera parte de esta trilogía, Ana María seguirá estando muy presente y, por supuesto, también el resto de personajes, aunque algunos de ellos hayan cumplido su ciclo en esta historia de amor, misterio y odio. En resumen, el lector debe saber que, en la tercera parte, va a sumergirse en una verdadera guerra entre las brujas y la Inquisición. Habrá romanticismo, pero también mucha acción y superstición, y, por supuesto, un final inesperado que dejará al lector con el corazón encogido.

Aprovecho vuestra pregunta para añadir, además, que esta tercera parte tardará en salir más que las anteriores. Estoy estudiando en profundidad el contexto donde se desarrolla, pues debo conocer bien cada rincón de la ciudad, donde los personajes harán sus hazañas, y tengo que sentir por mí misma la intensidad y la magia del País Vasco. Por ello, hasta que no esté seguro de conocer perfectamente ese nuevo contexto, la novela no se publicará.

– En 2019, vio la luz Descubriendo a la Inquisición, una obra de investigación histórica que incluye un total de veintiún casos de personas procesadas por el Santo Oficio, entre los que se incluyen los protagonistas de tus tramas anteriores. ¿Cómo fue sumergirte en la documentación de la época?

Sin duda, fue lo más fascinante de todo el proceso. No puedo describir con palabras la emoción que sentí al tener entre mis manos los legajos escritos por los inquisidores de la época. Para los que sentimos y vivimos con pasión la Historia, no hay nada más increíble que poder acceder a escritos de gente que vivieron hace siglos y pensar cómo era esa persona, qué vida llevaba, dónde estaba mientras lo escribía…

– ¿Qué circunstancias hicieron posible el nacimiento de la Inquisición y que su existencia se prolongó durante más de trescientos años en nuestro país?

Realmente, aunque la Inquisición desapareció, el pensamiento inquisitorial continúa activo en la actualidad, por medio de otras vías como son, por ejemplo, las redes sociales. A través de ellas, las personas se encargan de censurar moralmente e, incluso, de lesionar a otras personas, pues todo el mundo parece haberse convertido en juez de la moral. Como ha ocurrido siempre. La necesidad del ser humano de posicionarse por encima del otro para sentirse bien tener mismo o moralmente superior, para reafirmar que las ideas y los actos propios son los correctos, frente a los de los demás… Esa caza de brujas sigue vigente. El oprimido siempre quiere que los demás también lo estén. Este comportamiento social es el que permitió la aparición de una máquina represora y homogeneizadora de masas, como fue la Inquisición, pero también la creación del que permite que el pensamiento inquisitorial se lleve a cabo. El apartar al diferente, eliminarle de la sociedad, sigue siendo, lamentablemente, una norma hoy en día. Este pensamiento ha sido creado y retroalimentado, a su vez, por el dogma católico, el cual habla de tolerancia, aunque, en realidad, lo que fomenta es la exclusión del diferente. Judíos, musulmanes, mujeres que rompieron las normas morales establecidas… todos fueron juzgados al igual que hoy, por ejemplo, lo sufren las personas LGTBIQ+ y las mujeres que no son sumisa ante el sistema patriarcal. el cual habla de tolerancia, aunque, en realidad, lo que fomenta es la exclusión del diferente. Judíos, musulmanes, mujeres que rompieron las normas morales establecidas… todos fueron juzgados al igual que hoy, por ejemplo, lo sufren las personas LGTBIQ+ y las mujeres que no son sumisa ante el sistema patriarcal. el cual habla de tolerancia, aunque, en realidad, lo que fomenta es la exclusión del diferente. Judíos, musulmanes, mujeres que rompieron las normas morales establecidas… todos fueron juzgados al igual que hoy, por ejemplo, lo sufren las personas LGTBIQ+ y las mujeres que no son sumisa ante el sistema patriarcal.

– ¿Por qué se instaló un tribunal de la Santa Inquisición en Llerena? ¿Fue uno de los más temibles?

Temibles fueron todos los tribunales inquisidores, por la barbaridad que ejercían en nombre de Dios y para una supuesta protección del pueblo. Los grupos sociales suelen estar dominados por el miedo y, cuanto más miedo sienten, más necesitan un Estado opresor, o una figura opresora en general, que les garantiza un control y una «seguridad». Por eso, el propio pueblo español apoyó la vigencia de la Inquisición, porque así se sintieron seguros y protegidos, aunque, como sabemos, era una falsa seguridad, inventada por los propios que decidieron quién era el enemigo y quién no. En la actualidad, se sigue viendo esta actitud en muchas personas, aquellas que tienen poca formación académica suelen tener miedo a lo desconocido, ya casi todo lo que les rodea en general, por ello, prefieren apoyar, en el ámbito de la política,

Por otro lado, los tribunales de la Inquisición se encontraron repartidos por todo el territorio español; eran una especie de distritos, que estaban regidos por los jueces de la moral. El de Llerena se llamó así porque es donde tenía su sede.

– «La Inquisición, férrea perseguidora de la luz de la verdad , se aseguró el control de un rebaño indefenso y temeroso , pero atado por gruesas cadenas que le inmovilizarían durante siglos». ¿Cómo analiza estos engranajes y mecanismos que están vigentes, de un modo u otro, en nuestra sociedad?

Los que me conocen suelen decirme que, para mí, todo es inquisitorial, pero es que una vez que analizan, en profundidad, esta institución y sus mecanismos de control, te das cuenta de que todo continúa regido por los mismos pilares desde hace siglos. Y es que, durante los años de la Dictadura, estos mismos mecanismos de control social, que la Inquisición ejerció durante siglos, retomó una fuerza y ​​una continuidad extraordinarias. Siempre digo que Franco no inventó nada nuevo, simplemente se alió con quienes hacía siglos que habían descubierto la clave del adormecimiento y del control social.

En el libro también alude a esa mentalidad inquisitorial, característica de la España del siglo XVIII. ¿La intolerancia y la homogeneidad de las masas también dominan a la España del siglo XXI?

Por supuesto, es lo que trato de explicar siempre. Cuando vemos casos en los que, por ejemplo, a víctimas de violencia de género o de violaciones y abusos sexuales se las pone en duda, incluso por las propias mujeres, lo que, en realidad, se está defendiendo, sin saberlo, es a un Inquisidor-verdugo, en lugar de a la victima. Cada día, veo cómo la víctima, incluso la de un atropello, es puesta en duda. Por eso, la Inquisición perduró tanto en España, mientras que el resto de países ya la habían superado, pues aquí la sociedad siempre se pone del lado del opresor, por miedo. La sociedad prefiere estar del lado del que se cree que es el más fuerte. Este miedo intrínseco de la población española proviene de la falta de formación, educación y cultura que aún se percibe. Cuanto más inculto es un pueblo, más miedo posee y más fácil es dominarlo.

«No se puede entender toda esta maquinaria represora de perfecto funcionamiento sin conocer en profundidad la figura que fue capaz de jugar a una sociedad entera». Descríbenos a esta figura apocalíptica del inquisidor , tan reputada como disputada.

El Inquisidor no era más que un juez, como los que tenemos hoy en día, pero un juez de la moral. Los inquisidores poseían sus propios tratados y normas de actuación. Por ejemplo, en las salas del tormento (entiéndase, de tortura), siempre debía haber un médico que velase por el mantenimiento de la vida de la persona acusada, aunque es bien sabido que muchas veces el tormento se les iba de las…

En mi novela El Fuego de la Hereje trato de describir la figura de este personaje principal: el inquisidor. Se puede ver cómo es fiel creyente de sus ideales, postulándose como el enviado de Dios para limpiar de herejes la sociedad, aunque en otros aspectos, como el amoroso, no tenía tan clara su moral…. Al final, los Inquisidores eran personas ávidas de poder y riquezas, como en cualquier cúpula de poder. El pueblo les funcionó protectores y ellos, simplemente, ejercían su hecho.

– ¿Hechiceras, brujas y curanderas extremeñas forman parte de esa Extremadura secreta y desconocida?

Claro que sí. Aquellas mujeres que rompían los estereotipos establecido, y las normas sociales impuestas para ellas ¡eran consideradas brujas! Todavía estoy investigando sobre por qué las religiones monoteístas han sido tan represoras con la mujer y tan temerosas de ella al mismo tiempo. Aún hoy, se pueden ver en el Parlamento de nuestro país descalificativos como «brujas» o menciones a «aquelarres», para aquellas mujeres que, en lugar de coser y cocinar, prefieren desempeñar una vida involucrada en luchar por sus derechos. Realmente, las brujas no eran más que las curanderas o sanadoras que solía haber en cada localidad. Ayudaban en los partos, también vendían brebajes abortivos, contra el mal de amores… Por supuesto, la superstición se encontraba entremezclada en todas estas prácticas. Eran castigadas cuando algún vecino despechado o que no estaba satisfecho con sus servicios las denunciaba; sin embargo, quienes realmente creían en aquellas prácticas supersticiosas eran los que pagaban por sus servicios y a estos clientes nunca les ocurría nada con respecto a la Inquisición. En nuestro país existían dos figuras en torno al concepto de «bruja»: en el sur, se estilaba más aquella mujer que respondía a lo que asociamos con la hechicería, mientras que, en el norte, las brujas eran aquellas mujeres que hacían pactos con el Diablo y secuestraban a niños para robarles sus almas. Por este motivo, mi saga Sacrílegus, tendrá su desenlace en el País Vasco.

La imagen más siniestra del Diablo y las brujas se recoge en el tratado Malleus Malleficarum, en torno a 1846, de forma que la historia de la Inquisición es la historia de un holocausto conformado, fundamentalmente, por mujeres víctimas del tiempo que les tocó vivir y, principalmente, víctimas de la religión. ¿Crees que deriva de ahí esa relación directa que se ha establecido siempre entre brujería y sexo femenino?

Creo que es posible que esta relación establecida entre la mujer, el pecado y lo diabólico venga de mucho más atrás. Todos conocemos la historia de Adán y Eva: ¿quién fue la que supuestamente cayó en manos de la tentación y sucumbió ante el Diablo? El Malleus Malleficarum, aún hoy desconocido por muchos, establece una íntima asociación entre la mujer, el pecado, la lujuria y el mal. Así es como el cristianismo ha visto desde siempre la figura de la mujer. El Malleus Malleficarum adapta esta idea a los tiempos de las Inquisición, donde, por supuesto, se vuelve mucho más dramática y desmedida. Si las mujeres de hoy en día leyeran este tratado y se dieran cuenta de cómo son retratadas por el simple hecho de ser mujeres, muchas de ellas cambiarían su posición actual ante la religión cristiana.

– A lo largo de más de doscientas páginas, desmientes la existencia de una leyenda negra en torno a la Inquisición española. ¿Cómo debería estudiarse este capítulo oscuro de nuestra Historia?

Cualquier episodio del pasado debe estudiarse con la perspectiva del tiempo. No podemos sentirnos culpables por hechos que ocurrieron hace siglos, el dogma cristiano nos ha hecho repetir hasta la saciedad aquello de: «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», y no hay nada más lejos de la realidad. Este sentimiento de culpabilidad inculcado desde la infancia, sobre todo en las mujeres, es uno de los mecanismos de control social, que siempre se ha llevado a cabo contra la mujer, que la Inquisición y la Dictadura continuaron fomentando. Las mujeres se sienten culpables cuando no encajan en los patrones que la sociedad entiende como «buenas» madres, esposas, hijas… Muchas mujeres se olvidan de sus propias necesidades, para servir y cuidar a los demás.

Otro ejemplo reciente sería el de la conquista de América y el debate actual que existe sobre las atrocidades de los conquistadores. Todos ellos fueron víctimas de su tiempo y actuaban conforme a los actos que normalizaba la sociedad de su tiempo.

Sin embargo, debemos esforzarnos por superar comportamientos intolerantes y discriminatorios desde cualquier perspectiva, hay que esforzarse por evolucionar y cambiar los patrones que hemos heredado y que se siguen repitiendo, pero el pasado hay que estudiarlo desde la mentalidad de quienes vivieron aquella época. En definitiva, hoy en día no se debe consentir ni tolerar comportamientos, afirmaciones o expresiones intolerantes que provienen de aquellas barbaridades que se cometieron en el pasado.

– Con Cirios o con Palos, del año 2021, es tu nuevo estudio sobre la opresión franquista, en concreto, sobre las mujeres y los niños, en la provincia de Cáceres. ¿Crees que esa moral cristiana de la respetabilidad aún limita a muchas mujeres a alcanzar sus objetivos y sus sueños?

Por supuesto, tanto es así que muchas mujeres ni siquiera tienen sueños o aspiraciones. Su meta suele ser casarse y tener hijos, pues están completamente sometidas a esa moral de la respetabilidad, que ha condicionado a las mujeres al cuidado de los demás. Las aspiraciones profesionales siguen quedando relegadas para los hombres. Muchas mujeres se conforman con tener cualquier trabajo, aunque realmente el salario que obtengan no les sirva para ser independientes y necesiten, por ejemplo, a su compañero de vida para comprar cualquier cosa. Con respecto al ámbito de la independencia de la mujer al volante, estoy cansada de ver mujeres que se sacan el carné de conducir para que, finalmente, siempre sean las acompañantes de sus parejas. Esto suele ser porque ellas siempre tienen miedo a conducir (cosa lógica cuando vas al volante y el resto de hombres te insultan o muestran agresividad hacia ti), o bien porque, aunque quieran conducir, el vehículo siempre es de su pareja y, por supuesto, no es ella la que lo debe conducir.

Estos son muestras simples, cotidianas. Podríamos decir muchas más, por ejemplo, en torno a la vestimenta de las mujeres, a las tareas del hogar y un sinfín de actitudes y comportamientos que, sin darnos cuenta, limitan a las mujeres bajo la excusa de la «protección». Muchas mujeres se pensarán que es mejor tener una actitud más pasiva, pues es mucho más respetable por todos. Aún nos queda un largo camino que recorrer y en mi obra Con Cirios o con Palos he intentado aportar, desde el punto de vista histórico, un granito de arena a esta lucha sin final.

– ¿«Coser, callar, rezar y esperar» explicarían de dónde vienen muchos de los patrones que nos siguen imponiendo actualmente a las mujeres?

El origen puede remontarse ciertamente a épocas muy arcaicas, pero, sin duda alguna, la relación más directa proviene de la doctrina del nacionalcatolicismo de la época franquista. Hasta hace poco tiempo, una mujer no podía divorciarse, pues tenía que soportar a su marido (fuera bueno o malo, se quisieran o no) «hasta que la muerte los separase»; tampoco podía tener una cuenta corriente en el banco, ni acceder a la Universidad y solo podía trabajar en oficios que fueran «respetables». Con Cirios o con Palos explica muy bien el origen de muchos patrones que las mujeres siguen acatando hoy en día. Cuando algunas mujeres dicen, en la actualidad, que no hace falta el feminismo o que este es algo banal, realmente están dejando ver que se encuentran oprimidas, aunque ni ellas mismas lo saben, pues si no ven nada extraño en que a su marido no le guste, por ejemplo, que trabaje o que se arregle de una manera llamativa, significa que, o bien no quieren reconocer el problema para que su realidad y su familia no se desmoronen, o bien se encuentran ideológicamente involucradas en la moral de la «respetabilidad».

– Como investigadora sobre la Memoria Histórica de tu comunidad, ¿eres partidaria de retirar, demoler o mantener la Cruz de los Caídos, situada, desde 1938, en la cacereña Plaza de América?

La Cruz de los Caídos de Cáceres, así como todas las que levantó el bando sublevado, son la perfecta legitimación del poder del dictador, apoyado en símbolos religiosos, que tenían y tienen un gran arraigo en el pueblo español. El adoctrinamiento se hizo efectivo a base de reiteración visual. La mayoría de las personas que se encuentran en contra de derribar esta cruz ni siquiera saben lo que significa el concepto «nacionalización de masas». Los monumentos tienen un significado y un trasfondo mucho más profundo. Hay un grueso de la población que no quiere quitarlos porque «siempre han estado ahí»; sin embargo, realmente, no son conscientes de lo que están diciendo. ¿Cuántos de los partidarios de mantener en pie la cruz de Cáceres se han leído un libro de historia? Seguramente, muy pocos, pues si leyeran, por ejemplo, Con Cirios o con Palos cambiarían de opinión.

Las Cruces de los Caídos se construyeron para velar por la memoria de los caídos de un solo bando, pero también para recordar al pueblo los horrores de la guerra, una guerra que comenzaron los mismos que levantaron la cruz. Así, nadie querría echar la vista atrás. Una Cruz de los Caídos, que las hay aún en muchas ciudades, no es que sea un símbolo exclusivo de Cáceres, como muchos piensan, sigo que sigue siendo la simbiosis perfecta del nacionalcatolicismo. ¿Dónde comienza lo nacional y dónde termina lo católico? Esa cruz es una línea de ensalzamiento para los vencedores y una humillación para los vencidos, mientras esté en pie continuará siendo un vestigio vivo de uno de los mecanismos de adoctrinamiento más eficaces que tanto el Dictador como la Iglesia llevaron a cabo. Por todos estos motivos, en mi opinión, esa cruz debe ser retirada.

– Para concluir este viaje de descubrimientos nos gustaría acercarnos a la Sierra de Gata, a esa preciosa comarca fronteriza, que conforman, en un enclave mágico, los veinte municipios pertenecientes a los valles de Robledillo, Hoyos, Trevejo, Gata y San Martín de Trevejo, mecidos por un universo de bosques, olivos y castañares. La belleza de sus paisajes, la arquitectura tradicional, una lengua propia, a fala, declarada Bien de Interés Cultural desde hace más de dos décadas, y sus gentes convierten a este mítico territorio en un auténtico paraíso. ¿Cuál es la mejor época del año para perderse por estos lugares?

Cualquier época del año es perfecta para visitar la Sierra de Gata y, por supuesto, San Martín de Trevejo. A todo el mundo recomiendo sumergirse en este paraíso de naturaleza y, si quieren conocer su historia, que lean mi obra Pasajes de la Historia de Sierra de Gata.

Agradecemos a Beatriz Maestro sus respuestas y su invitación a conocer las ciudades y pueblos de Extremadura, en este mes, que tanto nos anima a planificar futuros viajes literarios, históricos, culturales…

El fuego de la hereje. Beatriz Maestro. CreateSpace Independent Publishing Platform. 2018. 141 páginas.
–  Las Cenizas del Inquisidor. Beatriz Maestro. CreateSpace Independent Publishing Platform. 2019. 200 páginas.

Descubriendo a la Inquisición: La cara oculta de la Leyenda Negra… Beatriz Maestro. Independently published. 2019. 263 páginas.

Pasajes de la Historia: Sierra de Gata. Beatriz Maestro. Independently published. 2020. 196 páginas.

Con Cirios o con Palos. Beatriz Maestro. Independently published. 2021. 236 páginas.