En las últimas páginas de su ensayo On not knowing Greek (1925), Virginia Woolf escribió que regresamos a los griegos «cuando estamos hartos de la vaguedad y de la confusión de nuestra época». Durante toda su vida, su particular helenismo le permitió descubrir una visión del mundo delicadamente hermosa, una manera compleja de aprehender la realidad y de nombrarla, de salvar las palabras de su vacuidad y de salvarnos de la vanidad, que nos rodea.

Como ella, la autora valenciana Ana Capsir, bióloga de formación y navegante nómada de corazón, decidió, hace más de veinte años, perderse por los mares de la mitología y plasmar, en 2017, su experiencia vital por innumerables islas e islotes griegos en la obra Mis viajes a Ítaca. Una visión personal sobre Grecia. Trazar el rumbo, perseguir el viento, «que nos empuja», calcular en horas de sol y luna o entender que solo somos una minúscula pieza del cosmos constituye, para esta científica una aventura, un momento irrepetible de la existencia, un estado emocional del que nos sentimos partícipes, aunque la advertencia del epílogo resulte ineludible: «Ítaca no existe si tú no la inventas».

Frente al rugir de los motores, la fuerza del viento o la furia del mar, late el ritmo pausado de un escenario azul, ante el que el viajero debe optar para ser y estar. Por ello, «esta coleccionista de imágenes» nos recuerda que «es necesario volver a la misma isla si quieres que llegue finalmente a abrirse como una granada madura para mostrarte sus frutos más dulces. Si solo la visitas en una ocasión, es posible que la encuentres aún verde». A través de numerosas incursiones en el mundo de los libros y de la canción, Ana nos habla de añoranzas, de vientos, de tabernas, de marinos, de sabores, de paisajes, de colores, de gatos, de mitología… con los que diseñar su particular lienzo. «Aparte de paseos y paisajes, a mí me gustan más las anécdotas y conversaciones, porque dibujan con pinceladas gruesas el conjunto de una acuarela que es en el fondo el poso que nos dejan los viajes»; trayectos, en los que, a bordo de su velero «la Maga», Capsir intenta descifrar el enigma del alma griega, en una búsqueda sin retorno por esa islomanía de «locos navegantes», como diría Laurence Durrell.

«Todo en Grecia me parecía cautivador y emocionante cuando la conocí, e incluso ahora, cuando se pierde un poco de inocencia y de frescura, no hay día heleno que no me recompense con una sana felicidad», porque esta tierra solo se conoce través de sus habitantes; únicamente así se comprende y se ama nuestro pasado. Y, un último aviso para navegantes: «lo más importante no es donde estuve, sino que me llevo de equipaje en el maletero de mi cabeza», sentencia Ana, bien conocedora de que debemos tener siempre a Ítaca presente. «Llegar allí es tu destino. / Mas no apresures nunca el viaje», porque, al final, αυτή είναι Ελλάδα, «esto es Grecia…» ¡Feliz viaje, estimados lectores!

– Mis viajes a Ítaca. Una visión personal sobre Grecia. Ana Capsir. Editorial Casiopea. Madrid. 2017. 440 páginas.