OÍR, VER Y CALLAR…
«Cuando se es mayor y se ha vivido lo que yo he vivido, más valdría que alguien lo escribiese en un libro, porque, si no, la historia desaparece contigo cuando te mueres».
La escritora malagueña Lola Rando es Doctora en Comunicación, Licenciada en Periodismo y en Publicidad y Relaciones Públicas y experta en Protocolo y Organización de Actos Institucionales y Corporativos. Durante más de veinte años, ha compaginado su faceta de periodista con la labor docente y la escritura de relatos cortos y poemas, aunque es con Quien calla y obedece… (2020) con la que inicia su trayectoria novelística.
Apasionada de la provincia de Málaga, la tierra que la vio nacer, «sus escritos son testimonio de sus habitantes en tiempos de gloria, de luces y sombras, muchas veces olvidados». Quien calla y obedece…relata la biografía de María y sus diferentes etapas vitales, espectadora de excepción de los acontecimientos más relevantes del siglo XX: desde la niña rebelde y luchadora en el entorno rural en el que nació, en plena Sierra de las Nieves, en el municipio de Casarabonela , pasando por la adolescente «infiltrada en los dos bandos que protagonizaron la guerra que se libró entre hermanos españoles», hasta llegar a la mujer que, «bajo el disfraz de la sumisión escondía el inconformismo de una sociedad, tan sencilla como digna, donde María enhebró su destino para soportar el peso de la cordura hasta el final de sus días».
– Lola, cuéntanos en quién se basa la historia que cuentas o quién es la protagonista de tu novela Quien calla y obedece… Un auténtico homenaje a tu abuela materna, ¿no?
Creo que lo que comenzó siendo una deuda pendiente con mi abuela se ha convertido en un homenaje, más que a ella, a la mujer rural contemporánea de un tiempo histórico muy concreto: el siglo XX. La obra ha crecido más de lo que espero y son muchas las personas que se ponen en contacto conmigo para compartir sus sensaciones, al ver a la protagonista reflejada en alguna de las mujeres valientes y luchadoras que tuvieron que salir adelante con el campo como sustento .
Me cuesta dirigirme a la protagonista de la novela como abuela, ya que quienes bien la conocían se dirigían a ella como «Mami», no como apelativo cariñoso, sino como nombre. Me crio como lo hizo mi propia madre y tuve la suerte de ser una de las personas que más tiempo compartió con ella cuando, ya de mayor, recordaba, en voz alta, sus vivencias, para terminar con la retahíla de que alguien debería escribir un libro con sus historias. Al principio, espero que todo lo que contaba era fruto de su infinita imaginación, pero, con el tiempo y tras años de investigación, corroboré la verdad tan sorprendente que se escondía en sus relatos. Por ello, atesoraba una deuda pendiente con Mami, que creo haber saldado con la publicación de Quien calla y obedece…
– En el Prólogo de la obra, titulado «Carta al lector desde Qasr Bunayra (Casarabonela)», el director del Aula de teatro de la Universidad de Málaga y asesor teatral de la Fundación Picasso, Ángel Baena, invita al lector a «respirar aa a través de una niña» y aprender «cómo era una sonrisa descalza que callaba como la memoria de un meceor que balanceaba a ratos a las que eran mujercitas de bien; que obedecía como unas alpargatillas de esparto». ¿Cómo eran ya qué tuvieron que acostumbrarse esas niñas de la generación de María?
Dentro de las diferentes clases sociales que convivían, lo cierto es que, a los más pequeños, el destino les venía impuesto. Quiero decir que no creo que se tuvieran que a nada, pues acostumbra su sitio se les adjudicaba desde antes de nacer. Las familias mejor posicionadas eran conocidas de sus privilegios, con derechos incuestionables; en cambio, si se nacía con menos recursos estaba claro cuál sería el lugar que se ocupaba de por vida, al servicio de los demás.
Otra cosa era que existieran mujeres como María, que no llegó a entender por qué tenía que sentirse menos que los demás; por qué no podía mantener la ilusión de alcanzar las metas que la sociedad le presentaba como inalcanzables; por qué tenía que mostrarse sumisa ante el hombre y perder su identidad… A estas circunstancias, es cierto que mujeres como ella no lograban acostumbrarse. Podían aprender a pasar hambre, frío, dolor por la pérdida de personas, ante enfermedades para las que no existían los remedios de los que hoy disfrutamos, o por la metralla que hacía estragos. Sin embargo, creo que también estas penurias derivaron en una generación-ejemplo, tanto por la fortaleza como por el ingenio que desarrollaron para ganarle la batalla a los días.
– En la novela se mencionan lugares como el Valle del Cártama, la Sierra de las Nieves o Carratraca, además del municipio de Casarabonela, lugar de nacimiento de María, que albergaba un «conjunto de casas blancas, de las que sobresalía la iglesia, edificio del siglo XVI que se levanta sobre las bajas construcciones blanqueadas con cal por las vecinas». ¿Qué raíces históricas tienen estos lugares?
Quien calla y obedece… es una novela biográfica cuyo escenario es la provincia malagueña, en particular algunas localidades del interior, como Casarabonela en la Sierra de las Nieves, y la propia capital de Málaga. Además, es un relato histórico sobre el que me documentó y que intentó plasmar de la manera más fidedigna posible. No se puede obviar que se trata de una interpretación de la realidad, si bien, todos los episodios cuentan con su dosis de realidad, obtenidos de registros historiográficos, así como de testimonios de personas contemporáneas a Mami que tuve la suerte de conocer.
Durante el proceso de investigación y documentación fue muy gratificante contar con la inmensa generosidad del pueblo morisco de Casarabonela, que «me abrió las puertas» y me regaló la posibilidad de pisar las lasas que Mami había fregado de rodillas siendo una niña, de oír el crujir de la madera del cuarto donde había dormido o la oportunidad de refrescarme con las aguas del saltador que había sido testigo de un beso robado. Además de la historia, la gastronomía, las costumbres y las formas de vida de la época son también protagonistas de la novela.
Mi deseo con este libro es que sirva de fuente para otras generaciones presentes y futuras que tengan curiosidad por conocer algo más de su pasado y del valioso legado que nos dejó a nuestros ancestros. Quizá así podamos apreciar aún más nuestra herencia y cómo y gracias a quiénes la hemos alcanzado.
– Asimismo, se mencionan suculentas comidas, como las «hambrientas» –masa de pan frita−, el huevo frito con tocino asado, tortillas de harina de garbanzos con bacalao, «sopas perotas» a base de pan, pimiento y tomate, las « hervías», de pan, agua y ajo, el «pipeo», plato con pipas de habas y hojas de lechuga con un sofrito de almendras, ajo y pan, el arrope de higos y azúcar, las empanadillas de batata y cabello de ángel, el potaje de garbanzos con bacalao, las judías con tomates… ¿Estos platos también hablan de la historia viva, de las tradiciones de los lugares, de la diferencia de clases?
Los mencionáis y se me hace la boca agua… Más que comidas suculentas, casi las considero milagrosas, pues las mujeres ̶ y me refiero a ellas porque la cocina era dominio femenino ̶, con lo poco que tenían, hacían verdaderas maravillas. Lo que hoy conocemos como «cocina de aprovechamiento», antes era la cocina de todos los días. Las mujeres de campo sabían que, con lo que le daba la tierra, si la capturaban bien y el tiempo era clemente, no morirían de hambre, bien porque sabían racionar a la perfección las hortalizas, las verduras y los productos que obtenían de los animales , o bien, porque eran unas administradoras excelentes y dominaban el trueque como el mejor de los banqueros. Si no tenían azúcar, la conseguían a cambio de los huevos de gallinas; el aceite lo obtenían de las aceitunas prensadas en los molinos en tierra de olivos, el pan, las verduras y frutas eran la base de las comidas. El pescado llegó de vez en cuando al pueblo, así como otros alimentos «de lujo», como el chocolate, que se daban cuando alguien estaba enfermo. Pero también había tiempo y recursos para los dulces, muchos con reminiscencia morisca, que han llegado hasta nuestros días.
– La novela se divide en dos partes: en la primera de ellas, titulada «Besos de sangre», conocemos a María ya sus tres hijas, Julia y Juana, que viven con ella en Casarabonela, ya Angustias, la primogénita que está estudiando y trabajando en la capital malagueña. Apenas sabemos nada de Diego, el marido de María, apodado «el Cascarilla», por su afición a jugar, pero al que se le eximía «de cumplir con las reglas de la partida», salvo que fue arriero y contrabandista. Además, siendo muy joven, María sufrió el fallecimiento temprano de su madre y el abandono de su marío y de su padre, «el Bañerita». ¿Cómo forja el personaje de mujeres como María tanto sufrimiento, soledad y abandono?
La actitud, que se convierte en una filosofía de vida, es lo que más me llama la atención. Por la época en la que vive, a María no le queda más remedio que obedecer y acatar las órdenes que le imponen por la sociedad. No obstante, el carácter rebelde, la seguridad en sí misma, la esperanza y confianza en alcanzar días mejores, la alegría que sabía encontrar en las cosas más insignificantes, el «echarse todo a la espalda», como solía repetir, son ingredientes que hoy , posiblemente, formen parte indispensable de las terapias que recibimos y que, antes, o los integrabas en tu receta diaria o estabas perdido. No es que las mujeres que quedaron al frente de la casa, de la familia o del trabajo del campo, cuando sus esposos marcharon a la guerra, no tuvieron miedo, no se desesperaran,
– María asiste a clase con la señorita Antonia, la maestra del pueblo, la misma que «conquistaría el corazón de muchos alumnos. Matemáticas, Lengua o Historia, su señorita Antonia dominaba cualquiera de las materias. El cuaderno en el que preparó las lecciones que explicaba a sus alumnos sería el preludio de la futura Enciclopedia Álvarez , panacea del saber de la época». En Casarabonela, María «pasó su eterna juventud sin una verdadera infancia, pues no conoció las risas de los juegos de otros niños mientras ella trabajaba, y sin una adolescencia en la que quejarse por los avatares que traen los corazones rotos».¿Cómo era la educación de esa época y qué suponía para los niños y las niñas de entonces trabajar duramente en las labores del campo y de la casa siendo tan pequeños?
El acceso a la educación no era fácil, más si cabe para una persona de campo y, sobre todo, para una mujer. Cuando nos referimos a los tiempos que rodearon a la Guerra Civil, de forma general, pensamos en las batallas físicas, pero verdaderamente, en aquella época, se bibliotecaron muchas otras guerras, como la guerra de la educación. En el caso de María, su inquietud la hizo ser autodidacta y aprender a leer ya escribir con los periódicos que caían en sus manos. La radio fue otro de los medios a través de los que se formaba a los oyentes. No obstante, los medios de comunicación sin educación se convertían en canales de información extremadamente peligrosos, pues la propaganda, que se vertía a través de ellos, se convertía en una de las armas más poderosas para movilizar a las masas.
Para las clases altas, no era tanto problema, si bien, para toda la prole, no solo ya era difícil surgir a la escuela, sino que, en los hogares humildes, no se entendía que los menores podrían descuidar las faenas propias de la casa . Tenían que cumplir con las tareas después de ir a clase, que se convertía en algo absolutamente secundario o perfectamente sustituible, en el caso de que el trabajo de campo premiara.
– «Antonia representaba una de las autoridades del pueblo, a pesar de su condición de mujer. La figura del maestro, al igual que la del cura, siempre era muy respetada por los conocimientos que se suponían a la primera y la humanidad a la segunda. Por supuesto, que ni casa ni vino les faltarían a los responsables de la educación y del alma de los moriscos». ¿Por qué sigue influyendo tanto la religión en la educación, en la cultura, en el devenir de las sociedades? ¿Son tradiciones que debemos preservar o son yugos que pesan demasiado y de los que no conseguimos liberarnos?
En mi opinión, hablar de libertad (de absoluta libertad) es aún hoy una quimera. Como padres, imponemos a nuestros hijos lo que creemos mejor para ellos. Si queremos que adquieran una educación bajo una determinada religión, no les preguntamos. Hemos heredado una sociedad con un marcado componente religioso y asumimos muchos aspectos como inamovibles. No obstante, afortunadamente, creo que avanzamos, aunque sea a un ritmo más lento del que nos gustaría, pues se están dando pasos para que nos «compliquemos la vida», es decir, para que tengamos alternativas y podamos elegir que, en definitiva, es de eso precisamente de lo que trata la libertad.
– Con solo seis años, María empieza a servir en la casa del señorito Paco Maya y de su mujer Carmela Rioles: «el carácter del señorito era temido por muchos […]. Así María supo pronto lo que significaba disciplina y obediencia a fuerza de palizas». Correas, periódicos o reglas, como símbolos de obediencia y de doctrina, eran los instrumentos más utilizados para hacer aquello que el señorito ordenaba. Sin embargo, la humillación que más dolía a María «se manifestaba en las palabras del señorito por ser chica, joven y acogida». ¿Cómo sobreponerse ante tanta violencia, humillaciones e injusticias constantes?
Pienso que la salida ante este tipo de opresión se encuentra en el interior de cada persona. Parece que hablamos de violencia, humillaciones e injusticias de una época pasada, pero, lamentablemente, hoy se siguen produciendo demasiadas situaciones de «callar y obedecer». Con actitud valiente, confiada y decidida, considero que se puede hacer frente a muchas batallas. Y, por supuesto, también hay que saber torear los problemas o situaciones desagradables que la vida nos arroja. La filosofía del silencio y la disciplina, para después utilizar el raciocinio y actuar como mejor convenga, dependiendo del momento, puede que sea una buena vía de escape para algunos. Quizá, para otros, lo es pelear, desde el minuto uno, ante cualquier adversidad.Ojalá tuviéramos «café para todos», pero la fórmula creo que es personal e intransferible.
– En la novela aparecen referencias musicales a cantantes y grupos de la época, como los Bravos, el Dúo Dinámico, The Beatles, Concha Velasco, y sus predecesores, Imperio Argentina o Miguel de Molina, que cantaba: «El gallo que no canta algo tiene en la garganta. Este gallo cantará ya alguien le pesará». Sus letras acompañan a la mocita María, que se entretiene bordando su ajuar, que sigue jugando a juegos ingeniosos que hablan de su inocencia y que cree morirse cuando tiene su primera menstruación: «Lo mantuvo en secreto por sentirse una enferma y temer las posibles represalias de su entorno. El terror se acrecentó cuando una criada se enteró de su mal y le mintió diciéndole que el señorito le había reventado por dentro con una de las patadas que le había propinado.El llanto inconsolable que el alivio este episodio no fue más que una de las muchas enseñanzas que la realidad le apoyo». ¿Por qué siempre ha sido tan duro e, incluso, tan traumático, para las mujeres, el paso de la niñez a la adolescencia en medio de tantos tabúes existentes, por ejemplo, en el tema de la menstruación?
La falta de información no solo hace a una sociedad manipulable, sino que la hace también vulnerable, ante tanto miedo que se difunde por lo desconocido. Hablar hoy sobre sexualidad es bastante más común en casa, en el colegio, en los medios de comunicación… En la novela, se relatan episodios que sorprenden por lo distintos que podrían ser hoy día. El noviazgo con un beso robado, pero con sentimiento de posesión por parte del hombre hacia la mujer; la vergüenza que suponía que se nosen los pechos, el llevar un descote «indecente» en el que se veía el «canalillo»; la ropa de color, sobre todo si se hubiera producido una muerte reciente de alguien allegado;la prohibición de lavarte la cabeza o comer melón una vez cada veintitantos días cuando sangrabas… Y, en todas estas circunstancias, la mujer siempre estaba en el punto de mira.
El paso de niña a mujer era aún más horrendo si consideramos, además, los casamientos no consentidos por la mocita, obligado a compartir muchas veces una vida con alguien a quien servir, en lugar de a quien amar, y rezando para que el marido « le saliera bueno y no le pegara». Es cierto que no todo era tan negativo y que también se daba la circunstancia de la adolescente que deseaba huir del infierno de su casa y el matrimonio era la salida menos mala, aunque, casi siempre, era difícil de sobrellevar en una sociedad tan encorsetada y obcecada.
– María le dice a una de sus hijas que «las manos hablan de la historia», de la vida de cada persona. ¿Qué historias se pueden contar o ver a través de las manos de alguien?
La «gente de campo» lo sabe bien. Unas manos encallecidas, de uñas descuidadas y dedos arañados, con sabañones… son unas manos que saben del frío de los pueblos del interior de Málaga, así como de su calor abrasador en los meses de verano. Las manos de las mujeres rurales son fuertes, capaces de defenderse de la culebra que se quiere comer los huevos a punto de eclosionar, pero también nobles para acariciar la herida de su niña cuando se ha caído del olivo del que «ordeñaba» las aceitunas de noviembre.
– En 1936, María no era plenamente consciente de «los convulsos movimientos políticos y sociales que zarandeaban a la población», lo que ocasionaba que todos perdieran «el norte de su existencia». María «no se reconocía en una sociedad donde la traición, los crímenes y la venganza surgían sin razón alguna de las entrañas de los vecinos entre los que los lazos de amistad se confundían con los de familia». ¿Esos tiempos cainitas fueron más difíciles de sobrellevar en los entornos rurales? ¿En la actualidad, hemos superado ese cainismo , que nos llevó a una guerra civil, o estamos yendo incluso más allá del mismo?
Sin ser una experta en Historia, sino una profesional de Comunicación interesada por los episodios de nuestro pasado y documentada para el relato del que hablamos, mi impresión es que todos los entornos fueron complicados en tiempos de la Guerra Civil. Puede que, en localidades más pequeñas, como los pueblos del interior de Málaga, donde todos se conocen y los lazos familiares son más comunes, las pasiones resultarán más viscerales y el posicionarse en un bando u otro podría conllevar enfrentamientos más radicales. Pero, por otro lado, también él de decir que, en tiempos de necesidades materiales o intangibles, la misma sociedad se hace más solidaria y los vecinos tienden brazos a quien lo necesita.
En la actualidad, sufrimos una guerra mundial que, salvando las distancias, no es más que otra forma de cainismo , de enfrentamiento entre ciudadanos. En un mundo globalizado, a veces, parece que, si no nos toca de cerca, no nos afecta, pero ya hace meses que sentimos las terribles consecuencias económicas y sociales del enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania. Además, hay otras formas mucho más sutiles de luchas en la sociedad que acrecientan las diferencias sociales y que cada vez se agudizan más.
– ¿Quiénes fueron los integrantes de la «quinta del biberón» y por qué se les apodó así?
Fueron treinta mil niños enviados a luchar y poner su vida al servicio del país, menores de edad, a quienes se les apodó como la «quinta del biberón», por su juventud, y que fueron reclutados para la defensa de la República, en el último año de la Guerra Civil. Miles de ellos no volvieron a sus hogares.
– «Cerrad todas las ventanas. Están quemando libros y enseres de la iglesia en la plaza. Los rojos están saqueando la sacristía». ¿Por qué siempre es la Cultura el principal enemigo a abatir en cualquier contienda bélica?
Supongo que atender contra la educación es robar al individuo su capacidad de discernimiento y abocarle a la manipulación. Atentar contra la cultura es como robar la identidad de un lugar. Cuando se destruye el patrimonio cultural de un lugar, se pierden mucho más que bienes materiales, dejando a la sociedad desposeída de un legado emocional irrecuperable.
– María aprendió pronto que la mejor forma para sobrevivir, sola y con tres hijas pequeñas a su cargo, era parecer de un bando y de otro, o de ninguno de los dos. No dudaba en «colocarse un escudo bordado del régimen franquista o un pañuelo en el brazo como símbolo republicano con tal de salvar su vida». Luego tuvieron días de fuga hacia Almería y vio la muerte en las cunetas de las carreteras. ¿Cómo sobrevivir ante tanto drama?
Más que sobrevivir, diría que de lo que se tratara era de aprender a vivir con ello. Las vivencias, que marcaron la vida de una población, quedaron en la memoria de los familiares que sufrieron las consecuencias de la guerra. Las pesadillas, las miradas perdidas, los suspiros tan profundos como los de María… acompañaron a muchas personas de por vida, más si les tocaron ser protagonistas de estos episodios siendo aún unos niños. Sin duda, en estos casos, la fórmula era mirar hacia delante, disfrutando del presente que se les regalaba cada día.
– No obstante, los varapalos lograron que María aprendiera y adoptara «una filosofía hacia los hombres que se resumía en «el más bueno, colgado de un pino», pues nunca le había hecho falta la presencia de un varón para salir adelante, al contrario , lo que había encontrado en el sexo opuesto, la mayoría de las ocasiones, habían sido desengaños, malos tratos y frustraciones». ¿Crees que, en la época, mujeres como María fueron conscientes de enarbolar la bandera del feminismo?
En casos como el de ella, por supuesto que sí. Posiblemente, no como abanderada del feminismo, pero sí con una actitud que respondía a este movimiento. Desde que tengo información sobre mis antepasados, de una forma u otra, las mujeres de mi vida han liderado el devenir de su historia. Ese matriarcado, aunque no siempre ha sido fácil sustentarlo, continúa en el presente.
– En la segunda parte de la novela, titulada «De alpargatas a zapatos», enmarcada en la década de los sesenta, María se traslada, junto a sus hijas pequeñas, a Málaga, donde Angustias trabaja como modista, profesora de costura y auxiliar de enfermería en el Sanatorio García Recio. María y sus hijas pequeñas vivirán en la portería de un edificio, sito en la Calle Granada, donde se encuentra un Club de Antiguos Alumnos de la Escuela Francisco Franco; mientras que Angustias compartirá piso con Luisa, que también es portera de un edificio donde se halla la Delegación Municipal de Industria.Aunque en el epílogo de la obra, se afirma que la mayoría de los personajes y lugares tienen nombres ficticios, cuéntanos cómo era esa Málaga de la década de los sesenta y en qué lugares de la ciudad te ha inspirado para localizar la historia de María.
No siempre «todo el tiempo pasado fue mejor»; no obstante, pienso que las ilusiones y la esperanza eran muy distintas a las de ahora. Las metas que toda persona puede plantearse en algún momento de su vida (de trabajo, familiares, de independencia…) son totalmente diferentes. La era del despegue económico y la proximidad de un cambio de régimen de político, que desembocó en una esperada democracia, fueron acicates para vivir en una ciudad con pocos coches, con poca contaminación sin tantas cerraduras y alarmas en las viviendas…
Los lugares en los que me inspiraron son lugares reales que conforman el escenario de la novela y que, en cierta medida, creo que le dan valor. Me resulta muy gratificante cuando algún lector se pone en contacto conmigo, fotografiándose en alguno de los rincones que se describen en la novela o contándome simplemente que han pasado por ahí. La Málaga de los años 60, 70, 80 y 90 fue aquella ciudad cuyos rincones olían de manera distinta: los Baños del Carmen, el Pasaje Chinitas, la calle Granada, en pleno centro, donde transcurre buena parte de Quien calla y obedece … Fue ahí donde yo mismo pasé los años más entrañables junto a Mami, hasta que cumplí los nueve, que fue cuando nos mudamos al barrio de Chupitira, conocido por las almejas, de chupar y tirar, que se consumían en la zona.
– La joven Angustias se enamora de Paco, de aspecto enfermizo, cobrador en los autobuses y nacido en Rincón de la Victoria. A su madre María no le gusta demasiado y le advierte a su hija: «es tu vida y con la cuchara que cojas, que comas». ¿Cómo elegir bien en el amor?
¡Ojalá pudiéramos elegir bien en cuestiones de amor! Creo que el amor no se elige, pues, en el momento que nos planteemos esto, ya estamos usando la razón, cuyo lenguaje es distinto. El amor de pareja te impregna, te rebosa y lo compartes; el amor de madre a hijos se activa cuando estos vienen a formar parte de tu mundo; el de hijos a madre, en cambio, es un mismo amor que se divide… Mi amor hacia Mami, sigue latiendo, me da calor y me reconforta, lo que es un lujo para quien pueda disfrutar un sentimiento así.
– Acatar costumbres y tradiciones como guardar luto durante nueve años, sin apenas sonreír, vestir de riguroso negro, viendo pasar las estaciones «de largo por inercia», nos hace preguntarnos si podría caber más sufrimiento y resignación en mujeres como María o Angustias…
La muerte de mi padre, Paco en la novela, con solo 29 años, fue un mazado en una casa donde las buenas noticias empezaban a oírse. Una vez más, la vida juega a descolocarte y, en ocasiones, te invita a perder la cabeza. No obstante, sufrimiento y resignación son dos sentimientos muy distintos. Si sufres, sientes, lo que significa que estás viva; en cambio, si te resignas, pierdes la batalla y las mujeres acostumbran de mi vida no estándas a perder una guerra.
– «Ni a María ni a Angustias les podría entrar en la cabeza que alguien que no tuviera ningún problema de acuerdo a los convencionalismos sociales pudiera sentirse angustiada y triste o pensar cosas malas sin motivo. No como ellas que, según la normativa ciudadana, sí que tienen por lo que mostrarse preocupadas y penosas por su desamparo. Lo que no entendieron era que por primera vez en sus vidas se enfrentarían a alguien de su sangre que coqueteaba con la depresión». ¿Cómo crees que podemos afrontar el tema de la salud mental sin tabúes y con políticas sociales que sean efectivas?
Pienso que, en la actualidad, se tiene más formación e información sobre aspectos relacionados con la salud mental, que antes se rechazaron, por propio desconocimiento o porque simplemente estaba mal visto. Si es cierto que cada vez existen más casos de patologías mentales, derivados de las circunstancias sociales que vivimos, la población se encuentra más preparada y dispuesta a asumirlos. De cualquier forma, aún queda mucho por avanzar también en este asunto, sobre todo, en materia de prevención y promoción sanitaria, ya que no es fácil detectar casos en sus estadios más tempranos.
– ¿Cómo sobrevivir a María a «verse atrapada en los días sin luz»?
Quizá fue en ese momento de su trayectoria personal en el que perder la vista, le hizo perder la cordura y su capacidad de buscar no solo el lado bueno de las cosas, sino el lado que realmente le hizo disfrutar. Sin rumbo, ella se perdió en la oscuridad de la que ya no volvería, al menos físicamente. De sus últimos días, me quedo con aquellos momentos de felicidad, en los que insistía para que la acicalaran, porque iba a una boda, una celebración en la que se pintaba los labios de rojo, para pisar fuerte cuando entraba por la puerta grande.
«Prepárense para respirar el castigo de una correa maldita como si fuera en tu propia piel. Donde reirás y te emocionarás como si lo vivieras tú. Verás cómo una guerra entra por la ventana y el sin sentido por la puerta como una corriente que, aunque cierres la casa y eches los pestillos y aldabas, todo será de balde. Donde una simple mirada o una palabra se podrian convertir en besos de sangre. Tiempos de copita de coñac, aguardiente y matanzas, de vino dulce y comida pobre que te sabrán a gloria, de ropa remendá y ajuares bordados. Tiempos de manitas cansadas y hormigueo en las piernas dormidas», protagonizados por una mujer «que callaba y obedecía, la que siempre será la mujer de nuestra memoria».
– Quien calla y obedece… Lola Rando (Autora). Pablo Lavado y Lola Rando (Fotografías interiores). Ediciones del Genal. Promotora Cultural Malagueña. 2020. 212 páginas.