«Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros» (Jorge Luis Borges).

La viguesa Goretti Irisarri y el canario Jose Gil Romero forman pareja artística desde hace casi treinta años. Comenzaron creando diversos cortometrajes, que han sido galardonados con más de cuarenta premios, a los que han seguido años de trabajo conjunto en el mundo del guion cinematográfico, la ficción televisiva, la animación o la Literatura.

Su nueva novela, La traductora (2021), es un thriller ambientado en la posguerra e inspirado en esos ocho minutos de retraso que tuvo el tren en el que Franco viajaba, en octubre de 1940, cuando se dirigió a Hendaya para reuniones con Hitler, en plena Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo surgió la idea de este libro?

(Jose Gil). Surge a raíz del conocimiento de una noticia perdida entre millas: la situación de abandono en la que se encontró el antiguo tren de Alfonso XIII, el mismo que había conducido a Franco al encuentro con Hitler, en Hendaya. Saber, además, que Franco había llegado a esta reunión con ocho minutos de retraso disparó nuestra imaginación.

– «Las malas lenguas dirían siempre que el caudillo llegó tarde a propósito, para que se difundiera la imagen del hombre más poderoso del mundo esperando por él, impaciente». ¿Creéis que fue indolencia, despiste, desplante, narcisismo…?

(Jose Gil). En realidad, tuvo una explicación tarde mucho más prosaica que la que fabulamos en la novela: el tren llegó debido al estado calamitoso de las vías ya una avería en el sistema eléctrico.

El incidente no es más que la atmósfera que envuelve una maravillosa historia de amor y drama, donde la protagonista, la joven traductora, Elsa Braumann, se verá involucrada en una operación de contraespionaje y enfrentada a su propio destino. ¿Encarna ella ese papel invisible que jugaron las mujeres en aquella época?

(Goretti Irisarri). El papel de las mujeres espías en la Segunda Guerra Mundial está bastante olvidado. Sin duda, hubo actrices o bailarinas famosas que, en realidad, eran espías; agentes, que eran auténticas asesinas, pertenecientes a los servicios de operaciones especiales y que se tiraron en paracaídas sobre la Francia ocupada. Algunas, incluso, fueron ejecutadas en campos de concentración, como el de Dachau… Nuestro traductora no es una mujer valiente, ni aguerrida, pero, llegado el momento, es capaz de encontrar dentro de sí una fuerza que desconocía.

– No deberíamos olvidar que cada presente necesita contar su pasado, ¿verdad?

(Goretti Irisarri). Sí, estamos en un momento en que las mujeres necesitamos volver a contar el nuestro. Nos ha llamado mucho la atención la comparación entre las revistas femeninas de 1935 y las de 1940, porque las diferencias que existían eran increíbles. Mientras que las del 35 se dirigían a una mujer independiente e inteligente, las del 40 se orientan hacia mujeres muy aniñadas. Recordamos el titular de una de ellas: «La guerra contada para muchachas». Nos dimos cuenta de que existía un abismo entre lo que aquellas mujeres vivían y lo que constaba en los papeles.

En la novela, a través de uno de sus protagonistas, se nos brinda un emotivo homenaje a la Literatura: «Los libros nos rescatan de este mundo nuestro y nos llevan a otros. Un solo ratito entre los piratas de Malasia o en las praderas del Far West, vale por un día entero en este. El recuerdo de haber estado allí despierta en nosotros la idea de que existen mundos mejores». ¿Consideráis que la Literatura nos invita a soñar con un mundo más humano?

(Jose Gil). Nos emplazamos a soñar con otros mundos, no siempre más humanos; a veces, incluso, más crudos y descarnados o fríos, pero también hacia otros más cálidos o evocadores. La Literatura nos permite fantasear, en definitiva, con tantos mundos, como permita la imaginación de los escritores.

«La gente cree que para ser fiel a un texto hay que traducirlo literalmente, pero no es así. El trabajo del traductor tiene mucho que ver con el poeta. El traductor no debería pretender sino transmitir la Verdad del texto». Y el escritor, ¿cuál es para vosotros su papel?

(Jose Gil). En mi mente tengo la imagen del acomodador, que conduce a Elsa hasta su asiento en el cine. Ahí tenemos al escritor: un personaje en la sombra que te toma de la mano y te lleva hasta ese sitio donde podrás soñar o, simplemente, evadirte un rato de los problemas. El escritor no es importante; la novela si lo es. El papel del escritor no pasa de ser un mero intermediario.

– A lo largo de la historia nos reencontramos con un Madrid devastado, escenario y personaje, elemento común a vuestras novelas anteriores, y una ciudad a la que ya no podemos mirar igual. Esta perspectiva, ¿condiciona tu mirada del Madrid actual?

(Goretti Irisarri). Cuando pasamos por delante del hotel Palace vemos a Himmler, comandante de las SS, saliendo hacia una corrida de toros en las Ventas. Y, en el Círculo de Bellas Artes, distinguimos las grandes esvásticas colgadas en la fachada. A la Gran Vía la percibimos bombardeada, destruida por socavones y escombros. Es cierto, nuestros paseos por Madrid están llenos de fantasmas.

Las vidas cotidianas, los libros y el lenguaje se cruzan y entretejen en ese Madrid de la posguerra, en un intenso relato de suspense, que transcurre entre la atrocidad autoritaria y la indomable libertad. En este sentido, uno de los pasajes más escalofriantes recrea el bibliocausto de La Coruña, el 19 de agosto de 1936, la primera quema pública de libros, a la que Manuel Rivas dedicó Los libros arden mal. Sabemos, como recogieron los medios de la época, que ardieron más de mil libros, en la dársena del puerto, frente al Club Náutico. «Para que el mar se lleve los restos de tanta podredumbre y de tanta miseria, la Falange está quemando montones de libros y folletos de criminal propaganda comunista y antiespañola y de repugnante literatura pornográfica».¿Cómo os documentasteis sobre este capítulo negro de nuestra historia?

(Jose Gil). Para documentarnos, siempre leemos todo lo que «caiga en nuestras manos», visionamos documentales, vimos fotos y revistas de la época, visitamos páginas de internet… En fin, recopilamos todo aquello que pudiera ayudarnos a transmitir lo que uso en mente. Se trata de un proceso largo y tedioso, tras el que termina con una cantidad tan grande de material que, paradójicamente, nunca podrás usar.

(Goretti Irisarri). Es verdad que no lo utilizamos directamente, pero también es cierto que, en ocasiones, dejamos en el fondo pequeñas pistas luminosas. Por ejemplo, abrimos la novela con una cita de Walter Benjamin, filósofo alemán y judío. Un mes antes de los acontecimientos que vive nuestro traductora, Benjamin se había suicidado en nuestro país, recién pasada la frontera, porque la policía española iba a entregarlo a los nazis. Su sombra y su luz influyen en la novela, como muchas otras sombras y luces con las que nos íbamos encontrando.

También fueron asesinadas, precisamente en Galicia, personas que llevaron a cabo una importante labor social y educativa, como fue el editor Anxel Gasol y Juana María Capdevielle San Martín, la primera mujer jefa de una biblioteca en la universidad española, en concreto, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, cargo que compatibilizó desde 1933, con su labor como jefa técnica de una de las más importantes bibliotecas del país, la del Ateneo de Madrid. La noche del 17 de agosto de 1936 fue a buscarla la Guardia Civil para correr la misma fatal suerte que su marido. Fue asesinada, a los treinta años, en el kilómetro 526 de la carretera N-VI, cerca de Rábade.Ese mismo día había sido fusilado en Granada su amigo, Federico García Lorca, con quien compartió los años en los que el Ateneo fue un hervidero de ideas y La Barraca dio su última función. Es seguro que el poeta se espantaría de dolor ante el cadáver de Juana, en cuyo vientre se gestaba una nueva vida. ¿Cómo podría el ser humano albergar tanto odio hacia estas dos personas?

(Goretti Irisarri). Cuando nos documentamos sobre estos episodios, la historia de Juana, embarazada, asesinada y tirada en una cuneta, nos dejaron helados. Nos parece la deshumanización más absoluta, donde solo cabe, si es posible, el Arte, como algo curativo o como equilibrio. Como diría el propio Lorca: «En la copa de un olivo / lloran dos viejas mujeres. / El toro de la reyerta / se sube por las paredes. / Ángeles negros traían / ​​pañuelos y agua de nieve. / Ángeles con grandes alas / de navajas de Albacete». Por ello, en la novela luchamos contra toda esta oscuridad. Hemos intentado escribir una obra que no niegue las sombras, pero que viaje hacia arriba, hacia la luz y la fuerza.

En una de vuestras novelas anteriores, Caen estrellas fugaces (2017) , se dice : «El mal ejerce su verdadero poder en sujetos mezquinos, preocupado por conseguir algo banal: un ascenso, una membresía en el casino, un carguito sin importancia. Estos son su mejor arma, hombres pequeños que cumplen órdenes sin plantear alguna pregunta. Así se construyen los grandes horrores» . ¿Estamos condenados a repetir los mismos errores?

(Jose Gil). Creo en la bondad del ser humano. Confío en que hay espíritus puros en este mundo, personas tocadas por una luz especial, de naturaleza generosa. En la misma medida, sin embargo, creo que el ser humano es capaz no solo de lo mejor, sino también de lo peor. ¿Estamos condenados a recrear el infierno sobre el mundo una y otra vez? Sin duda, al menos, tantas veces como tendremos que luchar para salvarlo.

– Especialmente en La traductora es palpable su admiración por el cine y, en particular, por Alfred Hitchcock. De hecho, aunque el relato es el germen del guión de una miniserie, Operación Wagner, es admirable cómo se respetan los códigos de estos dos lenguajes y se definen en palabras las imágenes. ¿Cómo trabajáis ambos aspectos?

(Jose Gil). No hay un trabajo activo y consciente en este sentido. Uno adquiere una cierta «forma de contar las cosas» y, debido a nuestro amor por el cine y la profesión, esa «manera de mirar» se ha visto influenciada por todo ese ámbito audiovisual. Es cierto, de todos modos, que nos valemos de técnicas muy cinematográficas, como el montaje paralelo, pero también es verdad que, poco a poco, tratamos de «literaturizar» nuestras novelas.

– ¿Cómo se lleva a cabo el proceso de escribir a cuatro manos? Un proceso que, aunque llama poderosamente la atención, nosotras conocemos bien y sabemos de sus antecedentes: Borges y Bioy Casares, Burroughs y Kerouac, Maquet y Dumas…

(Goretti Irisarri). Hemos juntos guiones, en un mundo en el que es habitual que haya escrito parejas creativas. Por ello, nos resultó muy natural seguir haciéndolo, al pasar a la novela. Como hacían Berlanga y Azcona, quedamos para pasear o conversar en una cafetería, para hablar de tramas, de ideas y personajes o para repartimos las escenas… Lo que es escribir, escribimos cada uno en solitario. Pero luego lo ponemos en común y nos corregimos requisitos, hasta crear un estilo uniforme.

La magia sucede cuando el lector no nota que hay dos escritores, sino que, de alguna manera, logramos crear un tercer escritor que no es ni Jose ni soy yo, tal como les ocurría a Borges y Bioy Casares con Honorio Bustos Domecq, el autor ficticio que crearon entre ambos. Borges estaba convencido de que había tomado vida propia y no hacía lo que ellos querían, sino lo que quería Honorio.

«—Sobrevivir —añadió— no es cosa de broma». ¿A veces, «es una tarea mucho más dura que luchar», como se dice en la novela?

(Jose Gil). En el Festival de Novela Policiaca Getafe Negro del pasado año, recordamos que, después de la Segunda Guerra Mundial, apareció en el cine la figura del hombre cínico y descreído, que tan bien interpretó Humphrey Bogart en Cayo Largo , el personaje que había terminado por no creer en nada y que solo miraba por sí mismo; ese que luego, ya en los sesenta, muy influenciado por la guerra de vietnam y de aquel sentimiento antimilitar, encarno charlton heston en el planeta de los simios : el hombre que aborrece al hombre. Todos estos caracteres son los que, en caso de guerra y descreídos, se perderían en la trinchera y evitarían salir a combatir.Huirían, quizás, con tal de no participar en una guerra que no significaba nada para ellos. Todos ellos son supervivientes, personas que se enfrentan a la muerte y que descubren que no hay posibilidad de salvación, que van por la vida sobreviviendo, escapando, tratando, sin más, de salvar el cuello.
No parece una existencia placentera; requiere casi tanto esfuerzo, como ser valiente y luchar.

– Un personaje histórico con el que os gustaría realizar un viaje en tren, que tuviera como destino…

(Jose Gil). Poncio Pilatos es un personaje que ha llamado mi atención toda la vida. ¿El destino? El Gólgota, claro, para contemplar cómo se apagaba la vida del hombre inocente al que acababa de conducir hasta la muerte.

(Goretti Irisarri). Me apunto a ese viaje y llevo unas toallitas de gel hidroalcohólico para Poncio (Risas).

(Jose Gil). ¡Muchas gracias, Marga y Nuria, por esta estupenda entrevista y por haberos documentado tantísimo!


Con el recuerdo de tiempos pasados ​​que parecen «empeñarse» en regresar, animamos a nuestros lectores a descubrir
La traductora , de Goretti Irisarri y Jose Gil, a quienes agradecemos su magnífica atención, y os ofrecemos a visualizar el booktrailer de la novela.

Obras completas en colaboración . Jorge Luis Borges. 2 volúmenes Editorial Alianza. Madrid. 1981.

Los libros ardenmales. ManuelRivas. Editorial Alfaguara. Madrid. 2006. 610 páginas.

– Caen estrellas fugaces. Jose Gil Romero y Goretti Irisarri. Editorial Suma . Barcelona. 2017. 544 páginas.

La traductora. Jose Gil Romero y Goretti Irisarri. Editorial Harper Collins. Madrid. 2021. 320 páginas.

* Imagen de portada tomada de @joseygoretti.