«Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos» (Fernando Pessoa).

A ti, por regalarme el azul de los días.

Las vacaciones se acercan. Como cada año, toca aprender a convivir con un período de libertad, que nos invita a mirar con ojos nuevos, aquellos espacios que reconocemos como propios. Sin embargo, aunque vayamos a ellos una y otra vez, nunca volvemos a los mismos sitios. Solo cuando emprendemos el viaje a casa, solo cuando sentimos el abrazo de esa madre enigmática, que es Italia, nos damos cuenta de que, en realidad, nunca nos hemos ido de este país. Imposible escapar de ese laberinto de ruinas, palacios, basílicas, teatros, fuentes o terrazas, que conforman el escenario de nuestro particular drama felliniano. Italia es una noche de estrellas en la Piazza della Rotonda, un atardecer en Siena, un amanecer frente a la catedral de Módena y un instante vivido en la costa amalfitana, atrapado en tu retina. Es creer que el tiempo se ha detenido para ti en el último vaporetto del día, es percibir el pulso de la vida en un humilde mercado, es dejarte mecer por la belleza del pasado y por lo inexorable del presente. Un presente que nos incita a caer en numerosos tópicos, para, a continuación, invitarnos a romper nuestros esquemas: comer pizza al taglio, disfrutar de un vaso de limoncello, volver a la niñez con un gelato de nutella, renacer, al final de la tarde, con un caffè ristretto… son acciones que evidencian la existencia del paraíso. Ante las puertas del Edén, nos espera la alegría del reencuentro, la amistad, que se forja en cada camino, la música de Domenico Modugno, que inaugura la felicidad de estos meses, y, especialmente, la memoria por la que transita la ficción.

Como afirma la escritora gallega Isabel Parreño, «a veces vivir no es suficiente, entonces buscas en la literatura lo que te parece poco en la vida». A partir de los recuerdos y de las anécdotas que componen el mapa literario de Blu Palinuro (2021), recorremos, de la mano de Isabel, desde la frágil Venecia, hasta la desconocida isla de Pantelaria, atravesando, entre otros lugares, Ferrara, la Toscana, Nápoles, Roma o Sicilia, siguiendo las huellas de Dante, Petrarca, Pier Paolo Pasolini, Truman Capote, Pablo Neruda o Elena Ferrante. «Me gustaría decir que hay un plan, que todo forma parte de una estrategia diseñada con habilidad y equilibrio. Pero no veo más estrategia que Italia. No existe más plan que la ausencia de plan. Recorrer Italia de arriba abajo, de un modo clásico, como hizo Goethe para saciar la nostalgia del sur; o buscar el norte, como hizo Garibaldi, unificando territorios reales y literarios», asumiendo, como en la vida misma, que lo maravilloso de este periplo es lo inesperado. «Mas no apresures nunca el viaje» −nos recuerda Kavafis−, solo así comprenderás qué significan las Ítacas.

En esta fascinante aventura de pasos y lecturas, cuyo título designa no solo el nombre dado en la Eneida al piloto de la nave de Eneas, sino también a ese azul profundamente intenso, con el que nos hechizan los cielos y las aguas marinas del Cabo Palinuro, nos adentramos en la mágica ciudad de los canales en la que creció Hugo Prat, el autor del inolvidable Corto Maltés. Descubrimos una Nápoles rebelde, que «se niega a dejarse engullir por una falsa modernidad» a través de los ojos de Pasolini, quien prefería la pobreza y la ignorancia de los napolitanos a las escuelas de la República: «En Nápoles te roban la maleta, pero lo hacen con el corazón». Echamos ancla en Capri, Sicilia y en Pantelaria, territorio mítico, que nos recuerda a Macondo, porque cuando García Márquez avistó la isla desde el avión «tuvo la sensación de que era un animal prehistórico emergiendo de los abismos. […] Aquel producto volcánico, perdido en medio del agua, aislado del mundo conocido, le produjo la extraña desazón de verse atrapado en una geografía que él mismo había inventado». Frente a la finitud, ya en el epílogo de este viaje, la ciudad eterna se yergue desafiando al tiempo y al desasosiego de Stendhal: «Paseábamos como unos verdaderos vagabundos felices de existir». Al final, solo nos queda mirar atrás y ser conscientes de que con cada despedida dejamos en Italia una parte importante de lo que somos. «La multitud, los letreros, las calles, los monumentos, el peso de la historia, pero también los silencios, el perfume de las glicinas en un pasadizo poco transitado, una mujer leyendo a la puerta de su negocio de sombreros…Todo pasa delante de mis ojos mientras busco las palabras. Roma me espera siempre», para seguir pronunciando las sílabas del amor.

«Igual que algunos viajes empiezan mucho antes de pensar en ellos, es curioso cómo también se resisten a terminar. Continúan durante meses en las fotografías y sus historias congeladas, o en libros que extienden puentes hacia el recuerdo que se niega a desaparecer». Desde aquí, invitamos a nuestros lectores a caminar por las páginas de Blu Palinuro, a pintar el cielo de azul, escuchando las notas de un sueño, y a acompañarnos en nuestros próximos destinos, aunque Italia siempre permanecerá en algún rincón de nuestra memoria.

-Blu Palinuro. Isabel Parreño. Ediciones Menguantes. León. 2021. 264 páginas.

https://youtu.be/eeYEjAu6XXw