«El origen de todo se encuentra en cada una de las pequeñas decisiones que tomamos, en cada una de las curvas que el destino nos pone delante y tratamos de sortear lo mejor que podemos».

Javier Alandes es Licenciado en Economía y, además de escritor, es formador y conferenciante en emprendimiento, storytelling y competencias transversales. Es autor de las novelas Partido de vuelta (2018), La balada de David Crowe (2019), Las tres vidas del pintor de la luz (2019) –ficción histórica sobre un lienzo atribuido a Joaquín Sorolla− y Los guardianes del Prado (2022) ) ), una obra que nos descubre «una historia desconocida, los personajes anónimos que habían hecho algo extraordinario» para la Historia de España.

Como bien sabe Javier, en nuestro oficio periodístico, docente y literario, «si se pretende sacar información de alguien, hay que hacer sentir importante a esa persona. Y la mejor forma de hacerlo es haber trabajado y averiguado todo lo posible sobre lo que se le desea preguntar. De ese modo, no es un interrogatorio, sino que, con habilidad, se convierte en una charla de tú a tú donde se da la imagen de compartir información». Pero Javier, lo pone muy fácil, si a los lectores nos alabas de una forma tan sentida y sincera: «A ti, que has invertido tu tiempo en leer esta novela. A ti, que haces que mi sueño de seguir escribiendo historias mejorará más vivo que nunca». Marcadas las (verdaderas) intenciones, La tinta entrevista a Javier Alandes… «Y, mientras tanto, ¡leamos!»…

– En los bélicos años treinta españoles, Elisa Aparisi, una de las protagonistas de tu novela, afirma rotundamente: «Antes de hacer feliz a nadie, quiero ser feliz yo. Mi madre no me presentó a este mundo para ser la esposa de nadie, para complacer a un hombre…». Sus firmes convicciones le fueron inculcadas por su madre, que «le hizo ver, desde bien pequeña, que el papel de la mujer no tenía que ser el de encontrar marido y limitarse a ser buena esposa y madre. Que no dependiera de nadie, que amara y fuera amada siempre en igualdad de condiciones». ¿Cómo podrían sobrevivir, en aquella época, mujeres, como Elisa y su madre, que albergaban y defendían los pensamientos feministas?

En primer lugar, es un placer para mí estar con La tinta entre tus dedos , gracias por la oportunidad de conversar un rato con vosotras. En segundo lugar, yo no soy historiador; Soy un mal economista y un humilde contador de historias. Pero, para contar historias hay que documentarse, y esta novela es el ejercicio más grande de documentación que jamás realizó.

Gracias a ese proceso, descubrí que, durante los años de la República, la mujer comenzó a tomar el protagonismo que siempre debió tener. Su incorporación a la vida académica, universitaria, cultural y social fue un hecho incuestionable. Sin ir más lejos, la persona encargada de toda la operación logística de evacuación de los cuadros del Museo del Prado fue María Teresa León, novelista, activista política y esposa de Rafael Alberti.

En mi novela, tres mujeres representan ese paso adelante de la mujer durante la República, que, sin embargo, fue un avance que se vio truncado a partir del 39 y que, en mi opinión, seguimos pagando.

– Roberto Barroso, otro de los personajes de la obra, un alto funcionario del entonces Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del gobierno republicano, es incapaz de imaginarse «la capacidad que tiene el poder para resquebrajar los cimientos más sólidos». ¿Por qué el poder puede llegar a corromper tanto?

No tengo una respuesta para esta cuestión, pero, ¿cómo puede ser que políticos, que tienen un sueldo público, disfruten de ventajas y beneficios de por vida, con reconocimiento social, participen en casos de corrupción? Como dice el escritor americano Jim Stovall: «integridad es hacer lo correcto, aunque nadie nos esté mirando». Imagino que, para algunas personas, conseguir esa integridad cuando estás en un puesto que te da fácil acceso a dinero, a beneficios propios y de familiares, oa obtener ganancias personales, puede resultar muy complicado. Quizá nos tenemos que ver todos en situaciones así para conocer nuestra verdadera integridad.

– Aunque el título es bastante explícito, a lo largo de la obra descubrimos que los personajes, de los bandos republicanos y nacionales, buscan defender y apropiarse, respectivamente, de «lo más valioso que pueda poseer España. Aquello por lo que todavía somos admirados. […] Aquello que si el Gobierno no es capaz de defender […] no solo lo perderá España, sino toda la humanidad». ¿Qué es aquello que una sociedad debe defender, pese a las contiendas bélicas, la ideología política, pese al paso del tiempo y el cambio generacional?

Todo pueblo tiene sus símbolos, sus señas de identidad. Tiene aquello de lo que se siente orgulloso y forma parte de su personalidad: el idioma, las costumbres, su geografía… Pero solo hay una cosa que habla de lo que ese pueblo fue en el pasado: el Arte.

La pintura, la escultura o la arquitectura son rasgos diferenciales de un país. Los pintores son los «foto-periodistas» de sus épocas: nos cuentan las batallas, con sus victorias y derrotas, la evolución de las familias reales, los hechos históricos destacables, etc. Cuando un pueblo quiere aplastar a otro, una de las primeras lineas de flotacion es el Arte. Elimina el arte y eliminarás el pasado de un país. Y sin pasado, no hay historia. El arte nos habla de quiénes fuimos. Y no podemos mirar hacia adelante sin mirar hacia atrás.

El Arte puede estar en un determinado lugar o museo, pero es patrimonio de toda la Humanidad. Tenemos el derecho de disfrutar de él, pero también la responsabilidad de conservarlo para las generaciones futuras. TODOS SOMOS GUARDIANES DEL PRADO.

– Con una trama perfecta y narrada en diferentes planos temporales, que van desde los años treinta hasta los ochenta, es decir, desde la Guerra Civil y el inicio de la Dictadura franquista hasta la época de la Transición, contando incluso el momento preciso en el que Velázquez estaba pintando su cuadro más célebre, Las meninas , al lector se le presentan tantos personajes de ficción −Bela Silvera, Mateo Aguirre, Alejandro Santoro, Elisa Aparisi, Félix Santurce o Fernando Poveda, entre muchos otros−;como personajes de la Literatura, de la Pintura, de la Política españolas –María Teresa León, Rafael Alberti, Timoteo Pérez Rubio, Pablo Picasso, Federico García Lorca, Largo Caballero, Josep Renau, Juan Negrín, Ricard Pérez Casado, Franco… ¿Cómo fue el proceso de documentación y de qué forma conjugaste los hechos históricos con la trama de la novela, es decir, la realidad con la ficción?

Como os decían antes, este proceso de documentación ha sido el más complejo al que me ha enfrentado jamás. Cuando una persona que escribe está documentándose, el problema habitual es que esa documentación sea escasa y difícil de conseguir. Pero mi problema fue diametralmente opuesto: al ser hechos ocurridos en el siglo XX, tenemos toneladas de información y documentación. Y mi trabajo fue sacar las agujas del pajar, esos hilos de documentación que tienen que ser el cuerpo principal de la novela.

A partir de ahí, lo que pretendí fue crear unos hechos ficticios que no tergiversaran la realidad, hechos que podrían haber ocurrido, que empataran con los verdaderos hechos históricos y que pudieran ser intrahistorias ocurridas dentro de la Historia con mayúsculas. La historia es la que es y sucedió como sucedió. Pero pueden existir hechos que la cambiaron para siempre.

– ¿Qué crees que representa Las meninas para la Historia del Arte de España o por qué ese cuadro y no otro?

En junio de 2022, se celebró la Asamblea de la OTAN en Madrid. La cena de gala fue en el Museo del Prado. Y, ¿dónde se hizo la foto oficial? En la sala de Velázquez, junto a Las Meninas , no delante del cuadro o al lado. El grupo de mandatarios y sus acompañantes estaba dividido en dos partes y el centro de la foto estaba presidido por el cuadro de Velázquez.

Este hecho nos habla del significado que tiene el cuadro de Las Meninas , sin duda, una pintura icónica, porque el genio sevillano innovó como nadie había hecho jamás el género de «retratos de familias reales», a través del juego de espejos, de las actitudes de los personajes, del punto de luz con la puerta abierta, de la presencia del propio Velázquez en el cuadro… Es una obra única, que recoge y resume lo mejor de la escuela pictórica española.

– «La primera vez que se ve llorar a un padre marca para siempre. Es la caída de un gigante, la constatación de que el escudo de protección que uno tiene también puede romperse y quedar expuesto a lo desconocido. Las lágrimas de un padre sobrecogen, asustan, porque es la forma que tiene el mundo de explicarnos que no todo tiene solución». Así piensa Alejandro Santoro, el joven arquitecto de la novela, que debe madurar a marchas forzadas por la situación familiar y política del país. ¿Cómo ideaste a este personaje tan relevante de la obra?

Los guardianes del Prado es una novela de aventuras. Crecí leyendo a Julio Verne, Robert Louis Stevenson, o Salgari. Sus obras reflejan una serie de aventuras que yo hubiera querido vivir. En todas ellas hay un factor en común: personas normales que se ven envueltas en un reto que les exceden. Y, aun así, no se rinden.

Eso es lo que representa el personaje de Alejandro Santoro, un joven arquitecto, que se ve envuelto en el complot para robar Las Meninas y entregarlas a Hitler y que tiene que decidir entre mirar hacia otro lado o hacer lo correcto, a costa de poner en riesgo su vida y la de las personas que más quiere, sin saber si está preparado para ello. Y cuya única arma son los valores que ha adquirido de sus padres.

Alejandro Santoro nos representa a todos. Hace lo que todos querríamos hacer venciendo a sus miedos, a la incertidumbre. Representa el viaje del héroe de Joseph Campbell en toda su esencia. ¿A quién no le gustaría ser un héroe?

– Uno de los periodistas de la obra, Fernando Poveda, será clave para desentrañar el misterio de quiénes fueron y qué hicieron los guardianes del Prado. Está habituado a oír que «la vida sigue», pese a lo mal que te lo pueda hacer pasar, aunque él es partidario de defender que «la vida no sigue; los días pasan, que no es lo mismo». ¿Es el trabajo una forma de que los días pasen más rápido, sin que nos demos cuenta de que la vida, en efecto, sigue?

Yo mismo he cómo cumplir con los pasos «correctos» de la vida me hizo estar inmerso en una rutina sentido que no me llenaba emocionalmente. ¿Qué ocurre con ese paradigma cuando llega un terremoto a tu vida? Fernando Poveda sufre la muerte de su único hijo, y ese paradigma anterior ya le da igual. Siente que jamás va a volver a encontrar la paz interior. El trabajo es el hilo que le mantiene cuerdo, que le hace tener unas obligaciones y unos horarios. Pero su motivación no existe, solo sirve para que los días pasen.

Es necesario que otro terremoto sacuda su vida −la investigación sobre Félix Santurce y el descubrimiento del intento de robo de Las Meninas , en 1937− para encontrar de una nueva motivación que le recuerde que sigue vivo, que sigue siendo un periodista, que hubo un tiempo en el que amaba su profesión y le hacía feliz. Su vida jamás volverá a ser la misma, pero es capaz de encontrar un nuevo comienzo.

– La Guerra Civil española es el hilo temporal conductor de la trama, la confrontación irresoluble entre españoles que fueron capaces de matarse por sus ideales políticos, cargados de odio y violencia, pero no de razones, «porque si una lucha política es capaz de alcanzar hasta el alma más sensible, de acabar con la vida de un poeta por unos ideales, ¿qué no podría hacer con el resto de los mortales». ¿Seguiremos así de confrontados?

A dia de hoy, abrimos un periodico y vemos diversas noticias relacionadas con la Memoria Histórica. Tenemos una conversación informal sobre política y las palabras «rojo», «comunista» o «facha» aparecen a las primeras de cambio. ¿De verdad hemos superado la Guerra Civil? favorables, en lo que se refiere a la violencia, sí. Pero, mentalmente, todavía quedan muchas reminiscencias de las dos Españas. Todavía existe una apropiación cultural de determinados símbolos, y la utilización de los mismos está muy polarizada. Nos gusta o no, eso sigue siendo un conflicto.

– Otro personaje indiscutible de la novela es la propia ciudad de Valencia, capital de la República española durante la presidencia de Largo Caballero, a partir de noviembre de 1936. En un viaje literario excepcional, la obra recorre las calles y edificios más emblemáticos de la capital del Turia: las plazas de Emilio Castelar y de la Virgen, la estación del Norte, las calles Quevedo, Navellos, del Hospital y Garrigues, del Pintor Sorolla, del Reloj Viejo, las Torres de Serranos, la iglesia del Patriarca, el edificio de Correos, la casa de los Montenegro, los palacios de Trénor y del marqués de Campo… ¿Qué importancia tuvo Valencia durante la Guerra Civil y cómo ha sido novelar tu ciudad? ¿«El carácter de una ciudad lo define su arquitectura»?

He nacido y vivido toda mi vida en Valencia. Toda la novela es un homenaje a la ciudad, que tuvo un papel muy importante durante la Guerra Civil, por tres motivos: porque estaba alejada del frente, porque tenía salida por mar y porque tenía los suficientes edificios históricos como para albergar a los ministerios, a las direcciones generales ya los cientos de funcionarios que se desplazaron a la ciudad.

Esto pone de manifiesto que «el carácter de una ciudad lo define su arquitectura»: si es una ciudad religiosa, nos lo dirá su arquitectura, si es una ciudad que lleva haciendo negocios durante siglos, nos lo dirá la cantidad de edificios que sirvieran para ello y, si es una ciudad innovadora, nos lo dirán sus instalaciones, sus lugares más conocidos y modernos. La estampa de cada ciudad, la que todos grabamos, es arquitectura. De ese modo, la arquitectura define su carácter.

Valencia es una ciudad en la que se convive con lo más histórico (Catedral, Lonja de la seda) y lo más moderno (Ciudad de las Artes y Las Ciencias, Palacio de Congresos). Eso habla de una ciudad que no se olvida de lo que fue, para ofrecer nuevas experiencias a sus ciudadanos y visitantes.

– El Museo Arqueológico Nacional y el Museo Nacional del Prado albergan el botín preciado que, en los años treinta del siglo pasado, tanto anhelaba conseguir el propio Adolf Hitler. ¿Qué ocurrió con el expolio de las monedas de oro y plata, piezas procedentes de «Roma, Bizancio, del imperio musulmán o los reinos visigodos. Piezas de oro de Tenochtitlán, maravedíes de Felipe IV y joyas procedentes de la herencia borbónica»? ¿Cuál es el «misterio del tesoro del Vita »?

El gobierno republicano, una vez decide abandonar Madrid y llevarse a cabo los cuadros más importantes del Museo del Prado para preservarlos, se da cuenta de que existe otro patrimonio igual de valioso, pero más fácilmente convertible en dinero: la colección numismática del Museo Arqueológico Nacional . Se estima que, en aquel momento, era la colección más importante del mundo.

Con nocturnidad, los funcionarios de la Dirección General de Bellas Artes entran en el Museo Arqueológico Nacional y, literalmente, meten esas millas de monedas a puñados en sacos. Sin recuento, sin catalogación. Las monedas viajando, en baúles, a Valencia, junto con los cuadros y, en noviembre de 1937, abandonan la capital del Turia junto al Gobierno y los cuadros.

Tras un pequeño periodo de estancia en Barcelona, ​​​​cuadros y monedas tomarán rumbos distintos, una vez el gobierno republicano se da cuenta de que la contienda no va a caer de su lado. Es entonces cuando los cuadros toman rumbo a Ginebra, donde quedarán custodios en la sede de la Sociedad de Naciones. Las monedas serán llevadas al puerto francés de Le Havre, donde se embarcarán en la Vita, un barco fletado por el gobierno, cuyo destino es México. Allí ya hay una importante colonia de políticos republicanos exiliados, que custodiarán ese tesoro.

El gobierno dice que la colección se embarcó en la Vita, mientras que los republicanos exiliados aseguran que esas monedas jamás llegaron en el barco. El resultado supone uno de los mayores expolios de patrimonio artístico e histórico de la historia. Es un misterio que todavía no se ha resuelto, pero lo integro en mi novela Los guardianes del Prado como parte de las contraprestaciones que Alemania solicita, por participar en la Guerra Civil, apoyando al ejército nacional.

– ¿Qué relevancia tuvieron en la época el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE) y la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) y por qué, si defendían lo mismo, tampoco se pusieron de acuerdo en lo fundamental?

Arturo Pérez-Reverte, en su saga de novelas del Capitán Alatriste, recrea en una prolepsis la batalla de Rocroi, lugar donde él sitúa la muerte del capitán. Cuenta que unos pocos soldados supervivientes del tercio español tras la batalla, siguen resistiendo hasta que el capitán del ejército de Flandes les dice que se rindan, que les van a perdonar la vida y que pueden sentirse orgullosos del honor con el que han luchado. Ante esta propuesta, el Capitán Alatriste declara: «Capitán, gracias por el ofrecimiento, pero esto es un tercio español». Para Pérez-Reverte, el no rendirse forma parte del carácter español, como también lo forma el no entenderse, aunque solo seamos unos pocos.

Eso es lo que ocurrió con los exiliados españoles: organizados, deseoso de ayudar en lo máximo posible al gobierno desde la distancia, recibiendo y dando alojamiento a las personas que llegan al exilio en México…, pero teniendo cabecillas que desean asumir el protagonismo. Y como no se pusieron de acuerdo, crearon dos facciones en el exilio.

– ¿Qué importancia tuvo el Frente Popular Femenino, formado solo por mujeres, que se atrevió a cantar, con el puño el alto, A las barricadas, en diciembre de 1936?

En Valencia se produjo esa marcha compuesta solo por mujeres, apoyando al legítimo gobierno. El personaje de Mateo Aguirre, que está en Valencia a causa del complot para robar Las Meninas , se da cuenta de que en la ciudad todavía no se ha escuchado ni un solo disparo por la guerra, y que el ambiente es casi festivo. El gobierno republicano sintió el apoyo popular al llegar a Valencia, pero la ciudad todavía vivía en otra realidad.

– El espionaje y el contraespionaje, el juego de los dobles espías están muy presentes en la obra, en concreto, en la figura de uno de los personajes: «Un republicano con pretensiones, para unos. Un nacional que no se mojaba, para otros». En esa época bélica, ¿esta práctica del doble espionaje era una buena táctica para sobrevivir o, más bien, para enriquecerse a costa de unos y otros? ¿«Es más fácil juzgar que actuar»? ¿Por qué?

Ese enunciado que citáis se refiere a uno de los personajes de la novela: Félix Santurce. Mi personaje favorito, pues fue el que más me costó crear, debido a su ambigüedad y por ser protagonista de un doble juego, a la vez que es conocedor de todo lo que está ocurriendo, y el más autoconsciente de las consecuencias que tendrá el hecho de que Las Meninas se entreguen a Alemania. Es, además, el único que se da cuenta de que da igual quien ganó la guerra: a España le esperan años muy oscuros.

Él no se juzga, solo quiere aprovechar su momento. Sabiendo que la historia sí le juzgará, pero que, llegado ese momento, él llevará años muerto. Desde mi punto de vista, es un personaje que actúa con una coherencia extrema, enriqueciéndose gracias a la situación que han creado unos y otros.

– El tema de la culpa también marca la vida de muchos de los personajes de la novela: «La culpa. Ese sentimiento tan traicionero: unas veces real, otras imaginado. Pero su peso lastra a cualquiera, es capaz de someter al más fuerte y de hundir en la miseria a quien sea un poco más frágil. Y la culpa emerge queriendo cobrar sus tributos, sin que nadie se libre». ¿Cómo conseguiremos liberarnos del sentimiento de culpa que nos ahoga en muchas ocasiones? ¿«La culpa nunca es de quien vende las armas, sino de quien las dispara»?

No soy psicólogo y no puedo responder a esas preguntas. Pero, por norma general, los seres humanos tratamos de buscar argumentos o excusas a los errores que cometemos, porque la culpa es un peso muy difícil de cargar.

Ante un mismo acto, una persona se puede sentir culpable y otra no, porque el sentimiento de culpa también es subjetivo. Por esta razón, existen personas que hacen daño, pero que no sienten culpa, porque piensan que tienen una buena explicación para ello. Y, por otro lado, también hay personas que sienten culpa incluso ante cosas en las que no han logrado. La gestión de la culpa es una batalla que todos llevamos dentro.

Uno de los personajes de la novela, Alejandro Santoro, conoce a Elisa porque los cuadros llegan a Valencia, pero se siente culpable de ser feliz gracias a una guerra. Jaume, otro de los personajes, se siente culpable de ser feliz por volver a ver Las Meninas , también gracias a una guerra. En cambio, otros no sintieron ninguna culpa de traer al ejército alemán personajes y de que ello ocasione miles de víctimas, escudándose en el «yo no he disparado».

– ¿«De algo bueno puede nacer algo malo, pero de lo malo también nacen cosas buenas»?

Me remito a la respuesta anterior: Alejandro y Elisa se conocen y se enamoran debido a que España está en guerra. Quizás nunca se supieran en otras circunstancias. Por tanto, de algo malo puede nacer algo bueno. En cambio, de la buena intención del gobierno republicano de salvar las obras del Museo del Prado nace el complot para robar Las Meninas . De algo bueno tambien puede nacer algo malo.

Debemos convivir a diario con esa dualidad. Es como la fábula de «Buena suerte, mala suerte… ¿sabe quién?». Animo a los lectores a leerla, si no la conocen.

– «Todas las guerras se deciden en unos pocos despachos, y miles de personas mueren por las decisiones que en ellos se toman. La ambición jamás entenderá de filiaciones políticas ni de bandos». ¿Crees que las sociedades todavía no nos hemos dado cuenta de ello o que si, por el contrario, somos conscientes de este horror, lo aceptamos con resignación, con desidia, con indulgencia…?

¿Debemos suponer que todos los soldados rusos que han invadido Ucrania están de acuerdo con dicha invasión o que la guerra está justificada para todos ellos? Supongo que habrá todo tipo de casos, pero estoy seguro de que hay soldados que están allí porque son las órdenes que han recibido, porque el sustento de sus familias depende de su trabajo, porque quieren tener un futuro en las Fuerzas Armadas, etc.

Unos pocos deciden el paso de la Humanidad, siempre ha sido así. Y no es que el resto estemos de acuerdo, pero quizás tampoco sabemos qué podemos o debemos hacer para que las cosas estén fuera de otro modo. La Historia se juzga apropiadamente décadas o siglos después de los hechos ocurridos.

– La fecha del 25 de octubre de 1937 es clave en la trama de la novela. ¿Por qué? ¿Lo fue acaso también para la Historia de España, para la Guerra Civil?

Novelar también es recurrir a figuras literarias para enfatizar lo relacionado. Esa fecha no tiene ningún significado en concreto más allá de que es cuando el gobierno republicano abandona Valencia, camino de Barcelona, ​​y se lleva consigo cuadros y monedas.

Pero lo que sí es cierto es que los hechos que cambian la Historia, obligatoriamente, tienen que ocurrir un día concreto a una hora concreta, pues ello nos sirve para recordarla, para conmemorarla, para no olvidarla.

– Ningún evento es nimio para cambiar la Historia de un país. Los grandes acontecimientos, como son, desgraciadamente, las guerras, trastocan, inevitablemente, la vida de quienes las padecen y de las generaciones futuras. ¿«Qué hubiera ocurrido si las tropas terrestres del Tercer Reich llegaran a poner un pie en España»? «Jamás lo sabríamos», pero…

Vamos a hacer un ejercicio de imaginacion. Según mi novela Los guardianes del Prado,  Alemania pide el Autorretrato, de Durero, y Las Meninas , de Velázquez, a cambio de enviar tropas terrestres y armamento a la Guerra Civil española. Imaginemos que esas tropas llegan a España y que la guerra de un plumazo, si bien acaba ese contingente militar se asienta en España. Lo que ocurriría, a partir de ahí, es que cuando Alemania invade Polonia, en 1939, y desata la Segunda Guerra Mundial, Hitler tendría, en el sur de Europa, 50.000 soldados. ¿Cómo hubiera sido el curso de la guerra?, ¿qué hubiera pasado con la Línea Maginot francesa?, ¿y con el frente africano?

Nunca lo sabremos, pero tal vez viviríamos en un mundo completamente diferente.

Enhorabuena, Javier, por la trama perfecta de tu novela y por la excelente documentación que hay detrás de ella. Te auguramos, además, un gran futuro como escritor. ¡Ese es nuestro deseo, después de conocerte y leerte!

Y a vosotros, estimados lectores, os recomendados a leer la novela Los guardianes del Prado , de Javier Alandes, conscientes de que las historias nunca mueren «si alguien las cuenta»…

Los guardianes del Prado. Javier Alandes. Espasa. Editorial Planeta. 2022. 544 páginas.