A TODAS LAS MUJERES LEJÁRRAGA…
«Aún no sospechaban cómo escocía el drama cuando era real, qué mal iluminado estaba por la vida, qué triste era su escenografía. Porque cuando aún no se ha vivido suficiente, el drama atrae, la tragedia fascina».
En la novela La mujer sin nombre , de Vanessa Montfort, se nos recuerda que «la tarea del escritor es dominar la vida, sondear las almas, aclarar los sentimientos», pues «el arte requiere decisión y, por lo tanto, no se debe contar solo con la inspiración, es preciso trabajar como labriegos y amar la tarea del oficio diario». Es incuestionable, además, que «el dolor es un alimento para el espíritu del artista», pero, «¿acaso la mayoría de la gente conocía el significado de ser autor? ¿Ni cuál era su patrimonio?».
La protagonista de esta historia es la escritora María de la O Lejárraga, nacida en 1874, la mujer que «pudo caer en su propia trampa. Una pigmaliona que se inventó al hombre del que enamorarse. O al menos una parte. Y, para poder admirarlo como quería, le insufló su talento», apostando todo a una carta, su vocación y sus sentimientos, pesándole en su vejez, que pasó en Buenos Aires, «el recuerdo de las penas inútiles», tras treinta y tres años fuera de España, exiliada, sin patria y sin reconocimiento.
María es «la mujer sin nombre», de la novela homónima de Vanessa Montfort, la esposa del dramaturgo y empresario teatral Gregorio Martínez Sierra, la que fue amiga de personalidades tan importantes para nuestra cultura como Juan Ramón Jiménez, Joaquín Turina, María Guerrero o García Lorca, a la que Galdós aconsejó: «Tú sigue escribiendo. No la abandones nunca y ella no te abandonará a ti. La Literatura es lo único que te hará sobrevivir a aquello que venga». A eso se dedicó la Lejárraga, a escribir ya vivir, entre bambalinas, sin reivindicarse, la intensa actividad teatral de la España de principios del siglo XX. María era la estrella y Gregorio, la sombra que acechaba sus textos, que la traicionó con una actriz, Catalina Bárcena, que se cruzó en su camino, como si se tratara del argumento típico de una obra de alta comedia benaventina.
Dos mujeres, María y Catalina, condenadas a no entenderse: la primera tuvo que soportar la traición de su marido y la segunda, se vio obligada a representar una obra que aquella había escrito a su medida, titulada La mujer, cuyo argumento giraba en torno a «una joven esposa traicionada, que descubrió que su marido la engañaba con otra», tal vez porque las relaciones de amor son «una lucha en la cual no cabe afecto por el adversario», o quizás porque Lejárraga comprendió que lo mejor era « hacerle caso a Goethe cuando dijo eso de: “Si tienes un monstruo, escríbele”».
Siendo, indubitablemente, la dramaturga española más prolífica de todos los tiempos, autora de obras tan célebres como Canción de cuna , llevada al cine en cinco ocasiones, o del libreto de El amor brujo, de Falla, María de la O Lejárraga sufrió también la perfidia del mismísimo Walt Disney cuando este le plagió el argumento para su conocida película de animación La dama y el vagabundo. Su intensa vida personal y literaria, fue acompañada de un férreo compromiso político, pues, además, fue diputada por la Segunda República y fundadora de proyectos pioneros para los derechos y las libertades de las mujeres. Así, en 1933, «mientras Gregorio y Catalina posaban ante los flashes humeantes y aparatosos de Hollywood, otro mucho más modesto iluminaba a María al llegar de nuevo a Granada convertida ya en parlamentaria», lugar en el que pronunció un discurso por y para las mujeres, cuyo final lo declamó conteniendo la respiración: «Estudien. Busquen libros. Las quiero a ustedes, futuras mujeres de España, apasionadas e ilusionadas. Nunca el saber ha cortado las alas del ensueño. Aprenderéis a amar al pueblo, aprenderéis a indignaros ante la ignorancia, aprenderéis a aborrecer el privilegio, aunque pertenezcáis a las clases privilegiadas, a detestar la guerra, a desear apasionadamente la igualdad».Solo cuatro años más tarde, en 1937, coincidiendo con la Guerra Civil española, la vida de María Lejárraga «dejó de tener sentido. Así, sin más. Como escribiría en su diario una de esas noches insomnes, “sin patria, sin familia, sin anhelo”, preguntándose si agarrarse a la esperanza, “como a una justificación de vivir. Serviremos de algo ya que la vida no sirve para nada». Era el momento en el que María se encontró en Suiza, como agregada comercial, pasaje diplomático que le consiguió su amiga y diputada por Oviedo, Matilde de la Torre. Como escribiría en su diario una de esas noches insomnes, “sin patria, sin familia, sin anhelo”, preguntándose si agarrarse a la esperanza, “como a una justificación de vivir. Serviremos de algo ya que la vida no sirve para nada». Era el momento en el que María se encontró en Suiza, como agregada comercial, pasaje diplomático que le consiguió su amiga y diputada por Oviedo, Matilde de la Torre. Como escribiría en su diario una de esas noches insomnes, “sin patria, sin familia, sin anhelo”, preguntándose si agarrarse a la esperanza, “como a una justificación de vivir. Serviremos de algo ya que la vida no sirve para nada». Era el momento en el que María se encontró en Suiza, como agregada comercial, pasaje diplomático que le consiguió su amiga y diputada por Oviedo, Matilde de la Torre.
En La mujer sin nombre, María es rescatada del injusto olvido creador, cuando una compañía teatral quiere representar Sortilegio, pero, ante todo, pretende desentrañar las claves de su vida. Sin embargo, la novela de Montfort no es solo la biografía de María de la O Lejárraga, sino que también es la crónica de otras muchas mujeres que vivieron con fugacidad y nerviosismo los felices años veinte: Carmen de Burgos, Zenobia Camprubí, María Teresa León, María de Maeztu, Margarita Nelken, Victoria Kent, Clara Campoamor, Elena Fortún…;mujeres que convivieron en lugares tan relevantes como el Lyceum Club o la Residencia de Señoritas, en Madrid, en medio de una «nueva complicidad desconocida, porque no nacía de sus similitudes sino de sus diferencias», aquellas que vibraron con la proclamación de la Segunda República, en 1931, para quienes Fernando de los Ríos, Ministro de Justicia del gobierno presidido por Niceto Alcalá Zamora.
Esta novela, la última publicada por Vanessa Montfort, tuvo su adaptación teatral, bajo el título Firmado Lejárraga, dirigida por Miguel Ángel Lamata. En esta línea, la escritora también participó en el documental ficcionado titulado A las mujeres de España. María Lejárraga, dirigida por Laura Hojman, que fue nominada a mejor documental en los Premios Goya ya los Premios Feroz, categoría de no ficción, en 2022. Asimismo, la autora de La mujer sin nombre obtuvo el XI Premio Ateneo Joven de Sevilla con su primera novela, El ingrediente secreto (2006), aunque su confirmación como novelista le llegó al ganar, con su segunda novela Mitología de Nueva York, el Premio Ateneo de Sevilla en 2010. En 2014, publicó su tercera novela, La leyenda de la isla sin voz, que también fue galardonada con el Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza. En 2016, el mismo año en el que, junto a Lamata, fundó la productora Bemybaby Films, con la que produjo su primer largometraje, Nuestros amantes , publicó su cuarta novela, Mujeres que compran flores; y, en 2019, El sueño de la crisálida.
Montfort novela la vida de María de la O Lejárraga, dejando claro que «el escritor era quien realizaba el acto de escribir. Pero, más allá de eso, ser escritor era una mirada ante el mundo. Escritor era quien tomaba la realidad y la secuestraba en su cabeza hasta convertirla en literatura. El escritor nace y al abrir los ojos para mirar al mundo ya empieza a transformarlo». Montfort, en La mujer sin nombre, reivindica que «la propiedad intelectual de María Lejárraga había sido expropiada. ¿Por mujer? ¿Por amor? ¿Por exiliada? ¿Por una serie de decisiones tomadas demasiado pronto? Daba igual.Lo único diáfanamente claro era que debería serle devuelta», antes de que el tiempo resuelva, estimados lectores, cuánto «necesitará el alma para descansar de una vida».
– La mujer sin nombre. Vanessa Montfort. Plaza & Janés. Barcelona. 2020. 622 páginas.
– Firmado Lejárraga . Vanessa Montfort. Instituto Nacional de Artes Escénicas y de Teatro Castellano. Madrid. 2019. 174 páginas.
– A las mujeres de España. María Lejárraga. Laura Hojman (Dirección). 2022.
– ¡Mujeres que cuentan! Margarita Cueto Veiga y Nuria Sánchez Villadangos (Autoras). Marta Ponce (Ilustradora). Editorial Platero. Sevilla. 2022. 116 páginas.