«Los ocho kilómetros de arena y mar bajo sus pies hacían que se sintiera afortunada de haber nacido allí».

Blanca Cabañas, maestra de educación especial, descubrió de niña el placer de la lectura en El viaje de Viento Pequeño y en la aventura de perseguir la brisa, encontró el oficio de escribir. Cuando tenía diez años, su relato «Sepillín» resultó ganador de un pequeño concurso escolar. Tras él, llegó «Katchi», galardonado como el Mejor Relato Corto en el III Certamen Literario Dos Hermanas Divertida. En 2019, Blanca consiguió el accésit a la Mejor Novela Corta en el XXIX Certamen Calamonte Joven con «Un buen vecino». En 2020, «Vivir» obtuvo el I Premio del VIII Concurso Relato Projecte LOC, de Cornellà de Llobregat. Al año siguiente, «La línea» se hizo merecedora del I Premio del Certamen Literario Ciudad de Chiclana, reconocimiento que la impulsó a escribir su primera novela. En diciembre de 2020, la joven gaditana autopublicó, en Amazon, Perro que no ladra. Meses más tarde, el contrato con Suma de letras le permitió conocer esta historia a través de Penguin Random House, uno de los grupos editoriales más importantes de nuestro país.

La protagonista de la obra, Lara Ortiz, vive en Sevilla, alejada de su círculo más próximo. La llamada repentina de su hermana trastoca su mundo y la obliga a regresar al lugar del que siempre ha estado huyendo. Su llegada a Chiclana de la Frontera hará que retome el contacto con aquellos que determinaron su vida y desentierre los recuerdos que precipitaron su marcha. Blanca, ¿el pasado siempre vuelve o nos arrebata inexorablemente lo que pudiéramos haber sido?

Creo que ambas afirmaciones son ciertas y van de la mano. El pasado siempre vuelve. Está en nosotros aprender a convivir con él e, irremediablemente, nos hace convertirnos, no en quienes nos hubiera gustado llegar a ser, sino en quienes somos. Lara, la protagonista de la novela, arrastra miedos, traumas y la responsabilidad atribuida de conocer la verdad acerca de la desaparición de una de sus mejores amigas de la infancia. Ha vivido sin mirar atrás demasiado tiempo, pero el pasado siempre te alcanza.

– La novela es fruto de tu amplio conocimiento en el campo de la neuroeducación, a partir de los trabajos del doctor Francisco Mora. De hecho, el síndrome de Capgras o «la ilusión de dobles» es el desencadenante de toda la trama. ¿Cómo se origina esta en tu mente?

Antes de saber siquiera de qué iba a escribir, por mi profesión, maestra de educación especial, me encontré estudiando un máster en Atención Temprana y Necesidades Educativas Especiales. Fue así que di con la Neuroeducación, una neurociencia pionera en el estudio del cerebro a tiempo real a través de técnicas de neuroimagen como el TAC o la Resonancia Magnética. Gracias a estas pruebas, hoy podemos conocer más sobre síndromes que siempre han estado ahí y para los que no tienen explicación plausible. Entre ellos, el síndrome de Capgras, que consiste en una afectación en el hipotálamo que hace a todo aquel que lo padecen no reciben las emociones que se nos encienden cuando ven a personas que conocemos. Como consecuencia, piensan que dichas personas no son quienes dicen ser, sino impostores, dobles idénticos. Cuando leí esto,

– ¿Vemos solo lo que queremos ver?

Depende en gran medida de cada persona, pero si estamos obstinados en creer algo, probablemente buscaremos cualquier señal o indicio que confirme aquello que queremos ver. Uno de los conflictos que se fraguan en la novela es el de la ciencia y la fe. Por un lado, tenemos a Herminia, la madre de Lara, abanderada de la religión y de las creencias supersticiosas y, por otro, tenemos a Lara, con una mente racional, metódica y pragmática.

«El cerebro es un enigma que la sociedad trata de descifrar para comprenderse a sí misma». ¿Somos nuestro cerebro o nuestras emociones?

Somos nuestras emociones, aunque estas se manifiestan en el cerebro, así que, técnicamente, somos ambos. Tendemos a hacer alusión al corazón cuando hablamos de sentimientos, pero deberíamos señalar nuestro cerebro. Es el órgano más desconocido ya la vez más apasionante de nuestro cuerpo.

– Perro que no ladra es una novela de reencuentros, de cicatrices, de traumas del pasado, de enfermedades mentales, de relaciones personales, pero también un recorrido por la historia de tu localidad natal: la plaza de las Bodegas, la Iglesia Mayor, la venta Florentina, la Torre del Puerco, las marismas… ¿Qué te ha aportado esta intensa labor de investigación? 

Aprendió, no solo de Chiclana, de Neuroeducación o de creencias supersticiosas, sino también y, sobre todo, del proceso creativo, de corrección, de maquetación, de marketing y de promoción. He aprendido a hablar en público, a dejar de ponerme nerviosa en entrevistas ya defender mi proyecto. Aprendió acerca del mundo editorial y de lo complicado que es conseguir visibilizar entre tantísima competencia. Pero, lo que me llevo, es gratitud ante todo lo que me está pasando, más confianza en mí misma y que, pese a todo, la ilusión sigue siendo el motor.

– Sin duda, para el lector, ver Chiclana desde la perspectiva de Lara, rodeado de una atmósfera de misterio y de un aura lúgubre, ha resultado fascinante. ¿Cómo se ha creado una novela de suspenso en un escenario lleno de luz?

Ha sido divertido. Chiclana es un municipio muy turístico, conocido por la playa de la Barrosa y por su clima. Sin embargo, en la novela, esta faceta de Chiclana tiene un papel inexistente. Dejamos a un lado esa Chiclana cálida para adentrarnos en un ambiente más sombrío y turbio; caminamos por escenarios solitarios, como el pinar del Hierro y la Espartosa y acompañamos a la protagonista en un viaje sofocante y, a veces, incómodo, pues lo que debería ser el regreso al hogar, para Lara es la vuelta a la cicatriz, a todos esos temores que ha ido cargando sobre sus hombros.

– Este juego de contrastes desencadenados, en el seno de una familia que esconde numerosos secretos, una serie de extraños acontecimientos. ¿Qué papel juega ese ambiente opresivo en la construcción de la historia?

Un papel principal, pues marca, indiscutiblemente, toda la historia y la personalidad de la protagonista. Lara puede parecer bastante fría y distante, más aún si mantenemos una relación «normal» con nuestras familias. En la novela me limito a contar, en esos saltos al pasado de la segunda línea temporal, vivencias significativas que marcaron a Lara y la hicieron ser quien es hoy. Estoy convencida de que el lector comienza la novela desorientado con la actitud de la protagonista y termina con el mismo regusto malicioso que ella al ver sufrir a quienes la incordian.

El aspecto mágico o esotérico resulta también muy importante en la novela. ¿Cómo te documentaste para dotarla de semejante riqueza?

Este creo que es uno de los ingredientes más atractivos de la novela. Aunque no lo comparta, siempre me ha atraído mucho este mundo y me ha parecido fascinante. Había leído sobre brujería en novelas ambientadas fuera de España o en el norte del país, pero nunca en el sur. Sin embargo, sí que me ha tropezado con personas que creen en energías y realizan rituales u oraciones con el fin de atraer la suerte, la prosperidad, la salud o el bien al hogar. Sin ir más lejos, mi suegra es muy dada a ello. Encarga talismanes que dan buena suerte, coloca laurel en los cuadros de la familia, limones en las estanterías… Creo que todos, en mayor o menor medida, también hemos acercado posturas con estas creencias. Siempre pongo el ejemplo del gato negro, de leer el horóscopo,

«¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona guiada por sus creencias

Eso digo yo. ¿Hasta dónde? deberá descubrirlo el lector, adentrándose en la novela.

– Las trampas de la maternidad, el amor nocivo y enfermizo… Las amigas son un contrapeso necesario, ¿no es así?

Son un soplo de aire fresco entre tanta intensidad. La amistad se muestra como ese salvoconducto que libra a Lara de hundirse. Y, aunque el grupo de amigas ya nunca estará completo, han forjado la amistad de verdad, aquella por la que no pasan los años. Lara encuentra en ellas un desahogo, un medio para pronunciar palabras en alto que la asustan. Las amigas se reúnen para compartir sospechas, investigaciones y, poco a poco, van hilvanando el entresijo de mentiras que las rodean.

En la novela no solo subyace la imposibilidad de conocer a los demás, sino también los diferentes «yos» del principio filosófico de Heráclito: «ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos». ¿Somos tan impredecibles?

Como Lara regresa a Chiclana catorce años después en los que apenas ha tenido contacto con algún con su familia, encontró en este principio filosófico la simbiosis perfecta. Herminia, Olga, Lucas, el grupo de amigas… Todos recuerdan a una Lara adolescente que fue incapaz de hacer frente a la situación y que tomó la vía fácil, pero la Lara que regresa poco tiene que ver con esa niña y, aunque conserva los miedos, vuelve con el coraje suficiente como para hacer frente a esos fantasmas del pasado. Respondiendo a vuestra pregunta: sí, somos muy impredecibles porque, por muy empáticos que seamos, no podremos ponernos jamás en los zapatos del otro. Es neurobiológicamente imposible, puesto que no hemos vivido el ciclo vital de esa persona.

– ¿Algún proyecto próximo, que podemos contarnos?

Me he sentido culpable por no aprovechar el boom de Perro que no ladra y por no poder tener una segunda novela antes, pero la realidad es que además de escribir, trabajo como maestra y compaginar los dos mundos es muy complicado. Tengo que priorizar uno u otro constantemente. Cuando se publicó la novela estaba en pleno proceso de oposición y no pude dedicarle el tiempo que me hubiera gustado. Quizá por eso, me esforzó el doble y llevo promocionando la novela más de seis meses. Considero que cada libro tiene su recorrido, hay que alargarlo al máximo y luchar por él. Es lo que estoy haciendo. Mientras tanto, me encuentro a escasas semanas de la visita del inspector de educación que determinará, por fin, si, oficialmente, soy funcionaria. Una vez que pase toda esta vorágine, pretendo zambullirme en las correcciones de la segunda novela y darlo todo de mí. Es un proyecto con el que estoy muy ilusionada, para el que me he documentado muchísimo, que abre las puertas de un mundo del que no se ha hablado aún desde el thriller. Será la primera vez que los lectores de aquella primera versión autopublicada y los lectores que me hayan conocido de la mano de Suma de letras, coincidan leyendo el mismo manuscrito. Un sueño.

Gracias Blanca, «por mostrar al mundo que los miedos se vencen bajando a sótanos oscuros y prendiendo la luz», como lo ha hecho, en cada de una de las páginas que componen Perro que no ladra. ¡Ojalá que nuestros lectores no se pierdan esta maravilla!

Gracias a vosotras, Marga y Nuria, por la ilusión que ponéis en cada palabra.

Perro que no ladra. Blanca Cabañas. suma de letras. Barcelona. 2022. 332 páginas.

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